Alexandra Rodríguez: Enseñar es hacer arte
Foto: Cortesía

Ciudad Juárez- En una ciudad donde las carencias educativas no han quedado del todo abatidas gracias fenómenos como la deserción académica y el sobrecupo, existen proyectos como el de la artista Alexandra Rodríguez que buscan intervenir la vida de los jóvenes para encaminarlos al descubrimiento del arte.

La creadora de 27 años se desempeña como facilitadora artística en el programa de Educación para Menores con Maduración Asistida (EMMA). Es dentro de estas aulas donde se busca inculcarle a los jóvenes el gusto y el sentido por el arte en medio de los problemas que los alejaron de la misma escuela convencional.

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Cortesía | Boceto de un mural creado por los alumnos de Alexandra

De acuerdo con Alexandra, parte de lo que se busca es que sus creaciones vayan de la mano con las asignaturas más convencionales como el español y las matemáticas. No obstante, pretenden también realizar obras convencionales que le sean de utilidad al sector de la ciudad en el que viven.

“Lo que buscamos en el programa junto con EMMA es que los niños puedan explorar el arte bajo la perspectiva de las necesidades de su comunidad y de su entorno. Vemos mucho el tema del arte junto con sus otras materias, con temas como el español o las matemáticas, pero entre los principales objetivos está hacer arte que le sirva y que le sea util a su comunidad. Es muy bonito ver una escultura o un mural, pero si no le sirve de nada a un sector de la población no cumple su objetivo”, explica Alexandra.

Según la propia artista, dentro de sus clases busca utilizar los huertos como una metafora para el cecimiento de los niños y niñas. Es decir, son un conjunto de personas en donde al igual que un grupo de cultivos se ayudan los unos a los otros para mejorar entre si. Todo esto, como parte de un camino de vida que va ligado al arte desde que era muy chica pero, que en algún momento casi se desvía hacia temas más que ajenos a lo creativo.

“Mi papá es músico y siempre le he tenido mucho cariño a la música. De chiquita pintaba, pero pintaba en servilletas de rollo y después me gustaron mucho las matemáticas. Yo estaba decidida a estudiar una licenciatura en matemática o alguna carrera en energías renovables. El caso es que mi papá tenía una carpintería y me gustaba mucho pasar el tiempo en la carpintería. Cuando nos llevaron a conocer universidades en la prepa logicamente me llevaraon a IIT que comparte campus con IADA. Yo estaba más que decidí que iba a ir a una ingeniería, pero cuando entré al taller de arte de IADA y olí el olor de la madera dije “aquí tengo que estar” y ahí me fui, me quedé a estudiar la Licenciatura en Artes Visuales”

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Cortesía | Boceto de un mural creado por los alumnos de Alexandra (A color)

Es este mismo gusto por los números el que la ha llevado participar en proyectos que hacen uso de la programación por medio del código y de los robots arduino para plasmar obras artísticas. Mismos que ha su vez han echado mano de estudiantes de ingeniería.

“Yo creo que todas las personas tienen intención creativa. La cosa es como definimos el arte, si definimos el arte nada más como pintar y hacer esculturas entoces, hacer robots no es arte dentro de esa definición tradicional. Creo que todos tenemos sensibilidad al arte, el problema quizas es quea veces no tenemos las herramientas ni el espacio para hacer arte. A veces las condiciones ni siquiera lo permiten, el arte es muy elitista; hacer un mural es muy costoso, en tiempo, en material, en obra. A veces las mismas personas, las que podemos pensar como las más lógicas, no se permiten el espacio ni el tiempo para explorar el arte por que lo consideran ajeno a ellos mismos”, detalla Rodríguez.

En un futuro próximo, Alexandra tiene contemplado iniciar un proyecto junto con sus alumnos de EMMA precisamente para poder intervenir el sector de Anapra y crear obras artísticas que le sean de uso a la comunidad. No obstante, como última reflexión deja claro que una parte muy importante de la obra de cualquier autor es la misma interacción con las personas que lo rodean.

“El arte no es nada más el objeto que se produce cuando haces arte. No es necesariamente hacer una pintura o una escultura. Las relaciones con las personas, el poder abrir espacios comunitarios y políticos se vuelve también una producción artística. Yo considero mi práctica como facilitadora y como decente como otra obra de arte. Todas las relaciones y los momentos tan emotivos que hemos tenido también son una obra artística: enseñar es hacer arte”, remata Alexandra.
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