Ciudad Juárez.- El 7 de noviembre de 1980, el mundo del cine perdió a una de sus estrellas más brillantes, Steve McQueen. El actor, conocido por su carisma y papeles icónicos en películas de los años 60 y 70, falleció en una clínica de Ciudad Juárez a los 50 años.

McQueen había viajado a México en busca de un tratamiento alternativo para el cáncer avanzado que padecía. Ingresó en la Clínica de Santa Rosa, donde fue operado para remover tumores cancerosos en el cuello y el abdomen.

Aunque la operación fue exitosa en términos de la extracción del tumor, McQueen sufrió complicaciones respiratorias y falleció de un paro cardíaco poco después.

El actor, que había adoptado el seudónimo de Sam Sheppard durante su estancia en la clínica, fue atendido por el doctor César Santos Vargas y su asistente, el doctor Guillermo Bermúdez. A pesar de los esfuerzos médicos, el cáncer estaba demasiado avanzado y McQueen no pudo sobrevivir.

Su muerte dejó un vacío en la industria cinematográfica y en los corazones de sus fans alrededor del mundo. Steve McQueen será siempre recordado por su espíritu indomable y su legado en la pantalla grande.

McQueen comenzó su carrera en la televisión con la serie “Wanted: Dead or Alive” (1958-1961), pero fue en el cine donde alcanzó la fama mundial. Algunas de sus películas más icónicas incluyen: “The Magnificent Seven” (1960) “The Great Escape” (1963) “Bullitt” (1968), famosa por su espectacular persecución de coches, “Le Mans” (1971), que reflejaba su pasión por las carreras de autos, “Papillon” (1973) “The Towering Inferno” (1974).

McQueen era conocido por interpretar a personajes de tipo antihéroe, lo que resonaba con la contracultura de la época. Su estilo de vida rebelde y su amor por las motocicletas y los autos de carrera también contribuyeron a su imagen de “cool”.