Árboles comienzan a poblar el Ártico y preocupa a expertos
Foto: Pixabay

La población de abetos blancos que ha comenzado a extenderse en el Ártico, al norte de Alaska, ha comenzado a preocupar a expertos en el clima.

Conforme el Ártico se calienta hasta cuatro veces más rápido que el resto del planeta, los abetos blancos se están extendiendo por una tundra que antes era inhóspita. Una buena noticia para esta especie, pero no tanto para la región: como los árboles son más oscuros que la nieve, absorben más energía solar, lo que calienta aún más el ecosistema e impulsa el cambio drástico. Eso, a su vez, liberaría potentes gases de efecto invernadero encerrados en la tundra, acelerando el calentamiento del resto del planeta.

Ese desplazamiento y crecimiento, sobre todo para el abeto blanco del norte de Alaska, procede de una fuente inesperada, según una nueva investigación publicada en Science.

La pérdida de hielo marino en alta mar está desencadenando un proceso atmosférico que genera más nieve en la costa, ayudando a las plántulas de abeto que crecen en la línea forestal a afianzarse a mayor altitud y en latitudes más septentrionales que antes.

El culpable se conoce como “efecto lago” o “efecto lacustre”, un fenómeno que se asocia más comúnmente con los Grandes Lagos de América del Norte.

Al calentarse aceleradamente el Ártico, bajan los niveles de hielo marino, lo que provoca una mayor evaporación del mar abierto y más nieve en gran parte del noroeste de Alaska. El equipo pudo monitorear el abeto blanco de la región con imágenes de satélite que muestran cómo ha cambiado la línea forestal a lo largo del tiempo.

Los científicos descubrieron que cuanto menos hielo marino hay en una zona determinada del océano Ártico, más avanzan los abetos blancos cercanos hacia zonas más elevadas. Por el contrario, donde el hielo marino se mantiene estable, las líneas de árboles cercanas no se modifican tanto.

Más vegetación boscosa en el extremo norte también significa más combustible para los incendios forestales, que arrojan aún más carbono a la atmósfera. A medida que el Ártico reverdece y se calienta, también engendra más tormentas que proporcionan más fuentes de ignición. Los incendios árticos calientan aún más el permafrost, haciendo que se descongele tan rápido que la tierra se derrumba en cráteres, lo que se conoce como termokarst.

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