Angustia, miedo y la sensación de que en cualquier momento un desconocido puede arrancarle la vida, son las emociones que invaden a las víctimas de secuestro. Dentro de casas de seguridad, escuchan las negociaciones, los insultos y las amenazas, a la espera de que los captores tengan consideración y los liberen, aunque ya con un gran trauma difícil de borrar.

El secuestro era el tercer delito con mayor incidencia en el estado de Chihuahua en 2009, solo por debajo de los homicidios dolosos y las extorsiones. El actual fiscal de la Zona Norte, Jorge Nava López, vivió de cerca el combate a este delito y plasmó su experiencia en el rescate de víctimas y la detención de plagiarios en el libro “No Hay Arreglos” editado por el Colegio de Chihuahua (Colech).

La obra es resultado del trabajo de campo por parte de Nava López y muestra las aristas del fenómeno del secuestro como el modus operandi de las bandas, los grupos dedicados a este delito, los tipos de delincuentes y los roles que juegan. El autor expone los procesos de investigación, liberación de las víctimas, captura de los responsables y la labor con las familias.

“Es un material muy importante para darle a conocer a la ciudadanía qué fue lo que hizo vulnerables a tantas víctimas de secuestro: estamos hablando de cerca de 800 víctimas en el estado de Chihuahua, de 2009 a 2016, y también qué es lo que llevó a tantos jóvenes a cometer este tipo de delitos”, comentó el fiscal en entrevista para Revista Net.
Nava López agregó que la mayoría de los participantes en este delito eran y son jóvenes de entre 17 y 23 años de edad, aproximadamente el 80 por ciento de las personas detenidas, y en el libro también describe sus perfiles, motivaciones y sanciones.

Las víctimas y sus secuelas

Grandes empresarios y pequeños comerciantes eran los principales blancos de los criminales, sin embargo, el delito se diversificó y ciudadanos sin relación con estas actividades también se convirtieron en víctimas, explicó el funcionario estatal, quien en ese entonces se encontraba al frente de la Unidad Antisecuestro de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Agregó que los 800 casos registrados en un periodo de siete años tuvieron repercusión en distintos ámbitos locales, principalmente en el económico. Cuando los empresarios recuperaban su libertad, les era difícil restablecerse, además, las secuelas emocionales los llevaron a cuestionarse seguir viviendo en la urbe fronteriza.

“Es el peor de los delitos que puede cometer el ser humano, quedaron devastadas las familias; después de un secuestro nada vuelve a ser igual, nada. Después de los secuestros observamos rupturas familiares, incluso suicidios de las víctimas, pues su situación emocional ya jamás se pudo restablecer”, recordó el representante de la fiscalía en la Zona Norte.

Los secuestros ocasionaron el cierre de comercios por tener que pagar grandes cantidades para los rescates, desestabilizando la solidez financiera de los dueños y dejando a cientos de personas sin empleo. También se formó un ambiente de desconfianza entre los empresarios, pues consideraban que no había garantías para invertir y establecerse en la ciudad.

“Todos los secuestradores el enfoque que ellos tienen es que despojaban a las personas de una cantidad de dinero y dicen —es que no fue tan grave, no pensábamos causarle ningún daño, únicamente lo que queríamos era dinero —, sin embargo, esta perspectiva está sesgada porque no tienen conocimiento del grado de afectación que generaron en las familias, en las víctimas, en la sociedad”, explicó el autor.

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Erradicar el secuestro

El proceso para frenar el secuestro en Chihuahua fue largo y complicado, reconoce el fiscal Nava. Realizaban las investigaciones y lograban desarticular a las bandas pero días después se formaban otras: un símil a la historia mitológica de la Hidra de Lerna. A las autoridades estatales les tomó cinco años luchar contra un total de 145 grupos conformados por 700 personas.

En esa batalla, cinco integrantes de la Unidad Antisecuestro perdieron la vida en ataques armados, represalias contra las autoridades por las acciones que habían emprendido, un costo alto que tuvieron que pagar. En “No Hay Arreglos”, el fiscal habla sobre el sacrificio que los agentes hicieron para cumplir con su deber: pasar largos periodos fuera de sus hogares perdiendo momentos invaluables en la vida de sus seres queridos.

Las reformas al Código Penal de Chihuahua realizadas en 2011 fueron fundamentales para reducir la cifra negra. Con los cambios, a quienes fueran declarados culpables se les podría aplicar penas vitalicias. Como consecuencia, 55 secuestradores procesados bajo el nuevo Sistema de Justicia están cumpliendo sentencias superiores a los 80 años de cárcel.

“Al leer esta obra, aparte de generar prevención, creo que es una evidencia muy importante de la cultura de la denuncia, de la importancia de solicitar el apoyo a la autoridad a tiempo en este tipo de casos, de la confianza hacia la autoridad, porque aquí es muy claro el texto, ya que establece que de todos los secuestros en los que nos pidieron apoyo a tiempo, y que las familias confiaron y denunciaron, todos se resolvieron de manera satisfactoria”, puntualizó Nava López.

No hay arreglos

Esta obra le tomó cinco años de investigación y otros cinco años para poder publicarlo, finalmente con el respaldo de El Colegio de Chihuahua.

En el texto plasma su experiencia al frente de la Unidad Antisecuestro del estado, además de la manera en que operaban estas bandas de secuestradores y por supuesto el relato de algunas de las víctimas.

Al respeto, Luis Cervera Gómez, profesor investigador del Colech, comentó que el libro refleja una buena parte de la realidad de Ciudad Juárez en un periodo en el que los grupos criminales intensificaron su presencia y dejaron de limitarse al transporte y distribución de drogas para incurrir en actos que afectaron, principalmente, a personas desligadas totalmente de ese mundo.

“Es un libro extenso pero necesario. Si bien en su inicio las víctimas de secuestro eran personas con poder económico, se ha diversificado de tal manera el delito que la probabilidad de que a cualquier persona le ocurriera se incrementó sustancialmente. Lo que yo destaco de este libro, que contiene evidencia empírica, es que está apegado a la teoría del secuestro: formas, patrones, figuras y procedimientos”, destacó el académico en la presentación de la obra.

Julia Monárrez, investigadora del Colegio de la Frontera Norte (Colef), consideró que el testimonio de Nava López permite conocer la verdad sobre el fenómeno del secuestro y a la vez lo condena, al ser un crimen contra la humanidad cometido por una parte de la población contra la otra.

“A través de las historias de las y los sujetos sufrientes, el autor nos permite acercarnos a la comprensión del complejo escenario del secuestro en Chihuahua. Al mismo tiempo nos posibilita hacernos varias preguntas: ¿contamos con tablas que nos permitan comprender la dolorosa experiencia de las personas secuestradas que aún viven y de aquellas a las que se les quitó la vida?”, expuso la académica.

“Debemos recordar qué fue lo que vivimos en aquellos años para evitar que la historia se vuelva a repetir. Las autoridades seguimos trabajando para disminuir la incidencia delictiva, pero definitivamente no nos podemos descuidar, no nos podemos confiar, no podemos dejar al azar nuestra seguridad y de nuestras familias. Mientras estemos todos alerta, difícilente vamos ser víctimas”, finalizó el fiscal Nava López.

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