Ciudad Juárez.- A través del proyecto “Yo Soy Rediseño Social”, la Tenda di Cristo ha ofrecido una segunda oportunidad de vida a cerca de 400 adolescentes este año. Alejandro Sapién Méndez, coordinador de proyectos de prevención y reinserción de la organización, informó que desde 2001 comenzaron con labores de salud preventiva sobre enfermedades de transmisión sexual. Posteriormente, abrieron un albergue para migrantes, proporcionando alimentación y medicamentos.

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Jazmín Ibarra Trejo

Sin embargo, tras el cambio en el sistema integral de justicia penal para adolescentes, comenzaron a colaborar con el sistema judicial en coordinación con el Centro de Reinserción Social para Adolescentes Infractores (Cersai), anteriormente conocido como Tribunal para Menores, para apoyar la reinserción de los jóvenes infractores en su entorno familiar, social y persona.

A través de un convenio con el Tribunal Superior de Justicia, el cual canaliza a los jóvenes que han tenido algún contacto con la ley, en la organización cuentan con un equipo interdisciplinario, abogados, trabajadores social y psicólogos. Aunque también llegan de manera voluntaria, por invitación de sus padres, familiares o amigos.

En la Tenda di Cristo atienden a adolescentes desde los 12 años y hasta los 29 años, aunque la mayor población se encuentra entre los 14 y 18 años, y se trata de hombres, aunque también brindan atención a mujeres a través de otros programas.

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Además, identifican factores de riesgo como tutores o redes de apoyo débiles, omisión de cuidados, desatención emocional, abandono o deserción escolar y el consumo de sustancias psicoactivas. Señaló que muchos de ellos crecieron en una zona en un entorno de violencia, sin servicios, espacios deportivos, recreativos o culturales, por lo que son presas fáciles para el crimen organizado.

También han detectado problemas de ansiedad y trastornos no identificados, problemas emocionales generados de los entornos donde viven. En la organización los jóvenes reciben el nivel primaria y secundaria, talleres y capacitaciones para el trabajo o autoempleo, como barbería, panadería, cocina, música, entre otras.

Sapién Méndez destacó que a través del proyecto de reinserción, han logrado la reducción de la incidencia delictiva entre estas poblaciones, la reducción e impacto de las sustancias psicoactivas y mejorar la dinámica familiar.

También fomentan los factores de protección, como que tengan un plan de vida, autoconocimiento, autoestima, regulación de las emociones, cambiar su forma de pensar y obtienen más herramientas y habilidades para enfrentar los retos de la vida.

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Destacó que una evaluadora externa en una muestra de cerca de 100 jóvenes mejoraron sus habilidades interpersonales, aumentó su seguridad en sí mismos, afrontaron problemas de manera no violenta y mejoró un 90 por ciento su bienestar mental.

En cuanto a la problemática de las adicciones, informó que en la zona del suroriente existe la venta de cristal, metanfetamina, por lo que detectaron un consumo elevado, pues 3 de cada 5 adolescentes ya habían probado algún tipo de droga, principalmente el cristal.

Por todo esto comenzaron a abordar la problemática en conjunto con el Centro de Integración Juvenil, con centros particulares, y buscan financiamientos para becas, desde la atención ambulatoria con terapias, asesoría jurídica e internamiento en un centro de rehabilitación en Janos, durante tres meses de tratamiento.

Actualmente, La Tenda di Cristo cuenta con varios aliados como el Tribunal Superior de Justicia, la Fiscalía General del Estado, Dirección de Justicia Cívica, Ficosec Zona Norte, Usaid, así como otros apoyos del Gobiernos del Estado. Es de los pocos albergues en el país donde su modalidad es comunidad terapéutica con personas con ideación suicida; el servicio es gratuito y se sostiene por donativos de la sociedad.

Aunque es insuficiente, ya que aún existe mucha estimación ya que son personas que ya cometieron alguna infracción o delito, sin embargo, el 99 por ciento de esa población son personas de bajos recursos que también en algún momento de su vida fue víctima de un delito y que provienen de una violencia estructural, por lo que trabajar con estas poblaciones es un acto que suma a la restitución de los derechos humanos.

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Uno de los jóvenes beneficiarios, Nael Javier Aguirre Parra, de 17 años, relató sobre su experiencia en la organización, quien consideró que ha sido fantástica, pues lo han apoyado mucho con sus problemas emocionales, educación.

Señaló que tuvo problemas familiares muy fuertes, pues sufría de violencia y su mamá lo corrió de la casa y tenía que quedarse en casa de amigos. Además, debido a problemas económicos, tuvo que dejar la secundaria, por lo que empezó a trabajar. Comentó que debido a una demanda por violencia familiar, por medio de Medidas Judiciales fue canalizado a la organización, en donde recibió educación secundaria y participó en los talleres de panadería, barbería, bisutería y murales. Actualmente, iniciará sus estudios de preparatoria y quiere cumplir su sueño de ser abogado.

A otros jóvenes que están pasando por una situación similar, les dijo que no se queden callados, y que si el siente que no se ama que lo haga, se respete y vea por él, “que le echen ganas, porque los sueños sí se pueden cumplir”.

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