Liliana Licón: Liderazgo femenino
Foto: Net Noticias | Fotografía: Yvoné Vidaña / Edición: Nayade Cruz

Hace algunos años que conozco a esta mujer, tiene una energía que no puede pasar desapercibida, es imposible no mirarla. Al iniciar nuestra charla le pregunté si era originaria de esta frontera, su respuesta fue contundente: “Mi certificado de origen dice que soy 100% juarense”.

Liliana Licón es miembro de una familia muy fronteriza, muy de aquí: “tengo cuatro hermanos varones, soy la de en medio, mi papá y mi mamá trabajaban ambos en la maquila, ella en el turno de la tarde y él en el de la mañana, así que en el cruce de turnos había unas horas en que nos quedábamos solos. Debido a ello, me tocó ayudar a cuidar a mis dos hermanos menores, siendo yo muy pequeña”.

“Cuando yo tenía siete años, nació mi hermano Aldo, que tiene problemas de la vista, así que, desde los ocho, me tocó cuidarlo. Hacíamos las tareas, me encargaba de su cuidado general y le daba de comer. Durante mucho tiempo pensé que mi infancia había sido difícil, ahora veo que no, que me forjó. Mis padres siempre me dieron su ejemplo, nunca hubo golpes ni castigos, mi mamá únicamente me dio una vez una nalgada porque era muy llorona y mi papá, aunque fue adoptado y su infancia muy difícil y llena de maltratos, nunca repitió ese patrón con nosotros”.

“Tengo muy claro que crecí sometida a mucha carga de trabajo y que sufría por sus ausencias, pero mi infancia fue muy feliz”, recuerda con una sonrisa llena de añoranza.

“Desde pequeña soy voluntariosa y contestona, como se dice aquí ‘muy machetona’, mis hermanos dicen que soy mandona y recia al hablar y eso es cierto. También soy laboriosa, eso lo aprendí de mi mamá, ella fue siempre muy trabajadora, no se podía estar quieta, por ejemplo, además de trabajar en la maquila, también llevaba dulces para vender y desde pequeña yo le ayudaba a empacarlos”.

De niña a mujer

Liliana tuvo un plan de vida desde niña: iba a estudiar una carrera, luego una maestría y un doctorado, el ejemplo de su hermano mayor era importante, ya que él trabajaba y estudiaba desde la preparatoria y ella planeaba hacer lo mismo.

“Mientras estudiaba psicología, me embaracé, tenía 19 años y tuve que reestructurar mi plan: ¡me casé! mi esposo vendía carros y yo segundas, así nos pagamos la universidad”.

“Me gustaba tanto la escuela que mi parto fue un miércoles y el lunes yo ya había regresado a las aulas; mi hijo me acompañaba a clases, así que desde pequeño hablaba en un lenguaje de adulto, casi de psicólogo” y agrega “pero mi hijo es mío, yo lo crié, solo cuando estuve en la universidad sus abuelas me ayudaron a cuidarlo, fui muy posesiva con él”.

“Al terminar la carrera comencé a trabajar y planeaba estudiar una maestría, pero no quería dejar solo a mi hijo, me dio cargo de conciencia y pensé: — lo haré cuando crezca —, pero cuando él tenía entre 6 y 7 años lo vi muy solo y decidí volver a embarazarme, esta nueva bebé puso de nuevo en pausa la maestría, pero no me importó, desde que la esperaba sabía que sería una niña y cómo se iba a llamar”.

“Ejercí durante tres años mi profesión, después me separé de mi esposo, fue doloroso porque estaba muy enamorada, un año después regresamos, fuimos a terapia, en esa época me volví controladora y celosa y eso no era vida, así que me cambié el chip y me volví a enamorar”, seis años después, el matrimonio terminó definitivamente.

“Hubo un tiempo en que quise ‘moderar’ mi carácter y empecé a deprimirme, fue entonces que elegí ser yo misma con todas las consecuencias que esto significara y retomé mi alegría de vivir”.

Durante su matrimonio, Liliana acogió a una sobrina de su entonces esposo, que hoy es su mano derecha y la considera como una hija más, así que podríamos decir que tiene tres hijos por quienes expresa una amorosa devoción.

Por cuatro años fue directora del Centro de Asistencia y Servicios Tecnológicos, Cast de Conalep, donde su relación con los empresarios de la frontera se cimentó y posteriormente la invitaron a trabajar en la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra).

La Cámara

“Cuando me invitaron a trabajar en la Cámara, solo le hice tres preguntas a su entonces presidente: ¿tienes problema con mi forma de vestir? ¿tienes problemas con mi forma de ser? y ¿tienes problemas con pagarme lo que vale mi trabajo? Cuando dijo que no a todas las preguntas y me dio libertad para ejercer mi trabajo como directora del organismo empresarial, acepté el reto”.

“Cuando llegué, me topé con algunos signos de machismo; pero gracias al apoyo del presidente, que me permitió ser libre y nunca se metió con mis proyectos y avalada por los resultados de mi trabajo, se generó la buena relación que me ha permitido demostrar lo que soy capaz de hacer”.

“Al inicio, en privado, lloraba por las actitudes a las que tenía que enfrentarme con buena cara y no fue hasta que se llevó a cabo el primer evento post pandemia, el 'Biz on the Table', en 2022, con el que tuvimos excelentes resultados, que formalmente los empresarios empezaron a tomarme en serio, hoy en día la Canacintra tiene una nueva presidenta, con quien sigo trabajando y quien se ha ganado mi respeto en muy poco tiempo”.

A prueba de retos

“Yo soy una estratega y me conflictúa que no se me reconozca la maternidad de mis proyectos, parece que las mujeres tenemos que estar probándonos permanentemente para ser reconocidas, es frustrante tener que estar siempre demostrando quiénes somos, incluso nos hacen dudar de nuestras propias capacidades”.

“A la par de mi trabajo en Canacintra, coordino Educación Dual, que es un programa alemán de conexión entre empresas y estudiantes, gracias al cual se han colocado 500 alumnos de instituciones juarenses en empresas locales”.

Cuando quiero averiguar qué sigue en la vida de una mujer como Liliana, me responde: “Solo me falta crear mi propia empresa, lo he estado posponiendo, pero debo hacerlo tarde o temprano. Por el momento, mi mayor felicidad es vacacionar con mis hijos, me siento muy contenta con mi vida, porque independientemente de lo que he pasado, Dios ha sido bueno conmigo, ver a mi hijo independiente y feliz y a mi hija crecer segura y con madurez, me llena de felicidad”.

“Siempre agradezco a todas las personas que han cruzado por mi vida y que han dejado algo bueno en mí, he aprendido a que no me afecte cuando otras personas se expresan mal de mí o de mi trabajo, no guardo rencor, pongo mi atención en mi objetivo y sigo adelante y jamás permito que nadie hable mal de otros enfrente de mí”.
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