
Chihuahua.- Los integrantes de las células criminales de algunas comunidades serranas, arrebatan las tarjetas de los programas sociales y cobran el dinero de los beneficiarios quienes ven poco o nada del efectivo que les pertenece, aseguró una persona desplazada de una localidad cercana a Baborigame, en el municipio de Guadalupe y Calvo.
Él se mantiene fuera de su comunidad desde hace tres años y se vio obligado a salir porque no quiso firmarles a los malandros unos papeles con los que permitía la invasión de casas, la destrucción del bosque y el saqueo de minas de la zona.
Tras la negativa, fue vigilado día y noche y al sentir la amenaza, pidió apoyo para huir de su comunidad. Atrás dejó el patrimonio que le había heredado su abuelo: tierras sembradas con maíz, frijol y papas, así como vacas, chivas y gallinas.
Hoy ya no existe, fue robado, vendido o consumido para el sustento de los criminales de la zona.
Su papá fue asesinado en 1980 por no ser dejado, combatir a los criminales y llevarlos amarrados hasta Guadalupe y Calvo a fin de ser juzgados por la Ley. Eso no le gustó a quienes se dedican a los ilícitos y lo mataron.
“Todos los que tienen cargo los matan, los mañosos no dejan trabajar. Así le pasó a Julián (Carrillo Martínez) y a Isidro Baldenegro, no los dejaron trabajar bien como debería de ser”, asegura el hombre que no rebasa los 30 años y ya cuenta con esta historia sobre sus espaldas.
Se mueve entre diversas instituciones pidiendo la presencia de la Guardia Nacional o del Ejército Mexicano para que garantice la seguridad de la comunidad y poder realizar su vida y sus tradiciones de manera normal.
Sigue con la esperanza de volver a su comunidad que está a tres horas por terracería de la comunidad más cercana, aunque la situación parece que no cambiará mientras no sean escuchadas y atendidas sus denuncias.