Chernobyl a la norteña: Una historia que nos invita a reflexionar
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El 6 de diciembre de 1983, una cápsula radioactiva de un aparato médico fue perforada y trasladada en una pick up para ser vendida como chatarra al yonke Fénix. Así comenzó en Ciudad Juárez la dispersión de cobalto-60 (Co 60), el incidente nuclear más grave y mediático de la historia del país.

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Cortesía | De izquierda a derecha: Juan Arévalo, Galilea Antillón, Ignacio Reyes y Victoria Laphond

A más de 40 años, un equipo de la plataforma digital Noro acudió a La Pedrera, el cementerio nuclear que resguarda los vestigios de esta contingencia binacional, con la intención de tirar mitos y aclarar dudas sobre el incidente.

La periodista freelance Victoria Laphond realizó el reportaje acompañada de un equipo de expertos encabezados por el doctor en Radioactividad Ignacio Reyes y los ingenieros en Geología: Juan Arévalo, Cecilia Zesati, Margarita Alarcón y Galilea Antillón.

En entrevista, Victoria nos comparte el proceso de este trabajo, que además cuenta con una presentación digital que incluye un videojuego, algo conocido como newsgame.

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El escándalo nuclear de los 80

La investigación oficial se publicó en septiembre de 1985, en el informe “Accidente por Contaminación con cobalto-60 México 1984” de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (Cnsns); actualmente el documento digitalizado sigue disponible en el portal del Gobierno Federal.

Todo comenzó cuando el Centro Médico de Especialidades compró (el 25 de noviembre de 1977) una unidad de teleterapia (radioterapia) con una fuente de cobalto-60 de 1003 Ci[1], la cual introdujo al país sin cumplir con los requisitos de importación. El aparato fue a terminar en desuso en una bodega hasta finales de noviembre de 1983.

Vicente Sotelo, el encargado de mantenimiento del hospital, desarmó la máquina sin conocer que dentro de ella existía un cabezal con Co 60, el cual perforó, liberando gránulos del isotopo radioactivo. Este metal, junto con el cabezal, lo subió a su camioneta Datsun y lo transportó al yonke Fénix para venderlo como chatarra.

El vehículo contaminado permaneció descompuesto en la calle Aldama, entre las calles de Azucenas y Gardenias después de la transacción.

Posteriormente, el material fue llevado hasta la empresa Aceros de Chihuahua (Achisa) en donde se fabricaron varillas irradiadas, unas 6 mil toneladas, entre diciembre de 1983 y enero del 84. De ese volumen, unas mil toneladas se exportaron a Estados Unidos y 5 mil al mercado nacional en 17 estados de la república.

El 16 de enero de 1984, de manera fortuita, se descubrieron las primeras varillas contaminadas en el estado de Nuevo México. Un camión que las trasportaba pasó frente a la entrada del Laboratorio Nacional de Los Álamos, donde los detectores ahí instalados indicaron la presencia de radiación. La Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (Usnrc) confirmó la información y dio la alerta al gobierno mexicano.

Durante el rastreo de las varillas se dio con 17 mil 600 construcciones que fueron inspeccionadas, 814 tuvieron que ser demolidas por estar contaminadas.

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En cuanto a la exposición de cobalto-60 en Juárez, se incautaron metales en el yonke Fénix, la maquiladora Falcon y los puntos y trayectos en donde estuvo la pick up. Al cierre de enero de ese año, empezaron a hacer exámenes médicos a vecinos de la zona donde estuvo estacionada la camioneta y a otros posibles afectados.

Se estima que unas 4 mil personas tuvieron algún grado de exposición, aunque de forma oficial no se levantó ningún censo ni seguimiento médico, por ello no hay certeza de cuántos afectados hubo. El documento oficial no reporta decesos. El 80 por ciento de las personas expuestas recibió dosis inferiores a 500 mremn[2], es decir, esto es equivalente a lo que una persona recibe al estar cerca de paciente que recibe radioterapia.

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Sobre el impacto de la radiación

La vida-media del cobalto-60 es de 5.27 años. De manera industrial este elemento se usa para esterilizar equipos médicos y productos de consumo, en radioterapia para tratar pacientes con cáncer, para fabricar plásticos y para irradiar alimentos para aumentar su vida útil.

La degradación natural del Co 60 pasó de la fuente original de radiación de 3 mil Ci en 1977 a 450 Ci para febrero de 1984. Debido a esto, el daño es bajo debido a que se contuvo la radiación y por el tiempo de degradación del isotopo.

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El reportaje destaca la radioactividad natural del suelo de Chihuahua: “La principal fuente de radiación es el potasio-40, presente en el 60 por ciento de los minerales de la Sierra Madre Occidental. Además, en la región noroeste del estado, se encuentra el yacimiento de uranio de Margaritas, estudiado por su potencial para la producción de energía nuclear.

La radiación del cobalto-60 solo es riesgosa con exposición prolongada. Chihuahua tiene radiación natural por potasio-40 y un yacimiento de uranio en Margaritas, con potencial para la energía nuclear”.

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Cortesía | Ubicación del cementerio nuclear en el ejido El Vergel

Volver a ‘La Pedrera’

De la realidad al mito, le preguntamos a Victoria: ¿por qué retomar el tema del cobalto-60? Para ella este caso se ha mitificado demasiado, además cumplía con las condiciones del concurso de Noro que era postular un pitch (una idea) periodístico de una tema relacionado al medio ambiente o a cuestiones históricas culturales de relevancia que han sucedido en el noroeste del país. Para Laphond este tema embonaba en dos de los cuatro rubros de la convocatoria.

Así que, por curiosidad propia, y de interés colectivo, su premisa fue cuestionar qué había pasado con el caso del cobalto-60 en la frontera a más de cuatro décadas. Además, con la idea que la historia contara con un formato original, incluyendo un videojuego con el fin de ser más atractivo para las nuevas audiencias.

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El gobierno mexicano hizo un cementerio nuclear por Samalayuca (en el ejido El Vergel), al sur de Ciudad Juárez, conocido como rancho “La Pedrera”, este se encuentra en el lado oeste antes de llegar a la antigua estación Los Médanos. Ahí se depositaron las varillas, los barriles de las virutas de las fundiciones y la camioneta.

Durante mucho tiempo activistas y ciudadanos apuntaron sobre la peligrosidad de este lugar con respecto a los mantos acuíferos de Médanos, pero en realidad este lugar no representa un riesgo para la población.

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El sitio luce en el abandono, pero es constante monitoreado, además al momento de construir el sitio de confinamiento, se abrió un pozo de agua para medir la profundidad de los mantos freáticos[3] y evitar contaminación.

Para conocer los niveles de radiación en el cementerio nuclear, Laphond organizó una expedición con el equipo de investigación encabezado por el doctor Reyes y los ingenieros Arévalo y Antillón. Fue difícil consolidar el equipo, comparte la periodista, debido a que la mayoría de expertos no quería colaborar en un reportaje por el miedo a generar desinformación.

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Llegaron a La Pedrera a las 6:00 a.m. y empezaron a caminar por el desierto. “Fue muy interesante, me sentí como Indiana Jones en pleno desierto”.

Debido al paso del tiempo y a la falta de mayor seguridad, pasaron la cerca metálica para comenzar a colectar las muestras. “La radiación desde hace años es inocua, solo queda 0.00066 veces de lo que había cuando se depositó el material, también por eso era la resistencia de los expertos, para ellos no había motivo de investigación, sin embargo, esa era la idea, desmitificar y actualizar este suceso”.

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El doctor Reyes había estado en el lugar entre 2001 y 2002, “en ese entonces, él cuenta que todavía estaba el camión con el que depositaron los desechos. Ya no hay nada… desapareció”.

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Un videojuego radioactivo

Algo innovador de este reportaje es la presentación y el formato utilizado, en el que destaca un videojuego inspirado en el incidente por cobalto-60. La protagonista es la pick up Datsun. “El videojuego encaja perfecto porque es parte de esta temática ochentera, de hecho es la manera en cómo se visualiza todo el reportaje”, comenta Victoria.

Los newsgames son poco utilizados en México, por ello esta idea se adecuó a las posibilidades del equipo de Noro. “La idea original era que fuera interactivo, que las personas fueran descubriendo datos del incidente para poder avanzar”, menciona Victoria. Finalmente quedó un videojuego retro que consiste en que la pick up recolecte el mayor número de tambos radioactivos posibles.

Además del videojuego, el micrositio de “Chernobyl a la Norteña” cuenta con: el reportaje completo, versión en audio del reportaje, archivo de imágenes y archivo de la investigación.

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La conclusión

Laphond concluye en su reportaje: “Aunque el suceso sigue vivo en la memoria colectiva, hoy no existe un riesgo significativo para la salud de la población en términos de radiación. Gracias a la gestión y confinamiento del material radiactivo, y a los protocolos de monitoreo implementados por las autoridades, se ha minimizado cualquier posibilidad de exposición peligrosa”.


[1] Unidad de medición para la radiactividad el curie (Ci, unidad estadunidense) y el becquerel (Bq, unidad internacional).

[2] Un milirrem (mrem) es una milésima parte de un rem. La unidad de medición de radiación para estimar su dosis anual de fuentes de

radiación ionizante.

[3] Conocidos también como nivel freático, napa o tabla freáticas, los mantos freáticos son las capas de agua que se acumulan en el suelo a una profundidad determinada.


Lee la historia completa de Chernobyl a la Norteña

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