Parral, Chihuahua.- Los Indios de Ciudad Juárez repitieron la dosis la noche de ayer viernes y le volvieron a ganar al acérrimo rival los Mineros de Parral en su casa y por marcador de 5-2.
A diferencia del duelo del jueves, la cosa en la capital del mundo fue mucho más tensa, apretada como si de tuerca de submarino se tratara. Dicha situación nos terminó regalando a un par de serpentineros que aguantaron el cero en la pizarra por sus respectivas novenas hasta la sexta entrada.
Enrique Castillo salió más grande que Umbral del Milenio. Lanzó cinco entradas inmaculadas, le permitió apenas un hit a la novena del pico y la pala, dándose el lujo de ponchar a ocho toleteros parralenses. Gabriel Morales tampoco hizo mal la cosa por los de la Quinta Zona. Cargo con dos carreras sucias, pero aventó la bola durante seis cuadros, dejó pasar cuatro imparables y también ponchó a ocho bateadores.
Fue precisamente en el sexto rollo cuando se rompió el silencio y a Morales le tocó ver como se pintaba la primera rayita corrompida, turbia en el marcador. El culpable era Yahir. Gurrola que espraba cuatro bolas malas con las bases llenas para mandar un indio hasta la registradora. Acto seguido, Eudor García hizo exactamente lo mismo para duplicar la ventaja. 2-0 el asunto.
La parte baja del cuadro dependió de nadie más ni nadie menso que de Luis Serna. El hijo pródigo aguantó los senderos llenos de mineros para sostener la ventaja con un par de ponches.
Ya en la octava los de la Primera Zona se dejaron de amarraduras e hicieron lo que Gloria Trevi en 1991: se soltaron el pelo. Fueron Marco López y Jesús Licón los que hicieron la maldad. El primero pegó una línea para un doblete que remolcó dos carreras a la goma y el otro entró de emergente para dejar pasar una carrera más: entraron tres, pero a Mineros todavía le quedaba vida.
Si respondió Parral, por riñones y por ser Parral y no poder pasar más vergüenzas ante los comandados de Pablo González. Martín Chaparro y Raúl Coronado aportaron a la causa con un par de remolcadas. No obstante, para la mala suerte del socavón, el que entraba a poner los dos outs que faltaban era Aarón Aguilar.
Viejo (Bueno, no viejo... Veterano) y greñudo… Pero renacido y viviendo como si fuera 2005. Hizo abanicar a dos y apagó las luces en la capital del mundo. 5-2 el marcador final.