‘El silencio es complicidad’: 7 años del asesinato de Miroslava
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“Vengo de una tierra herida en la que aprendimos a vivir con el dolor extremo y en la que la injusticia se hizo costumbre. De un país en el que campea la narcopolítica y la necropolítica. Conocemos perfectamente el riesgo y algunos han optado por cumplir con su deber. Dos meses antes de que la mataran en el estado de Chihuahua, Miroslava Breach y yo nos preguntábamos por qué seguíamos. Ella se negaba a ser cómplice y yo a no defraudar a la gente que ha confiado y ha puesto su última esperanza en el periodismo. Miroslava tenía claro el riesgo de investigar la narcopolítica. La mataron el 23 de marzo, dos meses después asesinaron a Javier Valdez en Sinaloa por cubrir a las víctimas del narcotráfico”. Estas fueron las palabras de Patricia Mayorga, corresponsal de Proceso, al recibir un reconocimiento por parte del Committee to Protect Journalists (CPJ) en Nueva York, el 16 de noviembre de 2017.

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Preámbulo editorial

Han pasado siete años desde el crimen de Miroslava Breach Velducea. Recibió ocho balazos, murió frente a su hijo. Hasta hoy, José Crispín Salazar Zamorano, el “Tío Pin”, líder de Los Salazares (grupo criminal del Cártel de Sinaloa), y Wilberth Jaciel Vega Villa están prófugos.

Aún faltan responsables, faltan exfuncionarios omisos y/o cómplices a los que ni siquiera han investigado, faltan aquellos que eligieron, acomodaron o cambiaron a candidatos ligados con el narco en partidos políticos en Chínipas y otros municipios del estado y faltan los que aún lo hacen… falta justicia. Una justicia integral por el asesinato que marcó al gremio periodístico chihuahuense, un asesinato que cambió la vida de otras personas vulnerables que tuvieron que sobrevivir sin una madre, una hermana, una amiga… y falta la justicia para aquellas personas como Patricia Mayorga, que no ha sido protegida debidamente ni como testigo, ni como víctima pese a recibir las amenazas del mismo grupo delictivo que se mantiene vigente, dominante e impune en el estado.

Salomé Ramos Salmón está por terminar su segundo periodo como alcalde de Chínipas, su hermana Rafaela ha sido esposa de Jesús Alfredo Salazar Ramírez, alias “El Muñeco”, hijo del patriarca Adán Salazar Zamorano, ambos presos en Estados Unidos por narcotráfico.

El asesinato, el exilio y la exigencia aún no han sido suficientes para frenar la narcopolítica en Chihuahua.

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La entrevista

¿Qué pasa desde el 23 de marzo de 2017?

– Nos dejaron sin una gran periodista, una gran persona… como gremio nos ha marcado de una u otra manera… nos han cambiado a los que nos tuvimos que ir, como a los que se tuvieron que quedar, considero que cambió la forma de hacer periodismo para bien y para mal, en algunos casos.

Por el homicidio de Miroslava ha habido mucha simulación, todo mundo la reconoce, pero no hay duda de que a ella la mataron por su crítica tan puntual de escribir.

¿Cómo fue tu relación con Miroslava?

Tuve una relación profunda con ella en el quehacer periodístico. La recuerdo como le han llamado, una “diva muy humilde”, le tenía gran admiración.

La muerte de Miroslava develó mi vida, me fui lejos a reconstruirme, a recuperarme, a recordar con fuerza todo lo que ella quería para mí. Le preocupaba que yo estuviera deprimida, que no estuviera yendo con el médico (porque ella vivió lo que yo estaba viviendo). Yo veía a una Miroslava plena, con sus hijos, enfocada, estratégica, poniendo los puntos sobre las ies, una Miroslava feliz pese a todo lo que estaba pasando.

Era sarcástica, se protegía, era selectiva, bondadosa, pero era ella, a mí me marcó y te puedo decir que me costó, creo que dos años de exilio, sacármela de encima como carga, porque la presión social es muy dura: ʻpudiste haber sido tú, tú no eras como ella, ella no era como tú’. Eso es bien duro, nos han formado para la competencia, para ser mejor y creo que no es por ahí, creo que la competencia debe ser en otro lado o de otra forma.

Patricia como corresponsal de Proceso y Breach de La Jornada coincidieron en la cobertura y colaboración periodística cuando comienzan los primeros desplazamientos forzados en la Sierra Tarahumara, esto estrecha su relación profesional y personal.

Ella recuerda en particular un desplazamiento en Chínipas, “salían caravanas de carros por la carretera, se veían como hormiguitas, eran un éxodo”.

Mayorga había visibilizado además los asesinatos de activistas que estaban en contra de la tala clandestina. En 2014, en Urique, metieron a sicarios en la nómina de Seguridad Pública, “lo íbamos documentando para tener un panorama más grande”.

Del trabajo, la agenda en temas donde se presentaban violaciones a los derechos humanos, se entrelazaba también una cercanía personal: “cuando teníamos charlas intimábamos mucho, hablamos de mi depresión, exparejas, etc., eran pláticas profundas, ella se preocupaba por mí”.

¿Cómo coinciden e investigan los temas de narcopolítica?

– En Bachíniva estaba postulada la suegra de “El 80”, pero no solo eran Bachíniva y Chínipas (que fueron los que el PRI cambió después de que publicamos los reportajes), en estos casos nos referimos a Silvia Mariscal, quien fue antes secretaria del Ayuntamiento por el PAN en Bachíniva, y Juan Salazar Ochoa, sobrino del líder de los Salazares.

Cuando hacen los cambios de candidatos (2016), después ya no publicamos a quienes pusieron, pero también eran cercanos a estos cárteles, le tuvimos que bajar un poco porque fue cuando recibimos el primer mensaje. Ahora puedo decir que fue amenaza, pero en ese momento no lo veía así.

Fue a través de familiares de Miroslava (que vivían en Chínipas). Ellos pidieron que le dijeran a ella (Miros) y a su amiga de Proceso que ya dejaran de cubrir a los Salazares y el desplazamiento. A la par, había un ambiente de decir “no” en el PRI y el PAN, sobre todo con Alfredo Piñera, que ya dejáramos de cubrir esos temas.

La tensión entre Miros y Schultz (exalcalde de Chínipas) comenzó a escalar, “era un personaje oscuro y ahora lo podemos confirmar”. En agosto de 2016 ya había mucha presión por parte de él para que ella dejara de escribir. “Ella me dijo: ya hablé con Corral y sí va a calmarlo”.

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¿Tuvieron temor? ¿Cuándo comenzaba a aumentar el riesgo?

Yo siento que me protegió mucho, que no me decía todo. Por ejemplo, en febrero de 2017 llegó gente del municipio de Madera (cuando el gasolinazo), iban al Congreso. Ese día la habían amenazado de nuevo con mensajes a su familia y pensamos en volverle a decirle al gobernador Corral, ver si había avances, también fuimos varias veces con Peniche (el fiscal). Le preguntamos, ¿no va a detener a nadie? Todo mundo sabe dónde está “El Chueco”, Los Salazares, y siempre decía que no era fácil, que ya cuando iban estaban alertados. La verdad es que nunca ha habido voluntad, hasta hoy.

Ese día platicábamos de cómo me sentía yo, ella estaba muy emocionada porque su hija ya se iba a casar, era su adoración. Hablamos del miedo y me preguntaba, y tú ¿por qué sigues? –es que creo que como periodistas somos la última esperanza de mucha gente–. Ella dijo: es que si nos callamos vamos a ser cómplices.

Todo esto venía de Chínipas, de ningún otro municipio hubo alertas o amenazas.

Miroslava no recibió protección, pese a que el exgobernador tenía conocimiento de las amenazas.

¿Debería también el exgobernador Javier Corral responder por esto?

Por supuesto que debe responder Corral y medio mundo, nos han quedado a deber y no se ha investigado. ¿Quién puso a estas personas como candidatos? ¿Quién los ordenó poner y quién los quitó de la lista del PRI? Después de que publicamos los reportajes, ¿por qué no se investigó eso?, y estas condiciones hostiles en las que trabajamos desde el gobierno de César Duarte hasta el de Corral y que todo eso lo declaren.

¿Cómo te enteraste del asesinato de Miroslava?

– Ese día me iba a concentrar en mi trabajo, era sobre los municipios sin control policiaco y las protestas, fui a cubrirlo, eran dos reportajes, pero veo que parpadeaba mucho mi teléfono, contesto y era un visitador de la CNDH, conocido, y me pregunta: oye, ¿qué opinas del homicidio de Miroslava? ¿No sabías? -Ya no pude hablar-.

Algunos reportaban que todavía estaba viva (me aferré a eso). Me empezaron a hablar, la siguiente llamada fue de Corral, me dijo: para decirle que ya van a su casa (no sé cómo supo mi dirección) dos escoltas, no la van a dejar sola. Yo le dije, a mí no me ponga escoltas, usted bien sabe quién la mató, yo voy a ir su evento (iba a tener un evento en el inforaj), voy a ir y no voy a parar hasta que se haga justicia. Me dijo: haga lo que quiera, pero desde ahora su seguridad es mi responsabilidad. Le respondí: lo único que le pido es que saquen a mi hija de aquí.

Me fui al Congreso, ahí estaban todos los compañeros del gremio y de ahí nos fuimos al evento que se suspendió, luego Corral dio una rueda de prensa, más tarde. Y recuerdo que dijo no había habido amenazas….

Después del evento, le dije: usted sí sabía que la habían amenazado.

De la exigencia al peligro

Yo estaba muy enojada, duré días haciendo reclamos, todo mundo quería que me fuera. Hasta que un día viene Propuesta Cívica y Los de a Pie como observadores del caso.

Hubo una serie de reuniones posteriores al asesinato. En una, Corral me dijo: ¿Se puede quedar? Oiga, necesito que vaya a reconocer una voz de unas llamadas que le hicieron a Miros, “como de un delincuente o sicario”. Le comenté que nosotras no hablábamos con delincuentes. Al comentarme sobre el mensaje, le respondí, ese fue Alfredo Piñera (vocero del PAN). “No puede ser Alfredo, yo le hubiera reconocido la voz”. Pues aunque no la reconozca era él, finalmente cuando lo escuchó, en efecto, era él.

Estos audios los encontraron en una computadora de Jaciel en una casa de seguridad. Recuerdo que el MP estaba insistiendo en que yo dijera que fue un narco y que Miroslava se les puso a las patadas, les dije que lo había hablado con ella esa vez. Y me preguntaron: ¿quieres ampliar la declaración? Fui al otro día y conté todo.

Del exilio al retorno

– “El país que me recibió fue Perú, donde estuve primero seis meses y posteriormente un año con dos meses. Allá vivía el duelo por el asesinato de Miroslava Breach y también los duelos de las pérdidas que implica un exilio”.

“Salí de la Ciudad de México con mi hija el 2 de mayo de 2017”. [1]

“Mi ausencia física de Chihuahua fue otro reto. La gente, mis amigos, mi familia, siguieron su vida sin mi presencia y cambió la situación, están y estuvieron de manera distinta. Es un proceso que duele profundamente entender, pero da otra perspectiva y te enfoca”.

“En mayo de 2020, la pandemia permitió acelerar mi retorno a Chihuahua de manera intermitente”.

“Decidí no dar aviso a las autoridades de mi retorno, principalmente porque desconfío de los procesos de seguridad”.[2]

¿Te protegieron de manera correcta? ¿Te sientes segura?

Hasta ahora no soy reconocida como víctima, tampoco he recibido el trato de un testigo protegido. Ha habido campañas de desprestigio en mi contra. No me podían poner como víctima del caso porque era testigo protegido y me quedé como que en el limbo.

Por las redes de las que he aprendido y me he apoyado, me he capacitado, he aprendido primero que tenemos que hacernos cargo nosotros mismos de nuestra seguridad, en lo individual y en lo colectivo, porque la autoridad no nos va a defender. Pero en ese fortalecimiento nuestro de aprender, es importante exigir a la autoridad de que nos tiene que proteger.

Los periodistas siguen en riesgo, ¿cambió algo en el gremio?

– El gremio en sí (no hablo de los medios de comunicación) trabaja vulnerable, tanto por la publicidad condicionada, como los grupos delictivos y la corrupción política.

Eso nos interesa mucho colocarlo porque esto, en México y en Chihuahua obviamente ya está la figura legal, se debe estar aplicando el análisis de contexto. Desde la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos han impulsado juicios, no como el del caso de Mireya, la chica trans que está todavía en proceso, o el juicio de los activistas Julián Carrillo y su hijo (de Coloradas de la Virgen). Esa sentencia es histórica en Chihuahua porque el tribunal reconoció como víctimas a toda la comunidad y exigió medidas cautelares para toda la comunidad y está obligada la autoridad (quien sabe si lo haga) a dar con los autores intelectuales.

Nosotros también podríamos como gremio ver que estos homicidios a periodistas se retomen y evalúen con análisis de contexto, porque no es justo que ni siquiera tengamos acceso ni a los expedientes a los que nos han cambiado la vida, la muerte de un compañero o compañera.

¿Qué hay y qué falta?

– En Chihuahua tenemos dos sistemas de protección, una de la CEDH, que no ha funcionado como tal, no hay nada estable, ni siquiera una forma de operar ese sistema. Luego está el de la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos, que es para personas defensoras y periodistas, ese no lo han socializado.

¿Tenemos esperanza, después de Miroslava?

– De las cosas buenas que surgieron tras el asesinato de Miros es que hay más medios independientes como La Verdad, Circuito Frontera, Yo Ciudadano y los compañeros dentro de medios establecidos que tratan de dar batalla desde adentro. Sí creo que hay estos esfuerzos de periodistas dentro del gremio. Pero por otra parte, la mayoría se acomodó, se silenció y se resignó.

¿Y de Chínipas y la impunidad?

– “Yo conozco lo que hay debajo de cada piedra de Chínipas”, decía Miros. Creo que nunca me dijo todo lo que sabía, me protegía y a su familia también.

En el colectivo social, Chínipas no era lo que es ahora, sin embargo, Chínipas continúa igualito (después de Miroslava), sin Schultz porque está en la cárcel, sin “El Larry” porque está en la cárcel, pero con el sistema criminal y político idéntico, con “Los Señores del Pueblo”.

No soy optimista en cuanto a que se pueda alcanzar una justicia plena, no sé si la alcancemos a ver, pero creo que sí podemos hacer más mientras mantengamos viva la memoria, que esa nos corresponde como gremio, la memoria y la exigencia.

La semilla de Miros y Raíchali

Patricia Mayorga fundó en octubre de 2018 un medio de comunicación independiente: Raíchali, que significa “palabra” en rarámuri. Su cobertura abarca problemáticas del campo, corrupción y violaciones de derechos humanos en la región serrana de Chihuahua.

Forma parte de la Alianza Tejiendo Medios de Periodistas de a Pie: Raichali y La Verdad de Chihuahua; Revista Espejo e Inndaga de Sinaloa; Amapola de Guerrero; Página 3 e Itsmo Press de Oaxaca; LADO B de Puebla; Chiapas Paralelo de Chiapas; Pie de Página de Ciudad de México; Pop Lab de Guanajuato; Perimetral, Letra Fría, Zona Docs de Jalisco y Elefante Blanco de Tamaulipas. También forma parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte (Border Hub).

“Nuestra principal forma de hacer justicia es recordarnos que estamos vivos, recordarnos que queremos vivir, no sobrevivir. Hay que entrenar hasta las emociones y ser más estratégicos en nuestras coberturas, reconocernos como periodistas que queremos hacer periodismo, que valga la pena la vida de ellos o el sacrificio de ellos en nuestras propias vidas”.

El silencio es complicidad y hay muchas maneras de no quedarse callado”.


[1] “Estoy desplazada ¿verdad?: testimonio de Patricia Mayorga”, (22 de enero 2024) Raíchali

[2] Ibidem


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