Ciudad Juárez- Los Indios de Ciudad Juárez volvieron a conocer la derrota la noche de este viernes, cayendo por pizarra de 10-7 ante los Algodoneros de Delicias en un duelo muy cerrado y de mucho roce en las tierras de Juan Gabriel.
Fueron los tetracampeones los que arrancaron a tambor batiente con cinco carreras en las primeras dos entradas cortesía de Aarón Sillas e Idelfonso Amaya. Todo esto con el debutante Felipe Hernández puesto sobre la placa.
No fue hasta el quinto rollo cuando todo se le cayó a la novena agrícola y a un Pablo Cortez que se había desecho el brazo y no aguantaba más. Oziel Méndez pegaba un fly de sacrificio para remolcar a Giancarlo Servín, añadiendo al esfuerzo ofensivo de la segunda entrada, dejando la pizarra 5-4.
La cosa se acabó de venir abajo para los naranjas en la baja de la séptima entrada cuando Eudor García sacó el poder y mandó la bola a volar por todo el jardín derecho para empatar el asunto a cinco carreras por bando.
Poco le iba a durar el gusto a los de Iván Gallegos porque apenas medio cuadro más tarde Andrés Ledezma ya le había regalado un palo de vuelta entera a Óscar Jaramillo para el 6-5.
Alonso Mendoza iba a seguir la fiesta con un sencillo productor que arrastró a Armando Lara hasta el plato para el 7-5. Ahí no pararon los palos por que el que le siguió fue René Delgado con sus dos impulsadas en un sencillo para el 9-5.
Las última dos carreras teporacas fueron obra y arte de un par de sencillos provenientes de los maderos de Óscar Sígala y Giancarlo Servín en la baja de la octava.
Ya en la alta de la novena, la novena fronteriza terminó de dejar ir la victoria con Darío Gardea en la lomita: el de la Liga Niños Héroes permitió entrar la décima y fatídica carrera con un sencillo de Óscar Jaramillo que seguía intratable. Ese mismo rollo vio a José Manuel “Perica” Hernández, coach de picheo de los Indios, salir del campo más botado que canica por el cuerpo del ampáyers después de alegar bolas y strikes.
Ya para la baja de la novena los supremos cuatro veces campeones le prestaron las costuras a Edgar Manzo que apenas si sudó para finiquitar las hostilidades.