Bravos peca de confianzudo: empata con Pachuca
Foto: Cortesía

Ciudad Juárez.- Los Bravos de Ciudad Juárez dejaron ir lo que era un triunfo más que cómodo ante los Tuzos del Pachuca la tarde este sábado. Perdieron ventaja de par de goles para terminar empatados 2-2.

Ni le habían tomado a la cerveza….

El clima era perfecto y a ojos de quien escribe la cancha también. El único defecto de la tarde era que la grada estaba pelona, en el ambiente ya no quedaba ni una partícula de invierno. Así arrancaban las hostilidades entre los Bravos de Ciudad Juárez y los Tuzos del Pachuca.

Corrían rapidito los primeros cinco minutos y se empezaban a dibujar dos equipos de presión arriba. Todo por lo menos hasta que Bravos rompió el cero en un tiro de esquina.

Fue Madson de Souza el que aprovechó el “rebote” de un balón que Ángel Saldívar no pudo contactar con el pie. La defensa se hizo bolas y no hubo quien cuidara el arco para prevenir el tanto. 1-0 ya ganaba Juárez al minuto 6.

Todo el tráfico de los fronteros era por las bandas y era del pesado, de ese como de tractocamión. Al Puma Rodríguez no lo frenaban y el propio Madson se metía hasta la cocina por la derecha. No obstante, el sinvergüenza que aventaba todo para atrás era Jonathan González con sus pases retrasados.

Al cuarto de hora el conjunto de las tierras de Juan Gabriel parecía tener todo controlado desde el medio campo. Le ponía ritmo y espacio a la cosa. El único pelo en el arroz, la única piedra en el burro de frijol (Aparte de Jonathan que estaba prácticamente ausente), era Jairo Torres que no andaba fino con el toque de primera.

¿Por qué no escribimos de Pachuca? pregunta usted. Bueno, pues por qué en 20 minutos de compromiso los Tuzos no habían hecho nada digno de vivir en la inmortalidad de las letras. Nada de nada que no fuera ir para atrás a defender. A todo esto Ralph Orquín la hacía de delantero sin mucho éxito.

Con 30 minutos en la cuenta de Luis Enrique Santander a Bravos se le empezaba a apagar la chispa y en Pachuca no prendía ni la chispa, ni el mechero, ni el piloto ni nada. Guillermo Almada no podía hacer otra cosa más que apretujarse el saco como si fuera rentado.

Tan mal iba el asunto que lo más destacado para el cuadro de los pastes fue la tarjeta amarilla que se ganó Eduardo Buermann por la patada que le puso al Puma.

Nos quedaban 10 minutos antes del entretiempo y entonces sí se animaban los visitantes. Claro que el ánimo duraba lo mismo que un cerillo prendido porque se topaban de frente con Moisés Mosquera, que aunque usted no lo crea….Hoy andaba más o menos funcional.

Faltaba uno más en la cuenta por conducto de otro tiro de esquina. Nadie más y nadie menos que Madson. Ahora sí le pegaba de frente, limpio con toda la frente para que el respetable se le entregara en aplauso

Así nos íbamos al descanso: con la ventaja de 2-0 para los caballos.

Futbol con Valium

Arrancaban los 45 complementarios en la misma tónica. Con unos Bravos idos para enfrente. Pachuca caminaba por las mismas: entre la inoperancia y una catatonia digna del Hospital Civil Libertad.

Eso sí, Pachuca encontraba un recurso nuevo: la patada. De mucho no servía, nada más para pintar de amarillo a Oussama Idrissi recién entrado a la cancha. Este último le quiso jugar al vivo al 55 con un balón filtrado que se iba largo cono mano de ratero.

Se tardó una hora en hacer daño los tuzos pero al final mojaba. Era el exceso de confianza el que pasaba factura y el que dejó un rebote cómodo a Johan de Souza para recortar diferencia. 2-1 exactamente al minuto 60.

Tres minutos más tarde Salomón Rondón mandaba tirar todo. Otra vez el exceso de confianza daba espacio por una banda. Suficiente espacio para mandar un centro. Suficiente espacio para que ese centro lo rematara de primera intención con pierna derecha y que el venezolano empatara. 2-2 el electrónico.

Era medio chistoso de ver el asunto con Juárez: parecían jugar bajo la influencia de no otra droga más que el Valium, de patente y no genérico. Eran laxos, lentos y permisivos. El único que pisaba el acelerador era Mosquera (Sí….Mosquera).

Al 25 Dios miraba a los ojos a los caballos y decía su nombre. Bryan González le recetaba una patada colosal a Ángel Saldívar y se hacía expulsar. Uno menos en la cancha para benéfico de los verdes si aprovechaban el menester.

El reloj apuntaba al minuto 75 y el cierre del compromiso pintaba no apto para hipertensos. Bravos aventaba toda la carne al asador: Salía el desaparecido Jonathan y entraba Avilés Hurtado.

Nos quedaban cinco el tiempo reglamentario y no parecía haber prisa en los comandados por Martín Varini. Se equivocaban en la salida y le provocaban un coraje marca diablo al uruguayo. En el tercio final nadie cerraba la pinza: había que sufrir por que el propio Bravos así lo quiso.

César López ponía el centro de su vida al 88 pero no un solo Bravo alcanzaba a rematar. Así nos estábamos yendo, así expiraban las hostilidades.

Al 90 y el 10 por ciento de propina el contador de Irapuato Guanajuato, vestido color vino de la última cena, sonaba el silbato para finiquitar el empate.

2-2 el marcador final…. Porque Bravos quiso.

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