Cristina Treviño: en la lucha por la  inclusión  y un trato digno
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"Me trajo al mundo mi abuelo, el doctor Treviño Garza, dueño de maternidad La Luz, el 2 de julio de 1982 en la ciudad de Chihuahua”, relata Cristy Treviño, como la conocen con afecto en las organizaciones de la sociedad civil, donde se mueve con naturalidad.

La abogada de profesión, egresada de la facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh) es la actual coordinadora ejecutiva de la Red de Discapacidad, un organismo que entrelaza acciones a favor de las personas con discapacidad en el estado de Chihuahua y que se logra gracias al trabajo conjunto con las asociaciones civiles que atienden diferentes tipos de discapacidad.

Sin barreras que la detengan

Alma Cristina Treviño Olivas ha sido una mujer de lucha desde su nacimiento, ya que fue diagnosticada, poco después de nacer, con hipoxia neonatal lo que le produjo afectaciones en la motricidad y el habla por la falta de oxígeno: “todo el tiempo me veían en sonografía y los doctores decían que venía sana. Mi cerebro estaba bien, mis extremidades igual, pero a la hora del parto no lloré. Tardé de cinco a siete minutos para llorar y se asustó todo mundo. Gracias a Dios lloré y efectivamente, sí hubo secuelas de eso: “es mi toque sexy de mi discapacidad”, relata Cristy con simpatía.

Su padre Sergio Treviño Fernández y su madre, ingeniera de profesión, Alma Olivas González, la llevaron a Houston para ser atendida por un médico de renombre, también chihuahuense, quien les aseguró que su problema, como señala Cristy, iba a ir mejorando con el tiempo: “yo era una muñeca, pero de trapo. No podía detener solita ni mi cabeza”, comparte Cristy.

La abogada recuerda haber tenido una infancia feliz como hija única, disfrutaba de una relativa libertad para jugar, patinar, andar en bicicleta o llenar su habitación de juguetes, incluso disfrutar del campo en el rancho de sus abuelos en Anáhuac, donde cosechaba zanahorias, jugaba con la tierra y los animales. Comparte que de algún modo su padre la impulsaba a ser perfeccionista: “yo tenía que ser la mejor hija, la mejor prima, la niña bien portada… Y eso hizo que de algún modo intentara cubrir mi discapacidad”, explica Treviño.

Su adolescencia la vivió en escuelas regulares, donde fue víctima de bullyng, pues los y las jóvenes de su edad solían ignorarla de algún modo al ver que tenía una discapacidad: “lo malo de la historia fue que cuando me empezaron a gustar los chicos y yo decía: ¿por qué no me pelan? Si no estoy gorda, ni estoy fea…”, Cristy reconoce que sufrió en esa etapa de su vida, se sentía aislada en un mundo construido para personas “regulares”, como se les llama a personas que no padecen una discapacidad.

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Un mundo de inclusión

La abogada recuerda que en la escuela particular donde cursó sus estudios de secundaria y preparatoria no había ningún tipo de inclusión, ni programas de apoyo a estudiantes con discapacidad. No existían leyes ni reglamentos que impulsaran ese tipo de acciones como en la actualidad, lo que acentuaba aún más las dificultades para el acceso a una educación y formación igualitaria.

Todo cambió para ella cuando accedió a una plataforma de reuniones sociales a través de un chat, donde se hizo llamar “Bambita”, un seudónimo que le permitió interactuar virtualmente con otras personas y paulatinamente accedió a espacios de convivencia presencial sin sufrir rechazos: “empecé a tener novios, podía ir al antro, en ese tiempo ingresé a la universidad y mi experiencia reciente en sociedad me ayudó para quitarme toda esa vergüenza que yo compré años atrás”, dice nostálgica.

Cristy Treviño relata que estudió Derecho influenciada por la experiencia vivida tras el divorcio de sus padres. Su paso por un juzgado, siendo solo una niña de 12 años, la hizo pensar en defender a las madres. Luego se convirtió en una vocación.

Al principio de su carrera se desenvolvió en el derecho ambiental y agrario. Por algún tiempo buscó colocarse en alguna oficina pública como abogada, pero recibía, de nueva cuenta, conductas de exclusión laboral debido a su discapacidad: “nadie se atrevía a contratarme”, explica Treviño.

En 2009 se enamoró de la Red de Discapacidad, explica Cristy, cuando asistió a un evento preparado por las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que promovía acciones de promoción y defensa de derechos de las personas con discapacidad.

Al poco tiempo se convirtió en la primera persona física que fue admitida como integrante del organismo, ya que en ese tiempo no pertenecía a alguna asociación o institución, que era uno de los requisitos para pertenecer. A partir del 2014 fue designada coordinadora ejecutiva de dicha Red, cargo que ostenta a la fecha.

Con el paso de los años Cristy Treviño se ha convertido en un símbolo de inspiración para personas con discapacidad y para sus familias, así como para personas regulares que aún desconocen todas las acciones pendientes en múltiples contextos en la sociedad para consolidar una verdadera inclusión.

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“Realmente fue el apoyo de mis papás, quienes se dieron cuenta que yo tenía, entre comillas el problemita, que ahora sabemos se llama discapacidad, y la apertura con la que atendieron mi situación, lo que nos dio un aprendizaje. Ellos veían mi discapacidad con total normalidad, por eso es que yo deseo contagiar a todos los padres que tienen hijos o hijas con discapacidad esa misma actitud”.

Su compromiso en defensa de los derechos de las personas con discapacidad le ha valido este año la distinción que otorga el Congreso del Estado de Chihuahua como Mujer Destacada, con el reconocimiento “Guadalupe Sánchez de Araiza“, entregado a mujeres que se distinguen por su labor y compromiso con la comunidad, a través de las OSC.

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