Guadalajara.- Las Chivas Rayadas del Guadalajara agarraron a los Bravos de Ciudad Juárez de su piñata venciendo por goleada 5-0 en la perla tapatía.
Ya déjenlos, ya están muertos
Era templada la tarde y el estadio más grande de Zapopan ya se empezaba a llenar con los fieles del rebaño. Así arrancaban las hostilidades entre las Chivas Rayadas del Guadalajara y los vilipendiados Bravos de Ciudad Juárez.
50 segundos. Llegando y marcando, andando y meando para no hacer charco. Eso le tomó a Chivas anotar el primer gol de la noche. El Pollo Briseño recentraba un córner para que Armando González le pegara dentro del área chica. La defensa dormida en la pelota parada como toda la vida, el marcador era de 1-0 favor los locales.
El cuadro fronterizo hizo el intento de quitarse lo modorro al minuto siete con un disparo de Ángel Saldívar, era un claro tiro a gol…Pero de gol de campo. En lo que respecta a lo defensivo, al minuto 10 se notaba presión numerosa, pero tibia: tres monigotes persiguiendo a Alan Mozo que tenía la pelota, no obstante, nadie le hacía nada.
Al cuarto de hora el conjunto de Fernando Gago bajaba de quinta a primera velocidad. Le ponían hielo al asunto y ni así podía Bravos tocar la de gajos.
10 minutos más tarde, ya con el recinto lleno, Bravos se crecía. No por mérito propio sino por las Chivas que eran más que desidiosas y aflojaban en el ritmo de trabajo. De todos modos, ni Avilés Hurtado ni Ángel Saldívar generaban peligro, se quedaban casi como pasmados de frente al último tercio, como si la presencia del Tala Rangel bajo los tres palos los congelara.
Justo cuando Juárez se veía mejor (o menos mal), el mediocampo se equivocaba, perdía la bola y le permitía a Armando González poner un pase para Fernando “El nene” Beltrán. Este pegó un fierrazo desde fuera del área que desvió la zaga verde para colaborar con el 2-0. Quedaban 15 por jugar y Juárez estaba más desecho que una hilacha.
A eso de los 35 los muchachos de Mauricio Barbieri no hacían más que remar hasta la orilla con las muchas, pero muchas turbulencias de las aguas tapatías, rompían el juego a patadas sin mucho éxito.
Las pocas que tenían del otro lado de la cancha las mandaban a volar. Por si faltara más, Ralph Orquin tocó el balón por accidente dentro del área y había penal para el Guadalajara. Se equivoca Adonaí Escobedo con el silbato, pero ya no parecía haber vuelta atrás. Fue al VAR y con todo y error aguantó su decisión por sus pistolas.
Después de cinco minutos desperdiciados, el que le pegaba era Alvarado desde el manchón penal y la mandaba guardar. 3-0.
Piedad ya no había, dentro del tiempo de reposición Alan Mozo mataba la bola, dejaba plantado a Moisés Mosquera y clavaba el esférico en el fondo. 4-0, así se acababan los primeros 45. El panorama era más nubado que concierto de Luis Miguel y el complemento aparentaba estar de sobra.
Apaga y vámonos
Daba inicio el complemento con unos Bravos que apenas si se animaban a intentar ofender a balón parado, más por vergüenza deportiva que por calidad futbolística.
Ni 10 minutos habían pasado cuando Armando González se vio solo frente a Benny Díaz, para desconsuelo del fanático tapatío, pasaba la bola por un costado y perdonaba el quinto gol de la noche. Carlos Salcedo, por su parte, clavaba un rodillazo criminal a la espalda del nene Beltrán y al también lo perdonaban, pero la expulsión por que ya tenía la amarilla encima.
Parecía como de video juego la cosa con la hora de compromiso corrida. Chivas seguía atacando con singular alegría de la mano de Briseño y a Beltrán le seguían pegando como si fuera saco de boxeo. Los de las tierras de Juan Gabriel, esos ya no enseñaban nada.
Al minuto 70, Guadalajara ya había apagado las luces para irse de la cancha. Todo estaba tranquilo hasta que el titán Salcedo volvía a planchar, con los tachones por delante y atrás del tobillo, a lo blandito de Armando González. Se iba con doble amarilla, uno menos para Bravos que jugaba en piloto automático.
A quince del final los de las tierras de Juan Gabriel nada más corrían tras la número cinco, sin rumbo, sin ánimo, sin fútbol y casi sin calzones después del baile que les habían metido. La única buena noticia era que se acercaba el final del partido.
Chivas no bajó las armas hasta el minuto 92 con una quinta y última anotación por obra y gracia de Yael Padilla. Acto seguido, el Licenciado en Educación Física de Aguascalientes pegaba el silbatazo final para acabar el partido. Caía Bravos 5-0, los habían bailado como tango de Carlos Gardel.