Caracas.- Nicolás Maduro asumió como presidente de Venezuela este viernes para un tercer mandato pese a las evidencias creíbles presentadas por la oposición de que perdió las últimas elecciones frente a su rival Edmundo González, cosechando reacciones de rechazo de Estados Unidos, la Unión Europea y Gran Bretaña.
El mandatario venezolano renovó hasta 2031 su periodo de gobierno, en una ceremonia que se adelantó por más de una hora frente a la programación prevista y en la que se ausentaron la mayoría de mandatarios de la región.
“Juro por Bolívar, por Sucre, por Urdaneta, por Manuela Sáenz, por la memoria eterna de nuestro comandante eterno Hugo Chávez... Lo juro por la historia, lo juro por mi vida”, pronunció Maduro el juramento de toma de posesión del cargo de presidente, frente al titular de la Asamblea, Jorge Rodríguez.
Aunque no se había confirmado con antelación la presencia de ningún mandatario latinoamericano, acompañaron a Maduro en su toma de posesión el mandatario de Cuba, Miguel Díaz-Canel, así como su par nicaragüense, Daniel Ortega. Maduro agradeció la presencia de 120 delegaciones de países sin aludir a los rangos de los asistentes y detallando que asistieron un representante de Rusia y China.
A la última investidura de Maduro, en 2019, también acudió Díaz-Canel, y el entonces presidente de Bolivia, Evo Morales. En aquella convocatoria electoral de 2018, los comicios fueron considerados ampliamente una farsa después de que el gobierno prohibiera la participación de los principales partidos de la oposición.
El líder opositor Edmundo González, que había prometido llegar a Caracas el viernes para asumir el poder, no estuvo en la jornada. El día anterior tuvo agenda en República Dominicana con una cita con el presidente Luis Abinader y no hubo información posterior de que dejara el territorio dominicano.
En las elecciones del año pasado, las autoridades electorales leales al partido gobernante declararon ganador a Maduro horas después de que cerraran las urnas el 28 de julio, pero a diferencia de en comicios presidenciales anteriores, no ofrecieron el conteo detallado los de votos. La oposición, por su parte, recopiló actas de más del 80 por ciento de las máquinas de votación electrónica, las publicó en internet y aseguró que demuestran que González recibió el doble de votos que Maduro.
La Plataforma Unitaria, la coalición de partidos opositores con la que González concurrió a las pasadas elecciones, denunció que Maduro usurpó ilegalmente el poder por lo que “se ha consumado un golpe de Estado en contra de los derechos del pueblo” y que sigue “en lucha” por la libertad de Venezuela.
El día anterior, seguidores de la oposición se concentraron en multitudinarias marchas de protesta en Caracas que culminaron con el revuelo sobre la retención de María Corina Machado, la figura opositora de mayor alcance, y su posterior liberación —según aseguró el equipo de campaña de Machado y González—, que fue desmentida por el gobierno venezolano.
“Había que jurar ante la Asamblea Nacional y como siempre lo hemos hecho, hemos cumplido con esta Constitución, la que nació de nuestras manos”, pronunció Maduro en su discurso, pese a los duros cuestionamientos que ha enfrentado por la falta de transparencia y de verificación de los resultados de la votación de 2024.
“Con la banda del comandante Hugo Chávez, juré llevar adelante todos sus sueños y toda su fuerza”, prosiguió criticando a quienes “les gusta tirotear a Venezuela desde el exterior” para luego concluir que “Venezuela está en paz... en pleno ejercicio de su soberanía popular”.
Una de las simpatizantes de Maduro que acudió a la sede de la Asamblea Nacional para apoyar a Maduro no pudo contener las lágrimas cuando escuchó que tomó oficialmente posesión para un tercer mandato.
“No tengo palabras para expresar mi emoción, estoy feliz. Venimos de una lucha muy dura para que los fascistas de aquí y el mundo no nos impongan un títere como Edmundo González”, comentó Maricarmen Ruiz, de 18 años, junto a su hermana de 11.
Tras la investidura, la Unión Europea consideró en una declaración oficial que sin las actas de votación que respalden su alegada victoria, Maduro “carece de la legitimidad” de un presidente elegido democráticamente. A su juicio, las autoridades venezolanas, perdieron la oportunidad de respetar la “voluntad del pueblo” y garantizar una transición democrática.
También Perú volvió a pronunciarse en un comunicado ratificando que no reconoce a Maduro como presidente.
Maduro arremetió contra el gobierno estadounidense, que reconoció a González como presidente electo, asegurando que el pueblo venezolano “le ganó al imperialismo y a su diplomacia de engaño... El gobierno saliente de Estados Unidos no sabe cómo vengarse de nuestro pueblo”, agregó.
Justo durante la investidura, la Oficina para el Control de Activos en el Extranjero (OFAC por sus siglas en inglés) del Departamento de del Tesoro estadounidense anunció sanciones a ocho funcionarios venezolanos que lideran agencias económicas y de seguridad como un “mensaje de solidaridad al pueblo venezolano” y un intento por elevar la presión sobre Maduro.
También elevó la recompensa por información que conduzca al arresto de Maduro a hasta 25 millones de dólares, así como de su ministro del Interior y de Justicia, Diosdado Cabello, y agregó una nueva recompensa de hasta 15 millones de dólares por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino.
En el mismo sentido actuó Gran Bretaña, que calificó de ilegítima la asunción presidencial de Maduro, al imponer sanciones a 15 altos funcionarios venezolanos, entre ellos varios jueces del máximo tribunal de Venezuela, altos funcionarios del Consejo Electoral y el comandante de las Fuerzas Armadas.
La Unión Europea también adoptó poco antes de la investidura un nuevo paquete de sanciones contra 15 personas por “socavar la democracia” o los derechos humanos en Venezuela, entre ellos la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). La revocación de las sanciones, condicionó la UE, dependerá de “avances tangibles” en materia de derechos humanos y un diálogo para una transición democrática.
La condena global por la falta de transparencia llevó el año pasado a Maduro a pedir al tribunal supremo del país —también formado por aliados de su Partido Socialista Unido de Venezuela— que auditara los resultados.
La corte reafirmó su victoria sin proporcionar pruebas exhaustivas y alentó al consejo electoral a publicar el conteo de las boletas. Pero ni el consejo ni el partido gobernante ofrecieron pruebas del triunfo de Maduro, aunque sus representantes en los centros de votación también tenían derecho a acceder a las actas de cada máquina de votación.
El Centro Carter, con sede en Estados Unidos, que fue invitado por Caracas para participar en los comicios como observador, declaró que las actas publicadas por la oposición eran legítimas. Otros expertos electorales a los que el gobierno les permitió presenciar la votación señalaron que los registros de votación publicados por los opositores parecen exhibir todas las características de seguridad originales.
La disputa sobre los resultados causó indignación a nivel internacional y protestas en todo el país. El gobierno respondió con toda su fuerza: arrestó a más de 2 mil manifestantes e instó a los venezolanos a denunciar a cualquiera que sospechen que está en contra del partido gobernante. Más de 20 personas murieron durante los disturbios y muchos manifestantes reportaron torturas durante su detención.