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Hidalgo en Chihuahua: Patria y muerte

La ruta trágica del prócer de la Patria en la capital, amerita un recorrido de conciencia histórica por la ruta de los Insurgentes


Ruth González

Ruth González

Estatal |

Fotografía: Cortesía / Gráfico: Náyade Cruz  Net Noticias

Fotografía: Cortesía / Gráfico: Náyade Cruz | Foto: Net Noticias

“Llegó el momento de nuestra emancipación;

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ha sonado la hora de nuestra libertad;

y si conocéis su gran valor,

me ayudaréis a defenderla

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de la garra ambiciosa de los tiranos”

Miguel Hidalgo y Costilla

“Para la ceremonia se puso un altar con un crucifijo en medio de dos cirios encendidos, y se permitió a los lugareños acudir a presenciar el acto. El patio se llenó. Ante esa concurrencia, Hidalgo fue sacado de la celda y llevado al corredor. Ahí le quitaron los grilletes y procedieron a vestirlo con el alzacuello, sotana y ornamentos como si fuese a dar misa. Luego, se le obligó a ponerse de rodillas. El comisionado, en compañía del juez, procedió a informar a los asistentes la causa de la degradación. Después, con un cuchillo raspó las manos y las yemas de los dedos del prócer en señal de despojo de los derechos a tomar la ostia para consagrar. Procedió entonces a cortarle el pelo.

Hidalgo fue entregado al juez civil, quien le leyó la sentencia de muerte y lo hizo arrodillarse de nuevo, notificándole que al día siguiente sería pasado por las armas. Le fueron colocados los grilletes y fue conducido a su celda. La sentencia se cumplió [1].

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor es uno de los personajes más paradigmáticos de la historia nacional y de Latinoamérica. Su degradación y fusilamiento, en lo que ahora es la ciudad de Chihuahua, es uno de los pasajes más nefastos del inicio del levantamiento armado en busca de la independencia.

“La muerte de Hidalgo fue muy dolorosa física y espiritualmente”, así la describe el Mtro. Marco Antonio Gutiérrez, docente de la Licenciatura en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh).

Es importante destacar el contexto histórico al arranque de esta guerra que duró más de una década, antes de centrarnos en el personaje de Hidalgo, como lo explica el docente. “Cuando España tenía sus colonias en el Nuevo Mundo (lo que hoy es América) {...} en el contexto mundial se empezó a desarrollar más el sistema mercantil”. El rezago de España debido principalmente a un sistema altamente religioso, “se fue desgastando el sistema monárquico que tenía cientos de años”. Además, las corrientes liberales, surgidas principalmente de Francia, llegaron e influyeron en la Nueva España, fue el surgimiento de los países (como Estados Unidos de América) sobre las monarquías.

Gutiérrez menciona que en ese momento es cuando aparecen las conspiraciones. “Empiezan a cuestionar por qué existe un sistema de castas tan marcado. Los peninsulares tenían más privilegios que los criollos que eran hijos de españoles, pero nacidos en la Nueva España”.

En 1809, Hidalgo se sumó en Valladolid a la “sociedad secreta”, los independentistas. El plan era reunir un congreso para gobernar la Nueva España en nombre del rey Fernando VII, preso de Napoleón, y en su caso, buscar la independencia. Al ser descubiertos se mudaron a Querétaro.

“En casa de la Corregidora es donde se reúnen Allende, Hidalgo, Aldama, Jiménez, Domínguez, entre otros”. Finalmente fueron descubiertos también y esto apresuró el inicio del movimiento. “Tuvieron que adelantarse un poco, es por eso que Miguel Hidalgo da El Grito en Dolores, Hidalgo, y posteriormente empieza este movimiento al que se vinieron sumando miles de personas”.

Foto: Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor es uno de los personajes más paradigmáticos de la historia nacional y de Latinoamérica.

El Grito

El 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo alzó un estandarte de la Virgen de Guadalupe y acompañado de Allende consiguió reunir a un ejército popular. Tomaron las ciudades de Guanajuato y Guadalajara. Sin embargo, después de meses de lucha, comienzan las derrotas en Aculco y Guanajuato, llegó el desastre de la batalla del Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, Jalisco, el 17 de enero de 1811. La gran derrota se debió a la falta de adiestramiento militar, pese a que el número de rebeldes era mucho mayor a la de los realistas.

“La relación entre los líderes de la Insurgencia ya no era tan buena, con, por ejemplo, Allende. Se cuestionó mucho por qué Hidalgo no tomó la ciudad de México y se fue hacia Guadalajara”.

Posteriormente, en búsqueda de armas, se dirigen hacia Estados Unidos, pero no llegan, son capturados a traición en Acatita o las Norias de Baján, Coahuila, por el coronel Ignacio Elizondo.

“Son apresados por una situación que, en muchos sentidos, no hace honor al movimiento porque simplemente los esperaron atrás de un pequeño cerro y los iban apresando, tomando a los líderes del movimiento y los empezaron a conducir a lo que hoy es la ciudad de Chihuahua”.

Hidalgo, Ignacio Allende, Mariano Abasolo y José Mariano Jiménez esperaban ser recibidos “amigablemente” por Elizondo, quien los traicionó, estaba resentido con Allende porque no le había dado el nombramiento de teniente general [2].

“El indigno trofeo de la traición, consiste en 800 insurgentes prisioneros, entre los primeros: Hidalgo, Allende, Aldama, Mariano Hidalgo, Balleza, Santos Villa, Mariano Jiménez, Abasolo, Camargo; Zapata y Lanzagorta, mariscales de campo; Gregorio de la Concepción; Santa María, exgobernador de Nuevo León; Valencia, director de ingenieros; José María Chico, ministro de justicia de Hidalgo; Portugal y Manuel Ignacio Solís, intendente del Ejército” [3].

La razón de ser llevados hacia Chihuahua fue por ser considerada como un “trofeo” para el poder militar que regía. “En aquel momento había una división, sobre todo militar, de las Provincias, era básicamente una delimitación geográfica para la protección del territorio, en el caso de lo que hoy es Chihuahua, Durango y gran parte del norte y lo que hoy es el sur de EUA, la capitanía o el centro de la Provincia era en lo que ahora es la ciudad Chihuahua”, comparte el maestro.

“Algunos venían amarrados caminando y a Hidalgo se le condujo en una mula, encadenado a una silla. Debió ser muy difícil un traslado de semanas, llegaron muy golpeados por el camino y la derrota. Llegan por lo que hoy se conoce como Ávalos”.

Degradación, fusilamiento y barbarie

Los edificios de la ciudad de Chihuahua que enmarcan este episodio histórico, son distintos a los originales, pero reservan fragmentos de lo que fue el hospital y cuartel militar de la provincia. “Su llegada es muy interesante porque les hacen celdas en un edificio que ya no existe en la ciudad de Chihuahua. Durante la época colonial existió un colegio que pusieron los Jesuitas, hoy abarca lo que es el Palacio de Gobierno y lo que es la Casa Chihuahua. Cuando los Jesuitas son expulsados ese terreno se convirtió en un hospital y cuartel militar, permaneció la iglesia del colegio. Entonces, cuando llegan los Insurgentes, son colocados algunos en los cuartos del colegio militar, pero a Hidalgo le tocó la torre de la iglesia Loreto, por eso hoy en día cuando visitamos Casa Chihuahua, vemos una edificación dentro, porque se construyó sobre esta torre, es lo que permaneció”, explica Gutiérrez.

Preso Hidalgo tuvo el respeto de sus carceleros (el cabo Ortega y Melchor Guaspe, jefe en turno de la prisión), “pero, se le aplica todo el peso de la ley civil como eclesiástica”.

Para los realistas era inconveniente mantener vivos a los líderes insurgentes, en especial a Hidalgo. Los enjuiciamientos contra Hidalgo iniciaron el 29 de julio a las 6:00 de la mañana en el corredor del Hospital Real de Chihuahua. De acuerdo con los datos históricos, los encargados fueron el comisionado Francisco Fernández Valentín; el cura de Chihuahua, José Mateo Sánchez Álvarez; fray Juan Francisco García, guardián del convento de San Francisco; fray José Tarrasa; los jueces civiles Manuel Salcedo y Ángel Avella, y fray José María Rojas, notario del acto.

Foto: Los edificios de la ciudad de Chihuahua que enmarcan este episodio histórico, son distintos a los originales, pero reservan fragmentos de lo que fue el hospital y cuartel militar de la provincia.

Comenta el docente, “a Hidalgo se le enjuicia doblemente, hay que recordar que era sacerdote, entonces primero es enjuiciado por la orden religiosa, le despojan de sus vestimentas, todo lo que lo acredita como un clérigo y se le degrada, inclusive le raspan los dedos de la mano para que no pueda dar los sacramentos, se le excomulga, uno de los castigos más fuertes que se le puede dar a un eclesiástico. Al día siguiente se le notifica que la sentencia es de muerte y que va a ser fusilado”. A Miguel Hidalgo le pusieron grilletes y fue llevado a su celda.

Ese 30 de julio de 1811, “él decide desayunar chocolate, era muy adepto a tomarlo, hay una anécdota de que le llevan el chocolate en la mañana y le dan una ración menor, él dice: —no, porque el día de hoy sea fusilado me van a bajar la ración chocolate—. Antes de partir escribe en los muros de su celda unos versos que le dedica a sus carceleros, los cuales se perdieron (físicamente) cuando se construyó el actual edificio”, comenta Gutiérrez.

Fue trasladado de la iglesia de Loreto a los patios del cuartel militar (que hoy en día ocupa el Palacio de Gobierno). “Por eso podemos ver dos edificios (como la ruta de Hidalgo). Muchas veces la gente se confunde, se preguntan ¿por qué el calabozo está en lo que hoy es Casa Chihuahua y el altar a la patria está en Palacio de Gobierno? Porque se le llevó a Hidalgo a ese patio”, aclara el docente.

Ante el paredón, a Hidalgo se le puso un banco, acordó con el líder del pelotón no ser fusilado por la espalda. Él llevaba unos dulces y le da uno a cada soldado, les pide que disparen a su mano, colocada sobre su corazón, “desgraciadamente no resulta así, incluso le tienen que dar tres rondas de balazos, primero le dan en el abdomen, la segunda igual, termina prácticamente destrozado de su abdomen hasta la espalda. Hay testigos que dicen que no hubo mucha expresión por parte de Hidalgo, porque solo desde la silla donde estaba se le derramaron algunas lágrimas y para evitar el sufrimiento le pide al que estaba ordenando el fusilamiento que ponga el fusil en el corazón y que le dispare… debió ser un proceso muy doloroso para él”.

Sin embargo, la muerte no fue suficiente, la barbarie continuó. “Aún así, no terminó el castigo porque todavía, junto a otros líderes de la Insurgencia, se le corta la cabeza. El cuerpo es sepultado en el Templo de San Francisco y las cabezas son llevadas a Guanajuato y colgadas en Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), donde duran colgadas durante todo el tiempo de la Insurgencia, aproximadamente 10 años, son colgadas en pequeñas jaulas para que las vieran las personas como un recordatorio de lo que podía pasar”.

El prócer de la patria encendió la llama de la Independencia, misma que fue retomada por otro cura rebelde y liberal: José María Morelos y Pavón. Fueron 11 años de guerra, hasta el 27 de septiembre de 1821 terminó el domino español.

La trágica ruta en Chihuahua

Al visitar la capital del estado y seguir esta ruta trágica de Hidalgo hay que tomar en cuenta las recomendaciones del experto: “Casa Chihuahua y Palacio de Gobierno son puntos que les recomendaría para conocer la estancia de Hidalgo. El primero es un centro de patrimonio cultural que se encuentra en la Calle Libertad y 11va, es un edificio que servía como oficina de correos o palacio federal, que se inauguró en 1910, actualmente es un museo. Fue construido respetando una de las torres de la iglesia de Loreto y en esta estuvo el calabozo de Miguel Hidalgo, no hay que confundirla con el segundo lugar que recomendamos visitar, que es el Palacio de Gobierno, en este lugar estaban los patios del cuartel militar en donde fue fusilado”.

En Palacio de Gobierno se inmortalizó la muerte del prócer con un monumento. “El altar a la Patria, una escultura de Hidalgo donde está a punto de ser fusilado. Ahí mismo en Palacio, les recomiendo conocer un pequeño museo que, aunque no es el sitio histórico tal cual, es dedicado a Miguel Hidalgo, es manejado por la Secretaría de Cultura y dice mucho de la historia del movimiento de Independencia”.

Foto: "Ante el paredón, a Hidalgo se le puso un banco, acordó con el líder del pelotón no ser fusilado por la espalda (...) Él llevaba unos dulces y le da uno a cada soldado, les pide que disparen a su mano, colocada sobre su corazón". 

No debe faltar en este recorrido, el lugar donde reposó el cuerpo del líder insurgente, “la Iglesia de San Francisco está a un lado, pasando la Plaza del Ángel, en ese lugar estuvo el cuerpo de Hidalgo durante mucho tiempo. También van a ver algo muy importante, que son los retablos de la iglesia de Loreto, que cuando se derrumba las mandan ahí”.

Otra forma de seguir las huellas del insurgente: “en los años 60 construyeron una ruta con unas cabezas de águila que van dando el rumbo que tomó la Insurgencia, en el caso de la Casa Chihuahua, está por el lado de la calle Juárez, y pueden seguir ese camino”.

Debido a que el cuerpo de Miguel Hidalgo fue mutilado, finalmente , “sus restos reposan junto a los de los otros Insurgentes en el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México. Se construyó para dar reposo a los héroes de la Insurgencia. Porfirio Díaz, para 1910, justo 100 años después del movimiento de Independencia, organiza una serie de festejos a lo grande, entre ellos, la creación de este monumento”.

Si se desea rastrear el origen de este personaje se puede visitar también Pénjamo, Guanajuato, donde nació, en la Hacienda El Corralejo, un gran monumento está frente del lugar. “Pénjamo rememora mucho el personaje. También, cuando vayan a Morelia visiten la universidad, donde Hidalgo fue estudiante y rector. Él fue un personaje muy movido para su tiempo, una figura que le encantaba la literatura, las lecturas, etc., algo que se llevó hasta sus últimos momentos”. Este personaje nació el 8 de mayo de 1753.

Cuando se establece la República Mexicana, en 1824, se reconoció al héroe como el primer insurgente y Padre de la Patria.

“Hidalgo tuvo la gran virtud de ser de los primeros en luchar y realizar este levantamiento contra las tropas realistas”, concluye Gutiérrez. Para Miguel Hidalgo fue primero la patria, después la muerte.


[1]  Ramón, G. G. Degradación y fusilamiento de Don Miguel Hidalgo y Costilla. Actas de Fe.

[2] Carmona D. Memoria Política de México. Instituto Nacional de Estudios Políticos. ISBN 970-95193.

[3] Ibidem.

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