En nuestra ciudad, la lucha contra la basura ha encontrado una nueva herramienta. Sí, porque cuando los botes de basura no bastan, cuando las campañas educativas se convierten en papel arrugado junto al bordillo, el Municipio ha decidido que la vergüenza pública es la última línea de defensa.
Bienvenidos a la era de "El Cochino de la Semana", donde los protagonistas no buscan fama, pero la encuentran... entre botellas de plástico y envolturas de papas con salsa.
La idea es tan sencilla como poderosa, quien sea sorprendido arrojando basura en espacios públicos será exhibido en redes sociales, cual trofeo de la incivilidad. Un “cuadro de honor” invertido, donde el único mérito es la desvergüenza. ¿Exagerado? Tal vez. ¿Eficaz? Ya lo veremos. Pero al menos es más creativo que esos letreros pasivo-agresivos que dicen “Multa de 5 mil pesos al que sea sorprendido tirando basura”.
Y es que, a estas alturas, pretender que la ciudadanía entienda el concepto básico de "no tires basura" parece tan utópico como pedirle a la luna que ‘deje de brillar’. Porque no nos engañemos: el problema no es la falta de infraestructura, ni siquiera la falta de campañas, sino la falta de esa cosa anticuada llamada sentido común. Y como el sentido común ya no se enseña ni en casa ni en la escuela, tal vez Facebook sea la nueva aula cívica.
Ahora bien, no faltará quien grite “¡linchamiento digital!”, “¡violación a la privacidad!” o incluso “¡moralina disfrazada de justicia social!”. Y tienen razón, en parte. Pero, ¿no es también una violación a la convivencia tirar un colchón al canal, una bolsa al parque, una llanta al dique? Si algo nos ha enseñado el caso de Lord Llantas es que la viralidad tiene más dientes que cualquier reglamento municipal. Y si hay que apelar al escarnio digital para que pensemos dos veces antes de lanzar una cáscara de plátano a la vía pública, pues que vengan los memes y los hashtags.
Eso sí, esperemos que esta campaña no se convierta en cacería de brujas ni en concurso de quién captura más cochinos para ganar seguidores. Porque de eso a los justicieros del teclado hay un solo paso —y muchas ganas de likes. Sería lamentable que el civismo se transforme en espectáculo, y que la limpieza dependa de la humillación.
Pero mientras tanto, que tiemblen los cochinos urbanos. Que sepan que sus cinco segundos de imprudencia pueden terminar en una fama nada envidiable. Y que, por primera vez, la basura que tiran podría devolverles la mirada... desde la pantalla de su propio celular.
Porque en esta ciudad que todos decimos amar, pero pocos cuidamos, quizá lo que necesitamos no es una multa, ni una clase de ética, sino un buen espejo —aunque sea en forma de post viral— que nos recuerde que la suciedad no está solo en el piso, sino en la indiferencia con la que pasamos sobre ella y esa no es la idea…