Entrevista Díaz-Taft, el choque de dos mundos
Foto: Cortesía

La zona Ciudad Juárez-El Paso ha sido escenario de sucesos que cambiaron el rumbo del país y de las relaciones entre México y Estados Unidos, uno de ellos la entrevista entre los presidentes William Howard Taft y Porfirio Díaz Mori el 16 de octubre de 1909, el primer encuentro entre mandatarios de estos países y que evidenció las diferencias políticas y sociales de ambas naciones.

Los preparativos

El encuentro se había vislumbrado con más de dos meses de antelación, según los reportes que el embajador Francisco León de la Barra entregó al ministro de Exteriores, Ignacio Mariscal. Taft anunció que realizaría un viaje al oeste y sur de su país, por lo que de la Barra buscó en México la aprobación para invitar al presidente estadunidense a una reunión con Díaz en la zona fronteriza.

“La contestación favorable me permitió buscar una ocasión adecuada para hablar directamente con el Sr. Presidente Taft, quien me hizo saber la satisfacción y el honor que tendría al encontrar en un punto de la frontera al Sr. Gral. Díaz, de quien se expresó con gran elogio”, escribió León de la Barra en sus memorias como embajador.

El acuerdo estaba hecho y las comitivas comenzaron a afinar los detalles para el viaje, el recibimiento, los pasos que ambos darían en la frontera, el protocolo militar, quiénes serían los intérpretes y hasta el “banquete” que compartirían a mitad del encuentro: champaña y sándwiches.

Imagen

Presidentes y contrastes

La zona del Chamizal, a mitad del río Grande y de El Paso, Texas, se escogió como el punto en el que Taft esperaría al presidente Díaz para después avanzar a territorio estadunidense y llegar a la Cámara de Comercio de El Paso, donde se tomó la foto oficial y tuvieron el primer diálogo. El presidente mexicano vistió traje militar con insignias brillantes en el pecho, mientras que el de EU fue de "levita", algo que ejemplificaba las diferencias.

“Es uno de los momentos que le permiten al mundo ver que México es un país decimonónico, del siglo XIX y que ya los Estados Unidos están pensando de qué se va a tratar el siglo XX… saben que un encuentro de carácter bélico va a seguir en los siguientes cuatro o cinco años”, explica el historiador juarense Rodolfo Ortiz Díaz.

El académico insiste en que para ese año México está atrapado en un proceso de modernización, la aviación apenas comienza a ser relevante en el ámbito gubernamental, los primeros automóviles motorizados comienzan a circular y el trasporte de personas y mercancías dependen absolutamente del ferrocarril. “Que el viaje desde la Ciudad de México hasta acá sea en ferrocarril dice cosas sobre el gobierno”.

Imagen
Cortesía

Ante la llegada del presidente Díaz a Ciudad Juárez, las calles polvorientas se llenaron de motivos nacionales: listones tricolores, imágenes del escudo nacional y banderas de México y Estados Unidos entrelazadas. Frente a la Aduana, sobre el actual corredor de la avenida 16 de Septiembre, se colocaron cuerpos militares para hacer honores al presidente.

“El que el presidente de una nación que se dice moderna, llegue disfrazado de militar prusiano, porque parecía ya más un disfraz que algo que tendría que hacer, es muy contrastante frente a la figura del presidente Taft”, agrega el historiador.

En fotografías de la época se puede observar la parafernalia militar y la decoración nacionalista en el actual Centro Histórico de Ciudad Juárez. El “eterno” presidente Díaz se encontraba en la ciudad y aquello se convirtió en un desfile, casi una festividad, sin embargo, el mandatario no esperaba que al año siguiente estallaría la Revolución y eventualmente llegaría su final como político.

“Todos los regímenes largos terminan siendo complicados porque tienen que adaptarse a los tiempos. Imaginarnos que una dictadura es algo congelado en el tiempo es un imaginario equívoco. Los países, las gentes, la cultura van transformándose”, dice Ortiz Díaz en referencia al mandato de Porfirio.
Imagen

La entrevista en la Aduana

Después del primer diálogo en territorio texano, Díaz y Taft ingresaron a territorio mexicano para continuar con el evento diplomático. La sede fue la antigua Aduana, entre la avenida Juárez y Francisco Villa. “Fue probablemente la fiesta más notable que se ha celebrado nunca en el continente americano”, publicó el semanario Springfield 11 días después de la reunión.

Aunque los periódicos de la época poco o nada dicen del diálogo en privado que tuvieron Díaz y Taft en uno de los salones de la Aduana, solo trascendió la duración: 15 minutos, con la participación del gobernador de Chihuahua Enrique C. Creel como intérprete y traductor, quien además había sido embajador de México en Estados Unidos y conocía bien la personalidad de Taft.

El doctor en Historia Juan González Morfín recupera en su texto “El primer Gran Acercamiento entre México y Estados Unidos”, la carta que el presidente William Taft escribió el 17 de octubre de 1909 a su esposa Helen, a quien llamaba de cariño “Nellie”, en la que da más detalles sobre su viaje y la perspectiva que tenía sobre el presidente Porfirio Díaz, a quien se refiere en el texto como “El Viejo”.

Imagen

Taft destaca en su carta la cantidad de mexicanos que viven en El Paso, “quizás 6 mil o 7 mil” entre una población total de 40 mil personas. “Es el lugar de paso para el negocio entre México y Estados Unidos por ferrocarril, negocio que está asumiendo grandes proporciones”, escribió. También reconoció el protocolo para su recibimiento y todo lo que estuvo a su disposición.

Al presidente de Estados Unidos le llamó la atención la capacidad de Díaz Mori en el encuentro político pese a su avanzada edad: “El Viejo, que se dice que tiene unos 80 años, es realmente el más notable en cuanto a agilidad, rapidez de percepción y dignidad a la hora de transportarse”.

William Taft advierte que al morir Díaz surgirá un movimiento revolucionario para elegir a su sucesor, por lo que Estados Unidos tendría que intervenir para proteger sus inversiones, unos 2 millones de dólares de aquella época. “Sinceramente espero que la vida oficial del Viejo se extienda más allá de la mía, ya que el conflicto presentaría un problema de la mayor dificultad”.

Imagen

Para recordar

Si se ha visitado el ahora Museo de la Revolución en la Frontera (Muref) es fácil imaginar el encuentro entre los dos mandatarios: hombres altos, gordos, canosos y vestidos de gala; en el salón las copas relucientes, el banquete servido y los utensilios brillantes. Esas paredes ahora guardan el eco de la conversación de los participantes en ese auténtico choque de naciones.

“La entrevista Díaz-Taft es el pináculo en el cual encontramos este momento de debilidad (en la dictadura de Díaz), y que haya sucedido en esta frontera nos hace entender la importancia de la región. Este suceso lleva a la Revolución misma a decir: no es tomar Tijuana, Nuevo Laredo o Piedras Negras, sino Juárez porque ya se le dio la importancia desde el encuentro”, explica el historiador Rodolfo Ortiz.

Parece que la visita de Díaz a la frontera sería el inicio del fin para su régimen, de por sí ya muy debilitado por el estancamiento en el desarrollo y el descontento de los grupos opositores que estallaría por completo el siguiente año. Un suceso histórico más por el que Ciudad Juárez es referente a nivel nacional y que vale la pena recordar a 112 años.

Imagen
Publicidad
Enlaces patrocinados