Uno de los grandes retos que tienen los meteorólogos ante el surgimiento de fenómenos naturales como huracanes es el de comunicar de la manera más clara a la población en general los riesgos que conlleva.

Una de las acciones más reconocibles en este sentido es la de ponerle nombres a los sistemas ciclónicos que alcanzan la categoría de Tormenta Tropical, mismos que se eliminan de la lista en caso de convertirse en huracanes destructivos, por lo que nunca pueden volver a usarse.

En ese sentido ningún huracán volverá a llamarse nunca Katrina ni Mitch, tampoco Irene, Laura, Fiona, entre otros. Tan sólo el año pasado se eliminó de la lista el nombre de Otis, luego de haber arrasado con el puerto de Acapulco.

Escala Saffir-Simpson se basa en la potencia de los huracanes

Al igual que los nombres, otra estrategia básica para darle a los huracanes una comunicación adecuada es la de otorgarle una categoría que va del 1 al 5, según la fuerza de sus vientos, en una escala llamada Saffir-Simpson.

Sin embargo, existen científicos que piensan que esta comienza a quedar obsoleta debido a que las categorías se calculan según la intensidad de los vientos que provocan los huracanes, misma que está cambiando.

La formación de Beryl la semana pasada rompió récords, al ser el huracán de categoría 4 más temprano de toda la historia, algo que los meteorólogos atribuyen a que la temperatura de las aguas ha incrementado, a causa del cambio climático, funcionando como “combustible” para una mayor intensidad.

La escala de Saffir-Simpson clasifica los ciclones en función de la intensidad del viento que generan. Los de categoría 1 tienen vientos de entre 119 y 153 kilómetros por hora; categoría 2, de 154 a 177 kilómetros por hora; categoría 3, de 178 a 209; categoría 4, de 210 a 250 y categoría 5 cuando están por encima de 251 kilómetros por hora, sin un tope hacia arriba.

Muchos fenómenos han superado con creces estas cifras

Sin embargo, algunos ciclones ya han superado por mucho esas cifras: el huracán Patricia de 2015 llegó a alcanzar vientos de 346 kilómetros por hora y el tifón Haiyan, de Filipinas en 2013 superó los 315.

Aunque el Atlántico no ha habido eventos tan intensos, científicos del Lawrence Berkeley National Laboratory y la Universidad de Wisconsin–Madison publicaron un artículo en la revista PNAS, en el que sostienen que las condiciones para que suceda sí existen.

Ante ello, los autores consideran que es necesaria una nueva categoría para clasificar a los mega huracanes, lo cual se resolvería creando la categoría 6.

Evidenciaría los efectos del calentamiento global

Pese a ello, advierten que la escala Saffir-Simpson no es necesariamente la mejor forma de comunicar el riesgo de un ciclón, pues la mayor parte de los daños que provoca un ciclón provienen de las inundaciones y los deslizamientos de tierra, tanto las provocadas por las lluvias intensas como las causadas por las marejadas ciclónicas, el aumento del nivel del mar muy por encima de lo normal por causa de la tormenta.

“Ante un huracán inminente, lo mejor es no centrarnos en la categoría ni en un número concreto, sino prestar atención a los mapas y a las advertencias de los meteorólogos y los servicios de emergencia. Son ellos los que proporcionan un mejor nivel de detalle del riesgo”, explica el artículo.

Sin embargo, consideran que agregar el número 6 en la escala sí permitiría evidenciar que las tormentas son más potentes que nunca y concientizará respecto al cambio climático.