Caracas.- El bullicio volvió a las playas venezolanas que estuvieron desiertas desde el 16 de marzo. cuando el gobierno de Nicolás Maduro impuso una estricta cuarentena en un intento por romper la cadena de contagios del nuevo coronavirus.

Durante más de 200 días, únicamente algunos afortunados que viven a pocos metros de la playa habían podido ver, al menos de lejos, el paisaje playero. El resto estuvo condenado a una larga espera como Victoria Colina, una administradora de 45 años que tenía siete meses sin ir a un balneario.

Maduro autorizó el 19 de octubre reabrir las playas -entre otros sitios de esparcimiento- con la esperanza de revitalizar las economías locales cercanas a la costa y ofrecer a los venezolanos la oportunidad de bañarse en un espacio abierto, tomar sol, nadar y comer el tradicional pescado frito escuchando el sonido de las olas, las gaviotas, pelícanos y el ahora siempre presente ritmo del reggaeton.

El gobernante también autorizó el funcionamiento de restaurantes, hoteles, parques de diversiones, licorerías, entre otros, con la expectativa de que el turismo vuelva a comenzar a florecer, sin dejar de lado las medidas de bioseguridad para evitar que aumenten los contagios.