Ciudad de México.– El polvo originado en del desierto del Sáhara en África ha dejado postales salidas de otro mundo en Grecia, cuyo territorio ha sido cubierto por esta fina capa de partículas que ha pintado los cielos de tonos naranja. El polvo que se levanta desde las partes áridas del continente es arrastrado por el viento y viaja miles de kilómetros, provocando un fenómeno natural conocido como calima.

A veces los vientos influyen tanto que esta capa de polvo puede llegar a lugares tan lejanos como Sudamérica, Centroamérica y zonas de México y Estados Unidos.

La entrada al país de este polvo se realiza predominantemente por la vertiente oriental y sureste, hallando en la Sierra Madre Oriental una barrera que limita su dispersión hacia el centro. Por ello, el fenómeno no supone una amenaza significativa para la población, aunque sí influye en aspectos climatológicos como la formación de nubes y patrones de precipitación.

Un cielo grisáceo, atardeceres de tonos rojizos y una disminución notable en la nubosidad son algunos de los indicios más evidentes de la presencia de polvo en el ambiente.

Cuando este polvo alcanza ciertas áreas, puede provocar una notable alteración en la apariencia del cielo, tiñéndolo de tonalidades que van desde el amarillo hasta el naranja e incluso el rojo.

Aunque la intensidad y las zonas afectadas por esta tormenta de arena pueden variar, julio ha sido consistentemente el mes en que este evento natural se manifiesta en México, por lo que que todavía quedan algunos meses para su llegada.