Rápido, sin mirar el celular, adivina cuánto tiempo ha pasado desde que hubo una película de "Shrek" o relacionada con este universo. Más de una década parece demasiado tiempo para una franquicia tan popular, ¿verdad? Y, sin embargo, aquí estamos, 11 años después, dándole la bienvenida al felino intrépido de Antonio Banderas en “El gato con botas: El último deseo”, que se estrena en los cines el miércoles el Norteamérica.
Este personaje de Shrek estuvo empolvado, pero luego de que Universal adquirió DreamWorks, volvieron a la mesa de dibujo bajo un nuevo liderazgo.
La buena noticia es que el personaje es duradero. Tan pronto como Banderas comience a hablar y cantar, como su personaje juguetonamente egoísta, se sentirá como si casi no hubiera pasado el tiempo. En "El último deseo", el siempre confiado Gato con Botas se estremece al descubrir que ha agotado ocho de sus nueve vidas y, por primera vez, ha comenzado a preocuparse por su propia muerte.
Primero prueba la vida de retiro en una casa con Mama Luna (Da'Vine Joy Randolph), en la que se ve obligado a comportarse como un gato común, usando una caja de arena y comiendo comida para gatos en lugar de cocinar en la estufa, mientras una versión de "The End" de The Doors suena de fondo. Pero obtiene una esperanza, ha caído a la tierra una estrella y está esperando a que alguien la descubra y pida un deseo. Lo que envía a él, a Kitty Softpaws o Patitas Suaves (Salma Hayek Pinault) y a un perro fervoroso (Harvey Guillén) en una aventura para conseguir dicho deseo.
Aquí es donde la película realmente encuentra su ritmo, con la presentación de Ricitos de Oro (Florence Pugh), que es una especie de señora del crimen con su familia de osos, Mama (Olivia Colman), Papa (Ray Winstone) y Baby (Samson Kayo), y, por separado, un Little Jack Horner (un personaje popular de canciones de cuna en inglés) que ya no es tan pequeño y que también buscan la estrella de los deseos.
Dirigida por Joel Crawford, con Januel Mercardo como codirector, “El gato con botas: El último deseo” tiene suficientes buenos chistes (guión de Paul Fisher e historia de Tommy Swerdlow y Tom Wheeler) para entretener a cualquiera durante una tarde de cine. La animación es exactamente lo que necesitas que sea y evita demasiado la anarquía frenética de muchas películas.
En última instancia, no importa cuánto tiempo haya transcurrido, Banderas siempre es bienvenido de nuevo cuando lo desee.
Duración: 102 minutos.
Tres estrellas de cuatro.