Pensilvania.- La vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump hicieron sus últimos llamamientos a los votantes el lunes en la misma parte de Pensilvania, aproximadamente a la misma hora, pasando el último día completo de la campaña presidencial de Estados Unidos en un estado que podría decidir sus posibilidades de ganar.
Centrándose en el rincón suroriental del estado, Trump subió al escenario en Reading, Pensilvania, a unos 48 kilómetros (30 millas) de la ciudad de Allentown, donde Harris llevó a cabo su propio evento aproximadamente media hora después.
“Si ganamos Pensilvania, ganamos todo el paquete”, declaró Trump. “Se acabó”.
De hecho, una victoria de Trump en Pensilvania, llevándose sus 19 votos del Colegio Electoral, perforaría el “muro azul” de los demócratas y le dificultaría a Harris ganar los 270 votos necesarios.
Harris, la candidata demócrata, pasó todo el lunes en Pensilvania, el premio mayor entre los estados que se prevé determinen el desenlace de los comicios con los votos del Colegio Electoral. Además de Allentown, visitó Scranton —el lugar donde nació el presidente Joe Biden— y tenía planeada una escala en Reading, antes de concluir con un mitin nocturno en Filadelfia al que asistirán Lady Gaga y Oprah Winfrey.
”¿Están listos para hacer esto?”, gritó Harris el lunes en Scranton, con un gran cartel hecho a mano detrás de ella que decía “Vota por la libertad” y una pancarta similar a su lado.
Trump acudió primero a Carolina del Norte antes de visitar Reading. Se dirigirá a Pittsburgh, en el extremo opuesto del estado, y luego concluirá en Grand Rapids, Michigan, donde celebrará su último mitin de campaña en el mismo lugar donde concluyó sus campañas de 2016 y 2020.
El sureste de Pensilvania alberga a miles de hispanos, incluida una considerable población puertorriqueña. Harris y sus aliados han criticado repetidamente a Trump por un comentario del comediante Tony Hinchcliffe sobre Puerto Rico durante un destacado evento del expresidente en el Madison Square Garden. Hinchcliffe dijo que Puerto Rico era una “isla flotante de basura”.
“Fue absurdo”, dijo Germán Vega, un dominicano-estadunidense que vive en Reading y se naturalizó estadunidense en 2015. “Molestó a muchas personas, incluso a muchos republicanos. No estuvo bien, y siento que Trump debería haberse disculpado con los latinos”.
Pero Emilio Feliciano, de 43 años, esperaba afuera del Santander Arena de Reading para tener la oportunidad de tomar una foto de la caravana de Trump. Desestimó los comentarios sobre Puerto Rico a pesar de que su familia es puertorriqueña, diciendo que le importa la economía y por eso votará por Trump.
”¿Va a estar segura la frontera? ¿Vas a mantener baja la criminalidad? Eso es lo que me importa”, dijo.
Trump se centró en hablar sobre su propuesta de endurecimiento en el control de la inmigración. Convocó al escenario a Patty Morin, madre de Rachel Morin, de 37 años, quien fue encontrada muerta un día después de desaparecer durante un viaje para ir de excursión. Las autoridades dicen que el sospechoso de su muerte, Víctor Antonio Martínez Hernández, ingresó ilegalmente a Estados Unidos después de supuestamente matar a una mujer en su país natal, El Salvador.
Unos 77 millones de estadunidenses han depositado su voto en forma adelantada. Una victoria de cualquiera de los dos bandos sería algo sin precedentes.
Una victoria de Trump lo convertiría en el primer presidente entrante en haber sido encausado y declarado culpable de un delito grave, después de su juicio en Nueva York por hacer pagos a cambio de silencio. Obtendría el poder de poner fin a otras investigaciones federales pendientes contra él. Trump también se convertiría en apenas el segundo presidente en la historia de Estados Unidos en ganar mandatos no consecutivos en la Casa Blanca, después de Grover Cleveland a finales del siglo XIX.
Harris aspira a convertirse en la primera mujer, la primera mujer negra y la primera persona con ascendencia del sur de Asia en llegar a la Oficina Oval, cuatro años después de haber roto las mismas barreras en un cargo federal al convertirse en la segunda al mando en el gobierno de Biden.
La vicepresidenta ascendió a la cima de la fórmula demócrata después de que el desastroso desempeño de Biden en un debate en junio desencadenara una avalancha de críticas que favorecieron su retiro de la contienda, una de una serie de convulsiones que han afectado la campaña de este año.
Trump sobrevivió por milímetros a un intento de asesinato en un mitin en Butler, Pensilvania. Los elementos del Servicio Secreto a cargo de protegerlo frustraron un segundo intento en septiembre, cuando un hombre preparó un fusil mientras Trump jugaba golf en uno de sus campos en Florida.
Harris, de 60 años, ha promovido que ella representa un cambio generacional con respecto a Biden, de 81 años, y Trump, de 78. Ha enfatizado su apoyo al derecho al aborto después de la decisión de la Corte Suprema de 2022 que puso fin al derecho constitucional a recibir atención médica para abortar, y ha denunciado regularmente el papel que desempeñó el expresidente en el ataque del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos.
Harris ha conjuntado una coalición en la que hay desde progresistas como la representante Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York hasta el exvicepresidente republicano Dick Cheney. La vicepresidenta ha dicho que Trump es una amenaza para la democracia y, al final de la campaña, incluso respaldó las críticas de que el exmandatario es “fascista”.
En días previos al lunes, Harris dejó de mencionar a Trump por su nombre, llamándolo en cambio “el otro tipo”. Ella promete resolver problemas y buscar consenso.
La presidenta del equipo de campaña de Harris, Jen O’Malley Dillon, dijo en una llamada con periodistas que no decir el nombre de Trump era algo deliberado porque los votantes “quieren ver en su líder una visión optimista, esperanzadora y patriótica para el futuro”.
Harris habló en Scranton acerca de que en el pasado fue una candidata con pocas probabilidades de ganar cuando se postuló para fiscal de distrito de San Francisco en 2002, y cómo “solía hacer campaña con mi tabla de planchar”.
“Caminaba hasta la fachada de la tienda de comestibles, afuera, y colocaba mi tabla de planchar porque, ya ven, una tabla de planchar es un escritorio para trabajar de pie realmente magnífico”, declaró Harris, recordando cómo pegaba sus carteles en uno de los costados de la tabla, llenaba la parte superior con folletos y “les pedía a las personas que hablaran conmigo mientras entraban y salían”.
En Allentown, hogar de decenas de miles de puertorriqueños, la vicepresidenta estuvo acompañada por el rapero Fat Joe. Más tarde visitará un restaurante puertorriqueño en Reading con Ocasio-Cortez. Tanto Fat Joe, cuyo verdadero nombre es Joseph Cartagena, como Ocasio-Cortez tienen ascendencia puertorriqueña.
Mientras hacía fila para ingresar al mitin de Harris en Allentown, Ron Kessler, un veterano de la Fuerza Aérea de 54 años y exrepublicano que ahora vota por los demócratas, dijo que planeaba sufragar por segunda vez en su vida. Kessler dijo que durante mucho tiempo no votó, pensando que el país “votaría por el candidato correcto”.
Pero "ahora que soy mayor y mucho más sabio, creo que es importante, es mi deber cívico. Y es importante que yo mismo acuda a votar y vote por la democracia y el país”.
Trump retomó el domingo sus afirmaciones falsas de que las elecciones en Estados Unidos están amañadas en su contra, reflexionó sobre la violencia contra los periodistas y dijo que “no debería haber dejado” la Casa Blanca en 2021, giros oscuros que han eclipsado otro pilar de su argumento de cierre de campaña: “Kamala lo descompuso. Yo lo arreglaré”.