
En pleno desierto, bajo un sol abrasador y con temperaturas que fácilmente superan los 40 grados, podría parecer ilógico ver a alguien tomando té caliente. Sin embargo, en muchas culturas árabes —desde Marruecos hasta Omán— esta es una práctica ancestral, profundamente arraigada en la vida cotidiana y con beneficios que van más allá de lo simbólico.
El té, especialmente el té verde con menta, forma parte fundamental de la hospitalidad y la vida social en muchos países del mundo árabe. Más allá del placer, su consumo en climas cálidos tiene raíces tanto culturales como fisiológicas.
"Beber té caliente en medio del calor puede parecer contradictorio, pero en realidad tiene sentido si se entiende cómo el cuerpo regula su temperatura", explica el Dr. Sami El-Hassan, médico internista y conocedor de la medicina tradicional en Medio Oriente.
Cuando se bebe una bebida caliente, el cuerpo responde activando su mecanismo de enfriamiento natural: la sudoración. El sudor, al evaporarse, refresca la piel y disminuye la temperatura corporal interna. Este proceso, conocido como termorregulación, es más efectivo en ambientes secos —como los desiertos árabes— donde el sudor se evapora rápidamente.
En contraste, bebidas heladas enfrían temporalmente la boca y el estómago, pero pueden hacer que el cuerpo reduzca su producción de sudor, dificultando una regulación eficaz de la temperatura a largo plazo.
Más que una costumbre: beneficios para la salud
El té verde con menta, una de las bebidas más populares en países como Marruecos, no solo ayuda a mantener la temperatura corporal, sino que también:
- Hidrata, ya que aunque sea caliente, sigue siendo agua consumida.
- Facilita la digestión, gracias a las propiedades de la menta.
- Tiene efectos antioxidantes, gracias a los polifenoles del té verde.
- Actúa como estimulante suave, por su contenido moderado de cafeína.
Además, el ritual de tomar té implica pausa, conversación y sombra, factores que también contribuyen a aliviar el calor de manera indirecta.
En muchas culturas árabes, ofrecer té no es solo una forma de refrescarse: es un símbolo de bienvenida, respeto y comunidad. Negarse a una taza puede incluso considerarse una descortesía. Así, el té se convierte en un puente entre el clima, la salud y la cultura.
Beber té caliente en medio del calor no es una contradicción, sino una muestra de sabiduría ancestral adaptada al entorno. En lugar de luchar contra el calor con métodos artificiales, muchas culturas árabes han aprendido a convivir con él, haciendo del té no solo una bebida, sino una herramienta de adaptación y bienestar.