
Los abuelos de la pequeña Arely vivían en Ciudad Juárez desde hacía tiempo, así que cuando hubo necesidad de migrar desde su natal Puebla, esta frontera fue el destino electo, ella tenía apenas cuatro años. Pese a su corta edad, recuerda que ese cambio le resultó difícil: “Antes salía todos los días y varias personas cuidaban de mí, al llegar aquí, prácticamente vivía encerrada en casa”.
Lo que ella no sabía es que justamente esta condición le abriría los ojos a aquello que la llenaría de proyectos en el futuro. “Uno de los empleos de mi papá fue la maquila y un 30 de abril, Día del Niño, a los hijos de los trabajadores nos llevaron al teatro, fue un evento familiar, nos tomaron fotos y nos regalaron dulces. Como nunca salía, la experiencia fue impactante para mí ¡Me gustó mucho el teatro! A partir de ese momento jugaba con mis primas a actuar obras y novelas, con mis hermanos hacía guiñol y ya en la secundaria ingresé a un grupo de teatro. Desde entonces no lo he dejado. Le agradezco al arte y al teatro porque por ellos he podido viajar y conocer a personas importantes”.
De la mano de la actuación, Arely conoció la narración oral, convirtiéndola en cuentacuentos. “A los 20 años, regresando de Chile de un intercambio cultural, se despertó mi sensibilidad sobre las infancias. En el Parque Central había una actividad los sábados que se llamaba ‘La Hora del Cuento’ y empecé a asistir. Un día me invitaron a participar, estaba muy nerviosa y emocionada Conté: ‘El Ratón de Supermercado y sus Primos del Campo’, de Jorge Ibargüengoitia, ¡Salió mal! ¡No sabía contar cuentos y lo actué! Me quedé con la sensación de que podía hacerlo mejor, así que seguí yendo al Parque Central, ahí conocí a Armando Molina, que me cuestionó: con tus historias ¿qué vas a enseñar? Y supe que debía encontrar temáticas para cada sábado y desarrollar historias sobre ellas. Aprendí mucho de él”.
“Le agradezco al arte y al teatro porque por ellos he podido viajar y conocer a personas importantes”
La cuentacuentos
“Empecé a buscar mi propio estilo, al contar cuentos eres tú, al desnudo, es lo que eres, muestras lo que puedes aportar. Aprendí que siempre hay que mantenerse en contacto con el público, midiendo su estado de ánimo, improvisando, sumando chistes… Ser cuentacuentos es como hacer stand up literario para niños y con la práctica tomé conciencia del adultocentrismo en el que vivimos y las niñas y niños son seres complejos y completos”.
Asistir a eventos como la Feria del Libro de la Ciudad de México abrió el panorama de los cuentacuentos para Arely. “Aprendí a conocer otros estilos, en el centro y sur del país ser cuentacuentos es más valorado, incluso hay escuelas para aprender las técnicas. Descubrí colegas que me señalaron el camino para formar mi voz en la búsqueda de temas como el empoderamiento de las niñas en cuestión de género y empecé a modificar las historias de manera sutil para poder tocar esos temas y conocí historias que ya lo hacen, como ‘Tiemblen Dragones’ de Roger Munsch”.
“Me gusta trabajar con la risa, de esa manera las niñas y niños no se dan cuenta cuando ¡zaz! Les suelto el tema del que quiero hablar y el mensaje llega sin resistencia. Al crear mis propias historias con la narración oral, es una herramienta para el fomento a la lectura, les planteo otros personajes, otros finales y de ahí, los llevo a los libros”.
“En años recientes he impartido talleres a jóvenes universitarios. Reconozco que al principio tenía temor de enfrentarme a ellos, porque siempre había realizado esta actividad con niños y descubrí que en realidad son unos niñotes, porque si nos vamos a la risa, todos somos niños”.
“Otro segmento interesante con el que he trabajado son los públicos en vulnerabilidad, trabajar con infancias migrantes es un reto. Se requiere creatividad, es cuestión de hablar con ellos y descubrir qué cosas son de las que necesitan hablar, requieren atención, siguen siendo niños…”.
En la academia, Arely se mueve como pez en el agua en áreas como la Gestión Cultural, Políticas Culturales, Marketing Cultural y Publicidad Comercial.
“Es importante apoyar a los emprendedores culturales, ya que es común que no piensen en otros caminos y los artistas pueden enseñar, dar talleres, crear productos. Debemos hacer alianzas con empresas, plazas comerciales e industrias en la búsqueda de crear espacios culturales en la ciudad, darles a entender que el arte también puede ser negocio. No podemos esperar que espacios no habitados por el arte se conviertan solos, debemos crearlos”.
“Los artistas debemos crear comunidad, trabajar juntos, sin egos, aportar al crecimiento de los demás, hay mucha necesidad de conectarnos”
Antes de la pandemia, Arely junto a Armando Molina y Aureliano García Haros, generaron el proyecto “Cocuyos” con la finalidad de crear identidad cultural en la frontera, mismo que por el momento está detenido. “Los artistas debemos crear comunidad, trabajar juntos, sin egos, aportar al crecimiento de los demás, hay mucha necesidad de conectarnos”.
“Crear nuevos públicos es lento, es probar y probar, escuchar y poner atención. El trabajo de los artistas, gestores y promotores es valioso. Formar públicos no es llegar a imponer, es escuchar y adecuar, saber qué les interesa. Los jóvenes deben sentir cercana a la literatura, entender que leer es un privilegio. Nadie se levanta queriendo leer a Shakespeare. Como creadores debemos buscar nuevos espacios, nuevos públicos, enseñarles que no sabes si algo te gusta si no lo conoces, descubrir historias ayuda a desbloquear el temor a leer”.
Tiempo de booktokers y booktubers
“Hoy en día con la tecnología es más sencillo acceder a contenidos, aunque yo prefiero el papel, debemos saber dónde está leyendo la juventud y ser un puente, ahí tenemos a los booktubers y los booktokers”.
“Tras la pandemia hay mucha ansiedad social y depresión, fue un generador de estrés y moverse a nuevos ambientes emociona a los jóvenes, se han creado vínculos alrededor de la lectura, descubrir nuevos espacios, perder miedo a los libros, a los teatros y cines. Me ha gustado mucho ver cómo han ido creciendo los chicos a los que he capacitado como moderadores en los círculos de lectura, por ejemplo”.
En 2024 Arely fue reconocida como la mejor cuentacuentos de Chihuahua. “Fue una lucha de cuentos, donde niñas y niños fueron los jueces y eligieron a quien más les gustó”.
“Mi siguiente proyecto es preparar espectáculos más armados, tengo ya 10 años como narradora oral, quiero ofrecer capacitaciones y escribir. Leer es regalarnos un espacio para vivir, la cultura es un acto político, en el que debemos detenernos y darnos el espacio para disfrutarla”.
Y como toda buena historia, la de Arely sigue, ofreciendo aventuras y proyectos en los que la cultura y el arte juarenses saldrán ganadores.