Siqueiros, un muralista revolucionario
Foto: Cortesía | INAH

Un personaje tan complejo como José de Jesús Alfaro Siqueiros es difícil de describir, sin embargo, la historia le ha otorgado una característica fundamental: su espíritu revolucionario. El artista creció en la coyuntura del siglo XX y los movimientos armados de Europa y Latinoamérica. Inminentemente incursionó en la vida militar en el México de la inestabilidad política y social, pero dejó el fusil, tomó el pincel y se convirtió en uno de los muralistas más importantes del siglo pasado.

El pintor, simplemente conocido como Siqueiros, nació el 29 de diciembre de 1896. Hay una ligera discrepancia sobre su origen: algunas fuentes ubican su nacimiento en la Ciudad de México, pero la mayoría coincide en que el muralista vio la luz en la ciudad de Camargo, Chihuahua. Las instituciones oficiales de Cultura en México dan ese mérito al estado norteño: ser la cuna de uno de los pintores más importantes del siglo XX.

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Entre fusiles y murales

Siqueiros nació en medio de una familia conservadora, católica, hasta cierto punto acomodada económicamente, entonces, ¿de dónde surgió el espíritu revolucionario, las ideas de izquierda? Su principal influencia sobre las ideas radicales fue su abuelo, Antonio Alfaro Sierra, conocido como “Siete Filos”, un militar que defendió a México en la Intervención Francesa y que era un hombre anticlerical.

El pintor estudiaba el bachillerato por la mañana y artes por la tarde. Fue alumno de la Academia de San Carlos y en 1913 ingresó a la Escuela de Pintura al Aire Libre de Santa Anita. Su activismo fue evidente desde joven al participar en manifestaciones y pronto dejó su casa para enrolarse en el Ejército Constitucionalista. Su participación en la Revolución Mexicana marcaría su obra.

Después de su participación en el movimiento armado, David Alfaro Siqueiros viajó a Francia para empaparse de los movimientos artísticos, los autores y las obras realizadas en el primer cuarto de siglo. En Europa, con el cubismo dominante, conoció a Diego Rivera y juntos recorrieron Italia. Más tarde Siqueiros y Rivera se unirían a Orozco para impulsar el muralismo mexicano.

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En su regreso a México, en 1923, Siqueiros ya era un férreo defensor del comunismo y el sindicalismo, incluso formó parte de uno con artistas y poetas. Más tarde publicó "El Machete", el medio oficial del Partido Comunista de México.

Su ideología lo llevó a cometer el primer atentado contra León Trotski en México, quien llegó como refugiado tras el triunfo de Josef Stalin en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Sin embargo, el plan de mayo de 1940 fracasó. El ataque le valió a Siqueiros la persecución de las autoridades e inminentemente sería prisionero en el Palacio Negro de Lecumberri por cuatro años.

Su obra y su tiempo

A lo largo de su carrera, de más de cinco décadas, David Alfaro Siqueiros realizó 37 grandes piezas, de las cuales 23 se encuentran en la Ciudad de México, ocho en diferentes estados del país y seis más bajo resguardo en el extranjero. Sus murales están marcados por la cruda realidad del México revolucionario y la incansable lucha de clases.

Por ejemplo, en “La Marcha de la Humanidad”, mural instalado en el Polyforum Siqueiros, el autor refleja personajes y escenas netamente mexicanas: el nahual; la vida y la muerte, representadas en árboles, uno seco y otro recién germinado; el mestizaje que originó las características del país; la esclavitud, un pasado que no se puede borrar, y la erupción de un volcán.

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En “Del Porfirismo a la Revolución”, Siqueiros explota al máximo sus vivencias en el movimiento armado. Hombres y mujeres con carrilleras y fusiles; Porfirio Díaz pisando la Constitución de 1857 y los rostros de personajes que dieron vida al combate; la muerte también se refleja con cientos de cadáveres, una de las consecuencias de la batalla.

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La Secretaría de Cultura destaca que Siqueiros pensaba que si la pintura estaba destinada a generar el cambio, entonces debía hablar el lenguaje de su tiempo, por ello utilizó técnicas modernas y materiales industriales para la composición de sus obras.

De corazón norteño

Como prisionero, Siqueiros no dejó de crear, utilizaba papeles y pequeños lienzos, mientras convivía con los reos y escuchaba sus historias. Precisamente en esa etapa, el periodista Julio Scherer García visitó varias veces al muralista para entrevistarlo, el resultado fue el libro “Siqueiros: La Piel y la Entraña”, publicado por primera vez en 1965.

En los encuentros, Siqueiros habla sobre sus orígenes. Recuerda que su padre, don Cipriano, era un conservador, “mi madre (Teresita) de Chihuahua, como buena norteña, era más bien liberal, en todo caso desaprensiva de sus deberes religiosos, lo que según me cuentan creó grandes problemas en su vida conyugal”.

Siqueiros también habla sobre su abuelo con sinceridad: “era ateo, hercúleo, borracho, tenorio, manejaba el látigo contra las bestias o contra aquel que se le pusiera enfrente, así se tratase de sus nietos”. De Teresita y de don Antonio Alfaro, el muralista tomó las bases para convertirse en un hombre totalmente alejado de las características de su padre. Quizá si lo hubiera hecho, ni siquiera habría sido artista.

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En otro de los encuentros con Scherer, el pintor recuerda a su tía Mercedes, quien en una ocasión fue a visitarlo a la cárcel: “las hermanas de mi mamá, las Siqueiros de Chihuahua, fueron todas mujeres extraordinarias… Mercedes, mujer de más de un metro ochenta de estatura… era discutidora, enérgica y muy dominante, sobre todo”.

Físicamente, posee algunas de las características de las personas originarias del norte, sin embargo, tuvo que desplazarse al centro del país para desarrollarse y convertirse eventualmente en el famoso personaje. Aun así, en la tierra árida de Chihuahua se le reconoce muy bien poniendo su nombre en convocatorias, escuelas de arte, calles, colonias y su rostro en los muros del Centro de Chihuahua.

David, el apelativo que tomó en los años veinte de su esposa Graciela Amador, falleció el 6 de enero de 1974, dejando un legado invaluable para la historia del muralismo, el arte y la denuncia social a través de esta. Siqueiros, un auténtico revolucionario del siglo XX.

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Siqueiros en el antiguo Hotel Palacio de Chihuahua
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