La piel de tilapia podría curar el pie diabético
Foto: Pixabay

La historia de Alí Adalí Prado, quien tiene 35 años de edad y desde los 23 vive con diabetes, un padecimiento que ha logrado sobrellevar por casi 12 años; sin embargo, en marzo de este año se complicó su salud debido a que le salieron ampollas en el pie derecho, mismas que se trató pero sin darse cuenta que había salido una más en la planta.

Durante Semana Santa, Alí viajó a Taxco, Guerrero con su familia, sin embargo, no fueron unas vacaciones felices, pues comenzó a presentar dolor incluso al caminar. Su temor a los hospitales es tal que no le dijo a su madre, hasta que a finales de junio comenzó a sentir más dolor, que creció al regresar a Querétaro y ya no lo pudo ignorar.

“Me habían dicho cómo hacer los lavados y yo vi que se cerró y así anduve, pero me estaba doliendo el pie y me pregunté por qué me dolía si ya había cerrado (el ámpula), pero me fijé y tenía otra, luego me operaron de las várices y ahí fue cuando se desató todo esto”, relató.

Ya para finales de junio comenzó a sentir molestias por problemas de várices, lo que lo lleva al hospital y, una vez ahí, los médicos le dijeron tenían que intervenirlo por las venas varicosas; sin embargo, encontraron tejido necrótico (piel muerta) debido a las ámpulas que tuvo meses antes, lo que hizo que los médicos advirtieran una posible amputación de la pierna.

Para Alí, la respuesta fue rápida: sí, ampútenla, una respuesta que llegó desde ese temor a los hospitales; sin embargo, para su madre, la señora Graciela, ésta no era una decisión sencilla ni algo para tomarse a la ligera.

“Me dijo la doctora: no te lo vas a llevar, ya tu niño se va a quedar porque me da mucha pena decírtelo, pero hay que amputarle la pierna y no, yo sabía que podía pasar eso, pero al mismo tiempo me resistía, le dije: no, doctora, pero si yo nada más lo traje a revisión y nada más un lavado, pero ella me dijo: ya lo chequé con angiólogo, traumatólogo y la opción es tener un hijo incompleto o un hijo muerto completo y yo dije: no, yo quiero a mi hijo vivo y completo”, relató Graciela Valladares.

Alí se quedó en urgencias por varios días más y después de 12 días internado, salió del hospital, aún con el temor de que el pie siguiera empeorando, así que doña Graciela recordó que la doctora Alicia Barajas (su compañera de trabajo), es especialista en el tratamiento de ese tipo de heridas, así que acudió a ella para ayudar a su hijo.

Fue así como comenzaron con un procedimiento que, aunque en Brasil ya está aprobado para el tratamiento de heridas por quemadura, en México está aún en fase experimental y no cuenta con la autorización sanitaria; sin embargo, casos como el de Alí permiten a los investigadores obtener pruebas de que este tipo de métodos sí funcionan y son más accesibles para los pacientes.

La doctora Alicia Barajas, docente de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), comenzó a injertar la piel de tilapia en una herida que representaba un reto, pues estaba muy grande y si se trataba con injertos comerciales, les hubiera costado cerca de 90 mil pesos, pero con 80 por ciento de su pierna injertada y recuperada, Alí ha gastado solamente 2 mil 700 pesos en piel de tilapia.

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