Cuando el amor se acaba, hay  que poder decir adiós
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Mujer, hombre, homosexual, lesbiana, queer, bisexual, travesti, transexual o intersexual, todas, todos y todes, cualquier persona se puede enamorar y después “enganchar” con alguien dañino y no poder tener un ruptura sana o definitiva. Luego, después de algún tiempo y muchos eventos desafortunados, esta persona regresa con “su agresor” y comienza el ciclo del “recalentado” (y no es parte del maratón Guadalupe-Reyes), esto es debido a no saber cómo “cortar” o “romper” esa relación.

Revista Net solicitó el consejo a un experto, el psicólogo Daniel Martínez nos explica la importancia de estar atentos al violentómetro en una relación y aprender a cerrar esos ciclos y círculos viciosos.

Amores que matan

“Amar te duele” es una frase culturalmente muy equivocada, confundir la violencia (de cualquier tipo) con el amor es como dar permiso a una persona a maltratarte, humillarte o golpearte, entonces, —¿por qué se dan esos “enganches” con el agresor o agresora?—.

“El violentómetro no tiene género, puede ser utilizado por cualquiera, es una pequeña guía en que podemos observar los primeros rasgos de violencia y cómo va aumentando. Y si nosotros pasamos por alto alguna de esas situaciones y no la atendemos, la relación puede avanzar a una situación de violencia ya bastante grave y que puede causar daños físicos irreversibles”, explica el psicólogo.


“El violentómetro no tiene género puede ser utilizado por cualquiera, es una pequeña guía en que podemos observar los primeros rasgos de violencia”


Pero —¿cómo darnos cuenta de esto?—. “Lo primero es que la persona debe tener bien claro y seguro qué es lo que le hace bien, ese bienestar, esa parte de autoestima, que básicamente es el conocerse bien para poder saber qué cosas permite en su vida, qué cosas le hacen bien, qué cosas van con respecto a sus valores y entonces respetarse como individuo, ya que si uno espera que el respeto venga de afuera, que las otras personas nos valoren o nos dejen espacio, va a ser muy difícil, porque el primero que debe de conocer el espacio que le hace bien, sus valores, su respeto y su propia salud mental es uno mismo”.

Eres tú y soy yo

—¿Incompatibilidad o una pareja dañina?—. “Cuando eres incompatible con otra persona, pues te separas, te alejas o simplemente respetas que esa persona tiene otro camino, otro destino, otras misiones, por así decirlo, y es todo, puedes coexistir con esta otra persona. Sin embargo, cuando ya es dañino es cuando empieza uno mismo o la pareja a querer que la otra persona cambie y que a fuerzas tenga que lograr lo que esa persona busca, quiere y necesita, pasando por alto las necesidades, la seguridad o la salud de la otra persona.

Esa sería la diferencia, una cosa es la incompatibilidad (vamos por caminos diferentes) y la otra en donde ya hubiera cualquier tipo de violencia, de que forzosamente tenemos que cumplir con la expectativa de la otra persona queramos o no”.

Solo por ‘eso’ no lo dejo

—Y el “no lo puedo dejar”, ¿qué implica?—. “Si ponemos por encima el bienestar de otra persona, ya nosotros mismos nos estamos violentando, estamos pisoteando la autoestima.


“Si ponemos por encima el bienestar de otra persona, ya nosotros mismos nos estamos violentando”


Por otro lado, hay algo del ego que todos tenemos, sentir que: yo puedo salvar a la otra persona, yo la debo proteger, como si la otra persona no tuviera las habilidades para poder resolverlo. A veces, es algo disfrazado, ser una buena persona, pero en realidad tiene que ver con el ego, porque si yo creo que tú no puedes valerte por ti mismo, que tú no puedes recuperarte, que tú vas a sufrir mucho… es tener una idea en que solo yo puedo resolverlo, que solo yo soy capaz de enfrentar esto y la otra persona no”.

En el amor-miento

—¿El amor nubla la visión de la persona que es abusada en una relación?— .

“El enamoramiento, en el amor-miento… eso pasa porque las personas idealizan, esa parte de conocer a alguien y ver lo que quieren lograr, ver las cosas positivas que tiene la persona, y entonces, es una pequeña mentira, el ego se puede hacer grande. Hay personas que viven en situaciones de violencia física notoria, pero la persona decide quedarse porque cree que —más adelante va a cambiar— y ya no es tanto enamoramiento, pero es la idealización: ‘creer que sí se puede lograr’, ‘esto es una pareja estable’. Tenemos el concepto del amor o de la pareja bastante distorsionado y no está basado en la libertad, en el amor, sino está basado en la posesión, el miedo a la soledad, en algunas otras cosas que amarran más al miedo y nos hacen estar ahí”.

Hasta aquí

—¿Cuándo y cómo terminar una relación?—. “Cuando sientes que es el momento, no hay un instante especial, esperar esta fecha o esperar otra cosa, cada quien lo puede decidir, sin embargo, creo que si nos ponemos en los zapatos de la otra persona, creo que a nadie le gustaría que esté alguien con nosotros por lástima, por no hacernos sentir mal o que alguien esté incómodo {…} creo que ahí es importante tener muy claro lo que queremos y estar seguros de lo que viene, porque muchas veces está de moda el terminar, con cualquier moda que ande por ahí (como el ghosting) y no nos hacemos responsables de las consecuencias”.

Las recomendaciones del psicólogo son varias al momento de tomar la decisión:

  1. Pensarlo bien y no hacerlo de manera impulsiva.
  2. En caso de violencia psicológica o física, pedir apoyo profesional y a la familia.
  3. Conocer el proceso de duelo, ya que una ruptura es dolorosa para ambas partes.
  4. Respetar estas etapas, saber cómo nos pueden hacer reaccionar y estar preparados.
  5. Ir a terapia.
  6. Fortalecer la autoestima, analizar qué es lo que debemos trabajar en nosotros mismos en caso de sentirnos desprotegidos.

Las etapas de una pérdida

“Una ruptura duele, es imposible que no”, aclara Martínez. “Pasamos por las mismas etapas de un luto, pero en diferente intensidad. Primero pasamos por la negación, en la cual creemos ‘no me va a doler’, ‘no me está doliendo’, ‘yo puedo…’, es una etapa de duelo, es engañosa, nos hace creer que ya pasó todo”.

La segunda etapa que hay que enfrentar tiene que ver con la ira, “básicamente es un enojo que puede ser intenso, en la cual estoy molesto por cómo terminamos, ‘me hubiera dicho aquello’, ‘hubiera cambiado esto…’ y es cuando la persona empieza a molestarse. Hay que recordar que son etapas, así que todas tienen un principio y tienen un final”.

La tercera fase del proceso es la negociación, “más que nada negociamos con nosotros mismos, nos preguntamos ¿si hicimos bien?, ¿si no?, ¿qué cosas vienen para mí?, a veces, si surge cualquier cosa que no estábamos esperando, se puede cuestionar la decisión, ‘tengo que volver con mi pareja’, ‘por eso me está pasando esto’, etc., es una etapa negociadora personal”.

Al pasar esa etapa, viene una fase difícil, la depresión, “es una tristeza que puede ser pequeña o profunda, en esta etapa extrañamos aquella persona que ya no está con nosotros, esa pérdida. Y la tenemos que llorar, de esta manera la podemos reacomodar en nuestra vida”.

La luz al final del túnel, el cierre de un ciclo de ruptura es la etapa de aceptación. “En esta etapa ya podemos entender por qué sucedió y con qué cosas buenas me quedo”.

—¿Cuánto pueden durar estas etapas?—. “Pueden ser de tres a seis meses en este proceso de duelo, pero hay personas que se tardan un poco más, debido a que tal vez no encuentran las herramientas adecuadas y más si toman decisiones impulsivas y es cuando terminamos en este mismo círculo”.

Un clavo no saca a otro

El reemplazo inmediato, el refrán popular: un clavo saca a otro clavo, —¿por qué es una mala idea?—. “Es una muy mala decisión y podemos entrar en ella en cualquiera de las etapas que mencioné. A nadie nos gusta el dolor como tal, y decimos con esta otra persona: ‘me distraigo’ o ‘paso ya esto más rápido’ o ‘ya no me duele’, pero, esto solo deja inconcluso un proceso de nuestra vida que tarde o temprano lo tenemos que afrontar”.

Observar el violentómetro

Las palabras y las acciones lastiman tanto como un golpe, el diseño del violentómetro permite que las personas puedan detectar las primeras señales de violencia psicológica antes de llegar a la física. Las bromas hirientes, chantajear, mentir y engañar, ignorar o hacer la ley del hielo, celar, acechar, culpabilizar, descalificar, ridiculizar y ofender, humillar en público, intimidar, controlar, destruir artículos personales… ¡Alto! Es importante evaluar que estás con la persona equivocada y no la vas a cambiar. Se recomienda alejarse de esa persona antes de que un rango de alerta amarilla pase a uno rojo que implica: aislar, la sextorsión, amenazar con objetos o armas, amenazar de muerte, forzar a una relación sexual, mutilar y lo más grave, estar en riesgo de perder la vida.

En cualquiera de las primeras alertas es importante platicarlo y acudir con una persona especialista que puede proporcionar herramientas para el proceso de ruptura y de recuperación de la autoestima.

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Violencia contra las mujeres

Una cruel realidad, en México 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años y más ha experimentado, al menos, un evento de violencia en su vida. La violencia psicológica es la más frecuente con 51.6 por ciento, seguida de la violencia sexual con 49.7 por ciento, esta información es de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Inegi 2021). En cuanto a los feminicidios, Amnistía Internacional reportó 3 mil 765 casos en 2022, en promedio 10 mujeres fueron asesinadas por día en el país.

El gran amor es tu vida

No existe el amor de tu vida, existe el amor por tu vida, las personas deben reeducarse emocionalmente y encontrar un equilibro entre amarse y amar a otra persona, la prioridad es amar de adentro hacia fuera, como nos comparte el experto Daniel Martínez, inicia un año con emociones constructivas, sin miedo, ni una más, ni una menos.

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