La reciente declaración de Donald Trump, ahora presidente electo de Estados Unidos, sobre eliminar el horario de verano ha causado una ola de incertidumbre que va mucho más allá de los relojes y las manecillas. En la frontera Juárez-El Paso, dos ciudades que, aunque separadas por una línea política, siempre se han considerado ciudades hermanas y por lo mismo, comparten algo muy esencial: el tiempo. Sin embargo, si Trump lleva a cabo su propuesta, la sincronización horaria entre ambas localidades podría verse trastocada, y con ello, una serie de efectos secundarios que podrían alterar la vida cotidiana de miles de juarenses y paseños. Así es la política... ¡siempre tan oportuna!.
Hasta ahora, Juárez y El Paso han vivido una relación envidiable: misma hora, misma sincronización. Un acuerdo que no solo facilita la vida de los ciudadanos comunes, sobre todo mantiene en sintonía a la industria maquiladora, escuelas y sistemas de transporte entre ambos lados de la frontera. Pero, al parecer, en este nuevo capítulo de la historia política estadounidense, el reloj va a ser el protagonista y no precisamente para hacerle un favor a los habitantes de la región.
Si Estados Unidos se adhiere a la idea de Trump y elimina el horario de verano, El Paso adoptaría de manera permanente el horario de invierno, creando un desfase de una hora con Juárez y, por ende, con Chihuahua, su capital. Amén del resto del país. Una pequeña variación horaria que, si bien no parece gran cosa en un primer vistazo, podría convertirse en un dolor de cabeza logístico para una región donde las interacciones transfronterizas son diarias. Imagínese lo que va a decir Manuel Sotelo, líder transportista, si con la lentitud en los cruces fronterizos, afirma que se pierden miles de dólares por hora.
Pero no todo está perdido. México, en su afán por mantener la armonía fronteriza, podría decidir modificar su propio sistema horario para alinearlo con el de El Paso, en un ejercicio casi artístico de ajuste de relojes que podría hacer que cualquier relojero, que se respete, sintiera envidia. Por supuesto, todo esto dependería de que el Congreso de la Unión considere la propuesta, ya ve que hasta ellos tienen su “reloj legislativo”.
Mientras tanto, los expertos en salud y bienestar han sido claros: mantener el horario estándar permanentemente podría ser un alivio para el ritmo circadiano de los seres humanos, que finalmente se verían menos afectados por esos terribles "jetlags" internos (descompensación horaria). Pero aquí viene la pregunta incómoda: ¿quién se acuerda de la gente que tiene que atravesar la frontera a diario para ganarse la vida? Y qué decir de las maquiladoras. Al final, parece que las buenas intenciones de un sistema horario "más saludable" podrían volverse una pesadilla práctica para una región donde los problemas de coordinación horaria podrían tener consecuencias mucho más graves que el simple trastorno de tener que cambiar la hora de las reuniones.
En resumen, la propuesta de Trump de eliminar el horario de verano podría ser el principio de una serie de complicaciones en la frontera que van mucho más allá de los números en un reloj. Si bien es cierto que los beneficios de eliminar el cambio de hora podrían ser reales para muchos, en Juárez y El Paso, la verdadera pregunta será: ¿quién pagará el precio de la "hora del caos"? Al final, la política puede manejar las relaciones internacionales, pero el tiempo, ese sí que es un asunto personal, que se debe considerar muy seriamente, al menos, esa es la idea…