LA CERCANÍA entre Chihuahua y Texas no solo es un límite geográfico, es también una línea de conexión donde convergen desafíos y oportunidades. En ese punto coincidieron la gobernadora Maru Campos y su homólogo Greg Abbott, durante una reunión en la ciudad de Austin centrada en tres temas que no conocen de muros, migración, seguridad y desarrollo económico.

Ambos mandatarios asumieron la necesidad de trabajar de manera conjunta en soluciones que reconozcan la interdependencia de sus estados. Chihuahua no puede mirar al norte sin reconocer el impacto que tiene Texas sobre su economía, ni Texas puede ignorar que buena parte de su dinamismo y seguridad está ligada a lo que ocurre al sur de su frontera.

Durante el encuentro se acordó fortalecer la coordinación entre gobiernos para atender fenómenos como los flujos migratorios y el combate al crimen organizado, al tiempo que se exploraron nuevas vías para incentivar la inversión regional.

De lado chihuahuense participaron los titulares de Seguridad Pública y Desarrollo Económico, así como representantes del empresariado local a través de Ficosec.

Por parte del gobierno texano estuvieron presentes funcionarios clave en comercio, seguridad y relaciones binacionales, reforzando la lectura de que estas reuniones son espacios de negociación práctica.

Más allá de las diferencias políticas o los enfoques particulares en temas como migración o control fronterizo, Chihuahua y Texas comparten una frontera viva, atravesada diariamente por mercancías, trabajadores, estudiantes y familias enteras. El bienestar de esa frontera no depende solo de decisiones nacionales, sino de la voluntad local de construir confianza mutua.

Los problemas de la frontera no pueden resolverse desde lejos. Se resuelven, o al menos se enfrentan mejor, cuando quienes gobiernan ambos lados se sientan a hablar.


LA FRONTERA ya no puede entenderse como una línea divisoria. Las ciudades de El Paso, Las Cruces y Ciudad Juárez llevan años funcionando como una misma comunidad, entrelazadas por la economía, la cultura, los vínculos familiares y ahora, por una visión común.

Ahora, en un esfuerzo conjunto, sus autoridades buscan dar el siguiente paso, presentarse ante los gobiernos de México y Estados Unidos como una sola región con visión compartida.

La propuesta fue planteada por el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, durante el “Progress 321 Borderplex Mayoral Panel”, realizado en el Teatro Plaza de El Paso, Texas.

Ahí, junto a los alcaldes de El Paso y Las Cruces, Cruz habló de la necesidad de construir un plan conjunto que beneficie a toda la región, más allá de las divisiones políticas entre estados o países.

Pérez Cuéllar destacó que los retos deben enfrentarse con unidad y no con pleitos partidistas. Subrayó también los avances en materia de seguridad en Juárez, señalando que los índices de criminalidad van a la baja y que su administración ha hecho la mayor inversión en tecnología del país en ese rubro. Asimismo, ante el próximo cierre de carga comercial en el Puente Córdova, anunció que buscará recursos federales para mejorar las rutas hacia Santa Teresa y Tornillo, lo que puede convertirse en una ventaja logística para la región.

Por su parte, Renard Johnson, alcalde de El Paso, reafirmó su compromiso con la colaboración regional. Agradeció a sus colegas por promover las fortalezas de esta comunidad binacional y resaltó que, pese a lo que a veces se piensa desde fuera, esta es una región cálida, segura y con gran potencial de crecimiento.

Desde Las Cruces, el alcalde Eric Enríquez hizo énfasis en la solidaridad entre ciudades vecinas. Dijo que trabajar juntos implica atender las necesidades del otro y ayudarse mutuamente. También destacó el valor de la interculturalidad como una base sólida para afrontar desafíos y pensar a largo plazo.

Este tipo de encuentros, lejos de ser simbólicos, pueden marcar el rumbo de una nueva etapa para el Borderplex. La cooperación entre ciudades es una estrategia necesaria. Las relaciones familiares, comerciales y sociales ya cruzan diariamente la frontera; ahora es momento de que la planeación y la política hagan lo mismo.

El paso más ambicioso será presentarse ante Washington y la Ciudad de México como una sola región. No para pedir, sino para proponer.


POR PRIMERA vez, los aspirantes a cargos en el Tribunal Superior de Justicia del estado tendrán la oportunidad —y la obligación— de debatir públicamente sus ideas. El Instituto Estatal Electoral aprobó el calendario de encuentros que permitirán a la ciudadanía conocer directamente las propuestas de quienes buscan llegar a los distintos órganos judiciales.

Los debates se desarrollarán del 12 al 15 de mayo. Iniciarán con quienes buscan integrarse al Tribunal de Disciplina Judicial, seguido por los aspirantes en materia civil, familiar y penal. Todos se transmitirán a las 18:00 horas y podrán ser replicados libremente en medios de comunicación, redes sociales o sitios personales mediante un código embebido proporcionado por el IEE.

La inclusión de debates públicos en este proceso introduce un mecanismo adicional de evaluación para quienes aspiran a un cargo judicial. Estos espacios permiten conocer, más allá de los perfiles curriculares, las posturas, interpretaciones y criterios con los que cada persona enfrentaría su función como juzgador o juzgadora. Permite saber cómo piensan, cómo defienden sus ideas, cómo entienden la ley y qué criterios los guían.

Este ejercicio de apertura representa una oportunidad para fortalecer el diálogo entre la ciudadanía y el sistema judicial, y ofrecer mayor claridad sobre las propuestas de quienes buscan formar parte de una de las instituciones más relevantes en la vida pública del estado.


LA CONVERSACIÓN sobre reducir la jornada laboral en México ya no está solo en manos de especialistas. Ahora también en los congresos, en las oficinas, en las sobremesas. Esta semana, el diputado Cuauhtémoc Estrada Sotelo, coordinador de Morena en el Congreso de Chihuahua, propuso que el país avance hacia una jornada de 40 horas semanales, pero de forma gradual, permitiendo que tanto trabajadores como empleadores se adapten a la transformación.

Lo anterior, luego de que el pasado 1 de mayo, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que el país avanzará hacia una semana laboral de 40 horas, con la meta de implementarla plenamente en enero de 2030. Proceso que dijo, será gradual y se construirá mediante mesas de diálogo entre trabajadores, empresarios, sindicatos y académicos, que iniciarán el 2 de junio.

México es uno de los países donde más se trabaja y, paradójicamente, donde menos se gana. De acuerdo con datos difundidos recientemente por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y el Gobierno de México, las y los mexicanos laboran en promedio 2 mil 226 horas al año. Esa cifra coloca al país en el primer lugar entre los miembros de la OCDE, por encima de Estados Unidos, Chile, Corea del Sur o España. En contraste, el promedio de esas naciones se acerca más a las mil 700 horas anuales. Aun con ese esfuerzo, los resultados no se reflejan ni en productividad ni en bienestar.

En medio de este escenario, Estrada Sotelo explicó, que podría reducirse primero a 46 horas semanales, luego a 44 y así hasta alcanzar las 40. Esto permitiría que las empresas reorganicen sus procesos sin recurrir a despidos o recortes, y que el país se mueva hacia un modelo más equilibrado sin frenar su economía.

El legislador reconoció que no todas las partes estarán de acuerdo, pero insistió en que el debate ya no se puede evitar.

Reducir las horas laborales no solo significa salir más temprano. También puede significar pasar más tiempo con la familia, estudiar algo nuevo, cuidar la salud mental, incluso tener segundos empleos más dignos. Se trata, en el fondo, de cómo se reparte el tiempo y la vida.

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