Ciudad Juárez.- La Selección Nacional de Baloncesto de los Estados Unidos puso broche de oro a su participación perfecta en la AmeriCup de la especialidad coronándose campeona del certamen venciendo a Canadá por marcador de 108-71
Se peleaban en la duela dos tercios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Cambiaban los aranceles por una pelota. Era la Real Policía Montada la que quería revancha desde hacer dos años con la Oficina del Sheriff. Así arrancaba la final de la AmeriCup Sub-16 entre Estados Unidos y Canadá.
Sin tarifas
La hoja de maple empezaba mal y de malas: no le quitaba el celofán a la canasta en cuatro intentos y Estados Unidos ya ponía el asunto 8-0 a su favor.
10-3 con medio cuarto por jugar. Beckham Black no erraba con cuatro puntos y la mano caliente como microondas, los rojos seguían enclochados…No maquinaban. De un lado de la duela el Team USA defendía mejor la pintura que el muro fronterizo, del otro…Jordan Page hacía una clavada de gente grande
Era de nueve el dígito de desventaja al cierre de los primeros 10. No se veía por donde entrar para el equipo rojo y los números hablaban por sí solos: efectividad de solo 9 por ciento en tiros de campo. 28-19 el parcial al término del primer cuarto.
We have lift off, dijo la NASA
El segundo cuarto empezaba a tambor batiente y con un triple desde la esquina cortesía de Marcus Spears. Levantaba la mano al aire mientras caía la naranja a través de la red. No se le iba una sola asignación a la defensa americana.
Despegaba la nave en medio del segundo periodo. La diferencia se hacía larga como cuello de jirafa y eterna como la culpa de Judas Iscariote. 17 unidades de margen junto con una clase magistral de achique en la llave impartida por cinco pulpos. 21 rebotes totales para Estados Unidos.
Empezaba a faltar confianza en el cuadro del norte. Había oportunidades de triple claras que no se tomaban. Pasaban la pelota como si quemara y con todo el miedo del mundo a equivocarse. Eso sí, le salía un putback a Jordan Fisher y el público mexicana (representando al último cacho del T-MEC) se lo aplaudía.
60-35 el luminoso para el medio tiempo. Al lado del marcador quedaba la postal de las dos quintetas llénense al vestidor: los muchachos de Scott Fitch salían corriendo, cantando como militares. Los de Chris Cheng caminaban despacio, cabizbajos, se voltean a ver en medio de un silencio sepulcral.
Rice was cooked
Tercer cuarto que parecía sin cambios en su trámite. El ritmo y la fuerza la ponía el conjunto del Tío Sam. Clarence Rosser Jr. sumaba 16 puntos en su cuenta y la ventaja se duplicaba: 70-35.
“Take it”, “shoot it”, le gritaban a Canadá desde el banquillo. La cosa ya no era ganar, era morir de algo. Era cuando menos, perderle el miedo al gigante de las barras y las estrellas. A lo mucho retenían posesión de balón, no obstante, los brazos ya estaban bajados.
Noah D’Acre encestaba un triple de pura honra, se llevaba el aplauso de medio Juárez. Claro que con la vergüenza deportiva no bastaba y el marcador era insuperable: 85-52 el parcial. El arroz ya estaba cocido.
Perfectos
Fieles a su costumbre, los hijos de la Estatua de la Libertad no quitaba el pie del acelerador en los últimos 10 minutos de compromiso.
Los separaban cinco minutos de la gloria y aun así seguían clavando triples desde la distancia que parecía llegar desde el otro lado del Río Bravo. 100 a 58 el marcador cuando el seleccionado de Puerto Rico se empezaba a retirar del graderío. En Canadá daban ganas de que el cronómetro avanzara más rápido que el metro de Toronto.
Se armaba con antelación el templete de la celebración y un extremo de la cancha se empezaba a llenar de caballeros de pantalón largo.
Al final nadie la gana al Padre Tiempo y se nos acabaron los 60 segundos. El marcador leía 108-71. Estados Unidos era campeón del continente.