
Ciudad Juárez-En una ciudad y en un estado que siempre ha tenido presente a su baloncesto, pocos basquetbolistas han destacado tanto fuera de las duelas como Enrique “Kiki” Romero. Jugador, scout y transformador de juventudes.
Nacido en esta fronteriza Ciudad Juárez un 8 de julio de 1929, arrasó en su camino por las canchas locales y estatales. No obstante, la etapa como jugador fue corta, fue en la banca y con el saco de entrenador donde más destacó.
A tal grado que, el fronterizo ocupó el cargo de seleccionado nacional de 1959 a 1963. De igual manera, fue instructor de las quintetas nacionales que participaron en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, México 68 y la magna justa de 1976 en Montreal. Todo esto a la par de la mas grande de sus aportaciones: los Boy Scouts para Juárez.
“Se llamaban Boy Scouts por que él fue scout toda su vida y eso eran. En grupos de niños que hacían todo juntos, niños que vivían el basquetbol desde que salían de la escuela hasta que se acostaban. Que el mismo basquetbol, el deporte los impulsó a no dejar la escuela”, cuenta el entrenador Benjamín “La Cabra” Ortega.
En sus más de 40 años de trayectoria, Kiki le puso nombre a cerca de 700 equipos con el mismo mote. Por sus manos pasaron jugadores como el Raúl Palma , Enrique “Palmita” González y el Olímpico Fernando Tiscareña.
“Era muy bonito, yo tuve la oportunidad, la fortuna de ser scout y era realmente bonito ver la enseñanza del basquetbol y que no era nada más hacer canastas y jugar, los Boy Scouts eran una escuela para la vida. Te formaba como persona”, recuerda “Palmita” González.
Romero González dejó este plano terrenal en 1992. Él se fue, pero quedaron sus Scouts, mismos que siguen haciendo presencia en el deporte ráfaga infantil e inclusive llegaron a militar en la Liga Estatal de Basquetbol.
Quedo también en pie el albergue bautizado en su honor. El “Kiki Romero”, ubicado en la colonia Aztecas, de manera muy ad hoc y haciendo honor al nombre que porta, ha acogido a centeneras de migrantes y a personas en situación de vulnerabilidad durante los últimos dos años, sin cerrarle la puerta a nadie y sin importar su raza, idioma ni nacionalidad.