El drama de Año Viejo: Louisville se lleva el Sun Bowl por un punto
Foto: Cortesía | Louisville Football

El Paso.- A horas de que se nos termine el año, los Cardenales de la Universidad de Louisville cerraron su temporada por todo lo alto coronándose se campeones del Sun Bowl en esta frontera, venciendo por marcador de 35- 34 en un auténtico duelo de ojo por ojo en la ofensiva con drama en el final.

Desentúmase y suéltese el pelo

Washington pateaba el ovoide y lo mandaba para el touchback en medio de la Montaña Franklin. Así se arrancaban los Huskies de Universidad de Washington y los Cardinals de la Universidad de Louisville.

Harrison Bailey se sacaba rápido el óxido de haber lanzado apenas cinco pases en dos años, pero no llegaba al primer y diez. Se quedaba corto por una yarda y había que patear.

Poco duró el gusto de Demond Williams. Tres jugadas aguantó la serie hasta que aventó un pick six, Taveon Nicholson se robaba la bola y marchaba solo hasta la endzone para el touchdown inaugural de la tarde. La patada era de trámite y los pájaros rojos ya ganaban 7-0.

Le empezaban a cuadrar las cosas al muchacho maravilla del cuadro morado a la mitad del primer cuarto, completaba su primer pase y amarraba un nuevo set de downs. De ahí se soltó el pelo con un lanzamiento de 40 yardas para touchdown. La recepción era de Giles Jackson y el partido ya estaba empatado a siete puntos. 7-7 el marcador.

Expiraba el primer cuarto, Isaac Brown enseñaba todas las armas con Louisville y se las ingeniaba para meterse en zona roja por tierra tras un despeje corto. Los Huskies tenían otra vez la espalda contra la pared. El pase de touchdown era otra de vez de Bailey, la recepción era de Caulin Lacey y el marcador era de 14-7 favor los de Kentucky. Así terminaban el primer cachito de partido.

Tirototote en tierra de pistoleros

Iniciado el segundo cuarto le quedaba claro a Williams Jr. que lo suyo era correr y no lanzar. Avanzaba seis yardas hasta que en su tercer acarreo lo zarandeaban y azotaban justo detrás de la cara del Tigre Toño (Tony de Tiger para los angloparlantes), a patear otra vez. Seguían si durar las posesiones de los color purpura.

Louisville se equivocaba por primera vez a la mitad del segundo cuarto. Se jugaban todo justo sobre la cara de ese mismo Tigre Toño con una yarda por avanzar en cuarta oportunidad. Duke Watson se quedaba corto y había que regresar la pelota.

Tomó solo una jugada para que el muchacho maravilla resolviera solo. Otra vez largo, otra vez completo y otra vez Giles Jackson. Era de 49 yardas el pase y el touchdown convertido ponía todo 14-14. Era tiro de al tú por tú, se perdían el respeto en la casa de los Mineros de UTEP.

Los pájaros respondían con otro touchdown. Esta vez era de 28 yardas para Antonio Meeks que se despegaba de su marca y se alcanzaba a meter a la zona de anotación por una esquina. 21-14 con todo y la conversión.

Restaban 40 segundos para la pausa de los dos minutos y Demond Williams Jr. agarraba la onda. Se quitaba la presión de la defensa con singular movimiento de cadera y ponían un pase en la yarda 24 de Louisville. Amenazaba el empate, otra vez. Pausa y todo el respetable caminaba hacia el baño.

Williams Jr. no le tenía miedo a nada, se lanzaba a correr sin si quiera intentar barrerse, se tragaba el golpe, pero se metía a zona roja. La misma jersey número 2 se encargaba de correr las siete yardas que le faltaban para igualar el tanteador. 21 puntos para cada lado.

Era récord para los libros de historia, con 42 puntos totales, el Sun Bowl número 91 se quedaba con la marca del mayor número de unidades anotadas en una primera mitad.

Medio tiempo en la fronteriza El Paso, 21-21, una guerra sin cuartel en la casa del pico y la pala.

Oler sangre

Iniciaba la segunda mitad y Williams Jr. seguía más afinado que reloj suizo. 12 de 15 pases completados para 201 yardas por aire. Para su desgracia una salida en falso le echó a perder el drive y había que despejar.

Con la posesión del otro lado, Isaac Brown le sumaba a su total de yardas por tierra y cruzaba la mitad del campo. Era el tercer acarreo seguido, el asunto iba forzosamente por abajo, no por arriba. Cuarta oportunidad, una yarda por avanzar. Harrison Bailey hacia su jale y Louisville ya estaba en la zona roja.

Acto seguido, después de tocar la puerta tres veces, Bailey se mandó hacer su tercer touchdown de la tarde. 28-21 el marcador con menos de cinco minutos por jugar.

Washington se vio nuevamente a despejar y dejarle la ofensiva a unos cardenales que olían sangre. Olían y encontraron sangre. Todo fue cosa de que Duke Watson se escapara hasta territorio de gol y de que Caullin Lacey acabara la obra con el touchdown. Dos jugadas nada más y las aves se apartaban 35-21.

Duraba poco la calma por que le regresaron la pelota a los de la parte alta de la costa oeste y Williams Jr. se las arregló para salir de la parte de atrás del campo con un pase gigantesco de 41 yardas. Se veía prometedor el asunto hasta que al jovenazo lo capturaron dos veces seguidas. Asó se terminaba el tercer cuarto, se venía encima el último cuarto de hora.

En el mero alambre

No cambiaba mucho para el cuarto periodo. Louisville caminaba sin problema, más que caminar, no prestaba la bola y se comía cinco minutotes del reloj.

A la mitad del último cuarto todo parecía trámite. No porque Washington no atacara, sino porque era mucha la desventaja y no se veía como que fuera a alcanzar el reloj. Eso no le quitaba las ganas a Williams Jr. que completaba un pase para dejar la bola en la yarda 24 de Louisville No se acababa nada hasta que el cronómetro leyera solo ceros.

Williams Jr. puso su tercer touchdown de la tarde con otro pase para Giles Jackson que también marcaba su tercera anotación de la jornada. Todo pendía del alambre con 3:42 por jugar y los comandados de Jedd Fisch abajo por una posesión: 35-28 el marcador.

Para fortuna del cuadro morado, Louisville no prosperaba en su accionar y les regresaba la pelota. Así como así, en dos acarreos, ya estaban de regreso en la yarda cuarenta de las aves. Había esperanza y dos minutos por disputar.

Lo que seguía era un pase como de mago por parte de Williams Jr. Le dio la vuelta a toda la línea de golpeo, se quitó dos tacleadas y todavía cayéndose completó para poner a los suyos en la redzone. De ahí le daba la bola a su fiel escudero Giles Jackson que se quedaba en la yarda uno.

Un pase incompleto y una captura dejaron a Washington en cuarta y cuatro para el touchdown. No había mañana, era sí o sí con 55 segundos en el reloj. El envío no llegaba… Pero una interferencia los ponía otra vez en la primera yarda.

El drama de Año Viejo

De los 50 segundos quedó nada más la mitad y no había más tiempos fuera. Williams Jr. puso el drama saliéndose del campo con la bola en la mano, El ovoide cruzó la raya, la duda era si tenía o no control de la misma. El destino del partido estaba en manos del referí Hank Johns. Nadie más, nadie menos. Cinco minutos más tarde, el señor Johns dijo que no, que no era touchdown. Quedaban 18 segundos para buscar el milagro.

El milagro llegaba Williams Jr. encontraba por cuarta vez a Jackson. Marcador 34-35 y Washington iba por los dos puntos. Todo o nada, make it or break it. Lo rompió el último pase. Se acabó el asunto.

Ganó Louisville 35-34.

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