Wellington.- En medio del caos causado por un violento terremoto dos días antes, Ivan Oswald y el personal de su Nambawan Cafe en un tramo idílico de la costa de Vanuatu se preparaban para servir almuerzos el jueves.

El menú habitual para la hora punta de la comida fue reemplazado por salchichas descongeladas para los trabajadores de emergencias que buscan a personas atrapadas, vivas o muertas, entre los escombros de edificios arrasados por un potente terremoto de magnitud 7.3 que remeció Port Vila, la capital de Vanuatu, 48 horas antes. A los equipos de búsqueda se unieron el jueves especialistas llegados de Australia, Nueva Zelanda y Francia.

Los temblores son habituales en esta nación del Pacífico Sur formada por 80 islas y con 330 mil habitantes, pero el del martes no se pareció a nada que hubieran sentido antes. Localizado a 30 kilómetros (19 millas) de la costa, a una profundidad de 57 kilómetros (35 millas), al sismo le han seguido cientos de réplicas.

La cifra de muertos sigue siendo incierta

El gobierno confirmó inicialmente 14 fallecidos. A primera hora del viernes, indicó que 10 muertes habían sido verificadas por el hospital, pero las autoridades esperaban que el número aumentara. Se atendió a más de 200 personas heridas, un dato oficial que no se actualizó desde el miércoles temprano. Casi mil personas han sido desplazadas, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, y se espera que ese número también se incremente.

El jueves se restablecieron las telecomunicaciones, aunque de forma fragmentada e irregular, tras el apagón casi total que siguió al sismo. Esto ofreció a los residentes respuestas sobre la magnitud de los daños y sobre el número de desaparecidos.

Cuando se corrió la voz de que Nambawan tenía luz y una fuente de internet independiente, rescatistas, turistas y locales visitaron el establecimiento para cargar sus dispositivos e intentar localizar a sus familiares.

“Ha habido algunas lágrimas”, dijo Oswald, el dueño del café. “No puedo ayudar con el rescate, pero puedo ayudar con esto”.

Daños concentrados en la capital

La magnitud del caos era más evidente el jueves. La zona más afectada fue el centro de Port Vila, que el martes a mediodía estaba lleno de compradores. Algunas islas periféricas y aldeas próximas al epicentro del terremoto han sufrido deslaves.

Los daños en la infraestructura eran graves, incluyendo en hospitales, carreteras, edificios, dos grandes reservas de agua y tuberías de gas, informó la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios el miércoles por la noche. Las labores de ayuda se han visto obstaculizadas por los problemas de acceso.

Un enorme alud ha bloqueado el puerto, limitando el transporte de suministros esenciales y personal, añadió la ONU. El aeropuerto solo estaba abierto para uso humanitario el jueves, pero se consideró que la pista estaba operativa y el viernes se estudiará la reanudación de los vuelos comerciales.

Pero el riesgo de deslizamientos más graves se cernía cuando comenzó a llover la noche del jueves. Un sistema de baja presión que se acercaba a Vanuatu amenazaba con una baja a media probabilidad de un ciclón, según el Bureau de Meteorología, y se esperaban más lluvias en los próximos días.

Esto podría provocar más deslizamientos de tierra, erosión e inundaciones en áreas ya vulnerables, dijeron funcionarios, mientras advertían a quienes vivían en laderas que evacuaran. Se necesitaba una evaluación ambiental urgente para evitar un desastre ecológico, dijo la actualización de la ONU a primera hora del viernes.

Temor por el agua y los daños en edificios

Las agencias de ayuda dijeron a The Associated Press el miércoles que sus mayores preocupaciones eran el agua potable y el alojamiento de quienes no pueden regresar a casa. El principal proveedor de servicios públicos, Unelco, dijo que podría tardar dos semanas en restaurar por completo el suministro de agua, según la Corporación de Radiodifusión y Televisión de Vanuatu.

Mientras la búsqueda de sobrevivientes y la recuperación de cadáveres se centraba en dos edificios derrumbados en el centro de la ciudad, expertos australianos en búsquedas se unieron el jueves a residentes que habían cavado desesperadamente para tratar de llegar a las personas que gritaban desde los inmuebles colapsados. Después de dramáticos rescates de sobrevivientes cubiertos de polvo que elevaron los ánimos el martes y miércoles, el ambiente se había vuelto más sombrío acerca de las posibilidades de los atrapados, dijeron los lugareños.

Se desconoce cuántas personas quedaban en los edificios, un garaje y una tienda de ropa de surf. Entre los muertos había un ciudadano francés, Vincent Goiset, dijo Jean-Baptiste Jeangène Vilmer, embajador de Francia en Vanuatu.

También murieron dos ciudadanos chinos, dijeron funcionarios de Vanuatu.

Un revés económico

Otro edificio que albergaba embajadas de varios países, incluyendo las de Estados Unidos, Francia y Nueva Zelanda, también se vino abajo, pero no se reportaron víctimas. Vuelos militares evacuaron a 148 ciudadanos australianos de Vanuatu a última hora del miércoles.

Cientos de extranjeros más esperaban la reanudación de los vuelos comerciales para poder salir. El sismo, que se produjo al inicio de la temporada de verano en esta nación insular dependiente del turismo, amenazaba con provocar una crisis económica si los viajeros no vuelven, apuntó Glen Craig, presidente del Consejo de Resiliencia Empresarial de Vanuatu.

“Hemos tenido muy mala suerte”, dijo Craig, refiriéndose a los tres ciclones que azotaron el archipiélago en 2023 y a la quiebra de la aerolínea estatal en mayo. “Estábamos empezando a recuperarnos y esperábamos un verano excepcional”.