El ride extremo de Jonathan Cuéllar
Foto: Antonio Calleja

Jonathan Cuéllar aprendió a volar sin tener alas. Utiliza un scooter o patín para surcar el cielo fronterizo y realizar acrobacias que dejan boquiabiertos a los espectadores. Las lesiones, los golpes y su dedicación lo llevaron a representar a México y a Ciudad Juárez en el Extreme Barcelona, un campeonato internacional que reúne a los mejores deportistas extremos alrededor del mundo.

El joven es ingeniero industrial de profesión, creció en una de las zonas más vulnerables de la ciudad: Anapra. Dice que el patinaje fue una verdadera alternativa para él, sus hermanos y amigos en medio de un ambiente complicado, justo en los años de la guerra contra el narcotráfico.

“Conoces gente que se va saliendo del ámbito del patín y ves cómo se destruyen con las drogas, muchos sí tomaron ese camino. Yo vivo en Anapra, una colonia marginadísima, allá estaba la violencia, las muertas de Juárez”, comenta el patinador.
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Antonio Calleja

El nacimiento de un rider

Entró al mundo de los deportes extremos gracias a la influencia de sus hermanos quienes “le daban” a la patineta en el parque de su colonia y en el Parque Extremo, así se interesó en los trucos y acrobacias, pero después él hizo su propio camino con el patín:

“Yo empecé a armar patines del yonke, agarraba los que me vendían en ‘el kilo’. Empecé por mi familia, ellos fueron los que me introdujeron en esto”, recuerda Jonathan, quien puede presumir que es uno de los fundadores, por decirlo de alguna manera, de la práctica de acrobacias en patín (scooter freestyle) en Juárez, situación que lo hace sentir viejo, pues eso pasó hace más de una década, pero a la vez está orgulloso de este reconocimiento.
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Practicar un deporte extremo implica sufrir caídas, golpes y fracturas de las que el patinador se tiene que recuperar para retomar la “tabla”, la bici o el patín y seguir con los trucos, con el riesgo de caer de nuevo. La madre de Jonathan veía al principio esta actividad como algo preocupante por las lesiones, pero después cambió su perspectiva.

“Mi papá no me decía que no lo hiciera, era neutro, pero a mí mamá sí le preocupaba. Cuando vio que ganaba competencias locales, empezó a ir conmigo. Además, nunca dejé la escuela, siempre fue escuela-patinar, le echaba ganas a los dos y después hubo mucho apoyo”, explica el rider, como también se les conoce a estos deportistas.

Jonathan dice que una de sus peores experiencias ha sido sufrir un golpe en la cabeza, “que se te borra el casete ¡Pum!, no sabes dónde estás, después reaccionas y todo normal”. Se le pregunta si los golpes no le han hecho pensar ¿qué hace ahí? y ¿por qué tiene que sufrir eso? a lo que responde: “en parte sí, pero yo le encontré un propósito, las lesiones son parte del oficio”.

De Anapra a Barcelona

Jonathan Cuéllar recibió la invitación para competir en Extreme Barcelona, situación que lo llenó de emoción, pues demostraría que, en México, y particularmente en Ciudad Juárez, hay riders que no le temen a nada. Al principio pensaba que era una broma y se preguntaba por qué se fijarían en un patinador que creció en una de las zonas más marginadas de la frontera entre México y Estados Unidos.

Después de que “le cayó el 20”, el deportista tuvo que iniciar los trámites y gestiones para poder viajar a Europa: “tenía ahorrado un dinero y quería hacer algo. Salió esta oportunidad y puse lo del viaje como mi prioridad”. El joven estaba a punto de enfrentarse a uno de los retos más grandes de su carrera como patinador extremo y la incertidumbre lo invadió.

“Quería salir de mi zona de confort. Ya no era tan nuevo para mí viajar aquí en México, me encanta ir a otros estados, pero buscaba algo más. Cuando estaba a punto de irme para allá pensaba — y si esto y si aquello—, me empezaba a bloquear yo solo”, recuerda.
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Para poder costear parte del viaje, el patinador recibió apoyo de Accelerate BMX & Scooter Shop, una tienda local que le facilitó un patín para que organizara una rifa y todo lo recaudado lo usara para ir a la competencia. “Ellos me apoyaron incondicionalmente, ellos creyeron en mí, son muy amigos míos, los veo ya más como una familia”.

El primer reto estaba superado: recorrer los más de 9 mil kilómetros que separan a México de España, lo que seguía era como un sueño: “era como si un futbolista conociera a Leo Messi, como si un patinador conociera a Tony Hawk. Ver a mis riders favoritos fue ¡wow!, son personas que tienen una sencillez enorme. Me conecté con ellos porque pienso que vienen de un lugar como el mío”.

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Jonathan reconoce que su participación no fue la mejor, “cometí muchos errores, pero de ellos aprendí… llegué y dije: que pase lo que tenga que pasar y hubo malos resultados… pero ya sé cómo es el terreno”. A pesar de eso, ya sobre la rampa se sintió el mejor del mundo por unos segundos, los espectadores escucharon su nombre y su lugar de origen: Ciudad Juárez. La emoción fue enorme.

Pudo constatar las diferencias que hay entre las instalaciones y los parques para practicar este tipo de deportes, sin demeritar la importancia que tiene el Parque Extremo de la ciudad, pues ahí comenzó a hacer sus primeros trucos: giros de 180 y 360 grados, hacer grind (deslizarse) en los pasamanos, barspin, tailwhip y vueltas mortales en las rampas.

“Este parque es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida, aunque allá (Europa) no son de cemento, son de entre madera y plástico que hace que cuando te caigas ni siquiera te duela, absorbe todo el fregazo. Tienen mucho que ver los parques, pero también tiene mucho que ver uno, porque si vas a ser el mejor, no importa de dónde vengas o de dónde seas”, explica Jonathan.

Las características del scooter también son importantes para realizar los trucos. Al principio, como dijo, armaba sus patines con piezas reutilizadas, pero mientras más avanzaba, era necesario cambiar de equipo por el desgaste. Jonathan poco a poco pudo hacerse de mejores patines, la mayoría importados, con materiales más resistentes y con un sistema de funcionamiento relativamente nuevo.

“Ya ni sé cuántos (scooters) llevo, cuando se quiebran yo los guardo como un recuerdo”, agrega.

El reto de inspirar a los demás

La llegada de Jonathan a una competencia internacional de patinaje extremo pone de ejemplo la capacidad de los deportistas juarenses y abre la posibilidad para que más jóvenes puedan demostrar su talento. La práctica constante es la clave para alcanzar los objetivos, considera el patinador, y enfatiza que no se necesita el apoyo de grandes marcas para viajar al otro lado del mundo.

“Mi propósito es inspirar a las demás personas… trato de jalar a las nuevas generaciones a patinar. Si lo quieres, lo puedes hacer, es cuestión de mentalizarte. Es un deporte que a mí me ha ayudado a ser mejor persona”, concluye Jonathan.

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