Ciudad Juárez- Los Bravos de Ciudad Juárez vieron terminar su buena racha cayendo en casa y en las últimas instancias ante la fiera del León por marcador de 2-3.
No pichan ni cachan…..
Era airosa la noche, era nublado el cielo y el clima era más para clavar a Jesús Cristo en una cruz que para jugar al futbol. La grada se empezaba a llenar y no le ponía mucha atención al veterano Andrés Guardado. Así arrancaban las hostilidades entre los Bravos de Ciudad Juárez y los Panzasverdes del León.
Apenas al minuto 3 el cuadro fronterizo ya empezaba a meter sustos al primer palo con el balón parado. León todavía no había tocado la pelota y a Poncho Blanco no le quedaba claro si salir o si quedarse dentro de su área chica. Ni dos minutos más tarde Óscar Estupiñán soltaba el primer riflazo de la noche que pasaba justo por un lado del marco.
A eso del minuto 15 la visita le empezaba a encontrar el modo casi sin querer queriendo. Retenían posesión pero no permeaban en el último tercio, no con Jhonder Cádiz ni mucho menos con Luciano Cabral. No obstante, era cosa de un error en la defensiva para que Diego Fernández la mandara guardar: 0-1 favor León.
Acto seguido, Estupiñán quiso ir a poner el empate en el luminoso sin éxito alguno. Esto pues se aferró a anotar sin ángulo al arco cual jugador de hockey, por supuesto que la maniobra no le salió.
Nos quedaba un cuarto de hora para irnos al descanso y el cuadro de las tierras de Juan Gabriel no le hallaba al asunto. La fiera ya estaba más que encerrada en propio terreno y a los de Mauricio Barbieri no les quedaba más que buscarle vía el pelotazo.
Un minuto pasado la media Juárez tuvo su jugada de mayor peligro con un trallazo de frente en un tiro libre cortesía de Guillermo Castillo (Que no se llama así, pero así nos dijo que le dijéramos). Poncho metía las manos y ahí se moría la cosa. Todo esto para que Dieter Villalpando se hiciera el resucitado y volviera disparar a las manos del arquero esmeralda.
A cinco del regaderazo no cambiaba la cosa. El cuadro fronterizo se amontonaba en las bandas y siguió sin transiciones desde el medio sector. Del otro lado de la cancha habían sido solo dos contragolpes de los guanajuatenses, pero ambos de mucho susto.
Llegábamos al silbatazo del descanso, Juárez no solamente no cuadraba, León también ya era superior en la conducción de la número cinco y en la retención de la misma.
Ya nos íbamos…
Arrancábamos la segunda mitad con Juárez tirado para enfrente y revolucionado. Óscar Estupiñán arrastró a medio mundo por el borde del área para sacar un tirazo y mandar la de gajos a guardar apenas al minuto cinco. 1-1 el electrónico.
Con la hora bien marcada el cronómetro, lo que era una pólvora de inicio se había calmado. José Abella entraba de cambio en busca de juego interior y en reemplazo de un Aitor García que nunca se encontró en la cancha.
No podía ser de otro modo, a eso del 62 Bravos se hacía con la ventaja con un córner rematado por José Manríquez. Otra vez, la pelota parada era el arma predilecta, 2-1 el marcador.
La alegría del respetable local duraba menos que el mandato presidencial de Pedro Lascuráin. Steven Mendoza remataba de primera intención el rebote de un tiro libre para volver a igualar el tanteador a dos por bando cuatro minutos más tarde. El que hierro mata, a hierro muere.
Nos acercábamos peligrosamente al minuto 75 cuando los de las tierras de Juan Gabriel volvían a dejar ir otra clara de gol: El Puma Rodríguez se quedaba solo contra Alfonso Blanco pero no podía vencer al cancerbero y dejaba ahogado el grito del tanto.
El reloj ya timbraba el minuto 80 y el cuadro negro parecía aferrarse a su nueva fortaleza de la pelota parada. La cosa era retener la bola para forzar el tiro de esquina y que de ahí fuera lo que dios quisiera.
Sin embargo, a cinco del final eso de la terquedad no parecía funcionar. Es más, no hacía más complicado la cosa porque al Titán Salcedo ya le estaban robando el esférico en una salida desde propia área.
Andrés Guardado era el último cambio esmeralda a cuatro del final: hizo poco en la cancha, pero se llevaba todo el respeto y el aplauso del entarimado.
Cuando parecía que ya nos íbamos, los de la capital mundial del zapato destantearon el marcador gracias al error en el marcaje. Mauricio Isaís vio sola la portería dentro del área y se mandó a hacer el 3-2
Al 90 y poquito más, el arquitecto chiapaneco Víctor Cáceres hacía sonar el silbato para finiquitar la derrota brava 2-3.