Su belleza y esencia se mezclan con los colores ocres del desierto, para conocerla se debe escudriñar en sus pequeños muros y laberintos la historia de los primeros pobladores que se convierten en creadores de civilización en esta región adversa.

Descubrir cómo a través de cientos de años estos pequeños muros de adobe resistieron el viento y las temperaturas extremas del desierto nos habla de la fuerza de quienes los construyeron. En esta resistencia y la falta del agua surge el poder de sus habitantes.

Apreciar la belleza en lo árido tiene su encanto, combinar todo con el sol, en el amanecer o atardecer, también tiene magia.

Paquimé se ubica a 284 kilómetros de Ciudad Juárez, 260 kilómetros al noroeste de la capital de Chihuahua, y a medio kilómetro de Casas Grandes. Se fundó en el año 900 y hacia el 1475 sufrió un colapso donde la mayoría de los edificios fueron quemados.

“Paquimé logró un desarrollo que le permitió tener hegemonía y soberanía de una gran región, entre la Sierra Madre y hasta el desierto de Samalayuca. El sistema es muy grande y Paquimé fue poderoso”, afirmó el doctor en arqueología Eduardo Gamboa Carrera, quien es el director del proyecto arqueológico para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Patrimonio de la Humanidad

La zona arqueológica de Paquimé fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998 por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura la Ciencia y la Educación (Unesco).

Para Gamboa Carrera, la prevalencia de este sitio histórico depende completamente de que los visitantes conozcan tres de los valores universales que hacen excepcional a este lugar: la arquitectura; lo histórico, que aborda el paso de la humanidad; y lo sociológico, que surge del interés por conservarlo.

“Paquimé es un camino de la humanidad hacia la civilización, aquí en Casas Grandes, la humanidad dejó la evidencia de su camino hacia el desarrollo”, dijo el arqueólogo.

La página oficial del INAH en Chihuahua también destaca que el lugar “es un testimonio excepcional de las relaciones entre los Pueblos del Norte de México y Mesoamérica y ofrece evidencia única de la construcción con tierra y de su ensamble arquitectónico”.

Paquimé es una palabra náhuatl que significa Casas Grandes. El lugar también fue declarado Zona de Monumentos Arqueológicos en el Diario Oficial de la Federación el 2 de diciembre de 1993.

El Templo del Sol

Cuando esta civilización se fundó en el año 900, ya había habitantes en la región. El desarrollo inició en los cerros cercanos al sitio, como el Moctezuma, el Vidal, Las Torres, y el valle de Casas Grandes, el director del proyecto arqueológico se refiere a esta población como “atrincherados en los cerros”.

Sin embargo, uno de ellos, el Moctezuma, tiene una importancia fundamental para entender mucho de la vida y organización de la civilización de Casas Grandes, de acuerdo con Gamboa.

“En la parte más alta hay adoratorio que, para mí, aunque se le llamó el cerro de Moctezuma, se debió llamar el Templo del Sol de Paquimé, porque aquí (en el sitio histórico) hay una línea que comienza con el Montículo de la Cruz, que es un edificio ceremonial; pasa por el Montículo Central, que es el de las ofrendas; pasa por el Montículo del Pájaro; pasa por el Montículo de la Serpiente y llega al cerro de Moctezuma, que es el Templo del Sol”.

El arqueólogo describe que al colocarse en el cerro y seguir el recorrido del sol, Paquimé es el centro. “El sacerdote notaba las diferentes salidas del sol y decidió que en medio se construiría Paquimé, así se seleccionó este lugar”.

Si el lugar se viera desde el aire, se podría notar que tiene una forma de U y en medio se encuentra el desarrollo poblacional. Estas particularidades de Paquimé tienen semejanzas con otros sitios arqueológicos de las primeras civilizaciones.

Por ejemplo, el Montículo de la Cruz (uno de los espacios ceremoniales), es un “receptáculo del tiempo” muy importante porque la mayoría de los templos prehispánicos en México están basados en uno.

“En Chichén Itzá, por ejemplo, el templo de Quetzalcóatl es también un receptáculo de tiempo, mucho mejor hecho que este, porque es una pirámide. Cuando el sol transcurre en cierto tiempo proyecta sus rayos sobre el montículo en la pirámide y luego hay un efecto que parece que está bajando una serpiente”, refirió el experto del INAH.

“Lo importante es que se trata de un receptáculo de sol, un medidor de tiempo anual y por día, porque te pueden decir —aquí amanece a cierta hora y se pone el sol a tales horas, y a tales horas allá—, te miden el movimiento del sol a través del día, te miden también el movimiento del sol a través del año”.

El sistema regional de Paquimé es muy grande, inicia en Estados Unidos con los pueblos del suroeste que vivían en casas similares a este punto arqueológico, además vivían en construcciones como estas unidades habitacionales llamadas “Casas Grandes”.

Las edificaciones se caracterizan porque son construidas por generaciones de sus pobladores, el de Chihuahua no es el único sitio con esta organización, puede ser el más importante y el más grande, pero no es el único; todo el suroeste de Estados Unidos: Arizona, Nuevo México y parte de Texas tienen esta cultura llamada “Las Culturas Pueblo” y allá se origina todo este movimiento cultural que llega al norte de nuestro estado; y se desarrolla gracias al río Casas Grandes, refirió Gamboa.

Arena y agua

El río Casas Grandes era la fuente de la riqueza de este desarrollo poblacional, porque sus habitantes aprovecharon el recurso a través de acequias que todavía funcionan, como la Acequia Madre y la Acequia California, que fueron construidas hace más de 700 años.

“Hay un sistema muy complejo de acequias. Hay primarias, secundarias con compuertas y luego ya en lugar de ser acequias son canales de irrigación, entonces como pueden ver, es todo un sistema, también hay aljibes, hay presones, desviaciones del río. Todos estos son elementos del sistema hidráulico de Paquimé, incluso en la ciudad, uno de sus elementos arquitectónicos más importantes son las acequias”, dijo el experto.

Todo este sistema recorría las unidades habitacionales del lugar, “creando un confort que no hay en ningún otro sitio arqueológico”, detalló el director del proyecto Paquimé.

Conseguir el agua fue uno de los factores más importantes que coadyuvó al crecimiento económico de este pueblo, fue crecer gracias al uso del agua y al desarrollo de la agricultura. “Es el motor del desarrollo civilizatorio, que propicia el desarrollo social y cultural”, frase del arqueólogo inglés Gordón Childe, citada por Gamboa.

Religión y clanes

Otra de las actividades que descubrieron de este sitio fue el eje de edificios ceremoniales, que habla de las deidades que le importaban a esta sociedad.

El montículo de la Cruz, que era de las ofrendas, y el montículo del Pájaro establecen claramente que había una religión que se llevaba por una sociedad organizada en clanes, cada uno de ellos ayudaba al mantenimiento del pueblo, al mismo tiempo cada uno tenía sus edificios ceremoniales.

Por lo tanto, el montículo además de tener un receptáculo del tiempo también era un área anual de festividades en Paquimé, esto se entiende gracias a una cancha de pelota que hay en el lugar. Hay que recordar que el juego de pelota en el México prehispánico fue un mecanismo de integración social.

Pero hablar del desarrollo y fortaleza de este pueblo también obliga a hacerlo de su caída. Se cree que el declive sucedió por el fenómeno de lucha de clases, la riqueza de entonces estaba concentrada en muy poca gente, a pesar de ser una población muy grande (esto se sabe porque en el valle de Casas Grandes a cada 500 metros se puede encontrar un sitio arqueológico).

Además, creen que muchos vivían esclavizados porque todos tenían que contribuir al trabajo colectivo para construir y hacer crecer al pueblo.

En el mundo prehispánico

Este lugar es parte de la historia del sur de los Estados Unidos y del norte de México, toda esta región tiene una relación muy estrecha con Mesoamérica, pues creen que, al no tener una organización militar, no escaparon de imperios como el de los Mexicas o Toltecas que se fortalecían del tributo de las poblaciones menores.

“Paquimé finalmente logró un desarrollo que le permite tener hegemonía y soberanía de una región hasta la Sierra Madre y hasta el desierto de Samalayuca”, destacó el arqueólogo.

En este sistema regional se incluyen lugares como la Cueva de la Olla y 40 Casas, conectados desde la antigüedad a Paquimé. Actualmente el INAH tiene sitios para la vigilancia e información histórica de estos puntos.

Turismo educado

Los sitios arqueológicos de Chihuahua son un recurso para el desarrollo económico de la comunidad, destacó el director del proyecto Paquimé. “Con esto quiero pedir la empatía de los turistas y de nuestros visitantes para que nos ayuden a conservar estos lugares, yo no digo que no los disfruten, pero sí les voy a pedir que nos ayuden a conservarlos, que no se metan a los cuartos, que no rayen las paredes, no tiren basura, que no se metan más allá de las áreas que bien saben que no se pueden meter”.

El INAH tiene el recuento de más de 2 mil 500 sitios arqueológicos registrados en Chihuahua, sitios que solo podrán ver la luz si cuidamos los que actualmente se ofrecen para disfrutarlos y conocer el origen de nuestra historia.

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