Ciudad de México. – La continuación de los trabajos en una cripta con al menos 72 lóculos, construida bajo la parroquia de San Bartolomé Apóstol, en el municipio de Hueypoxtla, Estado de México, arrojó el registro de los restos de dos personas adultas y de un infante de cinco años de edad, tras la apertura de tres nichos.
Se abrieron tres sepulturas, identificadas como C1, H1 y M1. Las dos primeras contenían, respectivamente, un individuo del sexo masculino, en posición decúbito dorsal extendido con los pies hacia el atrio de la parroquia y las manos colocadas sobre la región abdominal.
El tercer lóculo se divide en dos y solo se intervino el lado izquierdo, donde reposan los restos de un infante de cinco años de edad, con las mismas características de los anteriores. Además, preservaba vestigios metálicos como adorno funerario y los remanentes de una prenda, hasta el momento indeterminada.
El objetivo era destapar cuatro lóculos; sin embargo, el W1 ya estaba abierto en su lado derecho, el cual contenía a un perinato, de 32 semanas in utero, que habría nacido prematuro y murió. Tiene evidencias de haber sido removido intencionalmente y se microexcavará en la temporada siguiente.
Al referir que el sistema funerario que es cristiano y que los restos datan del siglo XVIII o principios del XIX, Ruíz Albarrán, ecargada de la investigación, indicó que la arquitectura de la cripta es peculiar por sus pasillos y nichos numerosos, característica que no se había visto en el centro de México, aunque para esa época estaba ampliamente difundida en Europa.
Antes de entrar a la cámara funeraria en Hueypoxtla, el grupo de investigación se preparó durante una semana en el Museo de Tepexpan, con el apoyo de la responsable del recinto, Margarita del Olmo Calzada, y la colaboración del Laboratorio de Bioarqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en lo concerniente al préstamo de cuatro esqueletos didácticos, con los que se recreó el mismo número de contextos.
Ya en la cripta, las tapas de cada uno de los lóculos se retiraron estratigráficamente para no afectar los entierros. “Es un proceso lento, tardamos día y medio en abrir un lóculo, pero eso garantiza que ahí está toda la información; encontramos obsidiana, tepalcates y hueso”, detalló.
La atención fue in situ, por lo que se hizo una microexcavación con pinceles y recogedores pequeños para quitar gradualmente la tierra, tomar muestras de material biológico y otros elementos que permitieron hacer el registro y el levantamiento de cédulas, a fin de comenzar a determinar el sexo y la edad de cada individuo.
La antropóloga explicó que el procedimiento se efectuó de esta manera porque si extraían los restos, corrían el riesgo de fragmentarse, erosionarse o deshacerse, debido al exceso de humedad que presentan.
Los habitantes de Hueypoxtla entran cada año a la cripta con motivo de la fiesta de san Bartolomé Apóstol, el 24 de agosto, en un recorrido en el que los cronistas locales les exponen lo más importante sobre el sitio –el cual anteriormente creían era de origen prehispánico–, y ahora suman las interpretaciones aportadas por el equipo de investigadores del INAH.
Respecto a los resultados del trabajo de gabinete de la temporada pasada, en la que se abrieron dos de las sepulturas del mausoleo subterráneo, se informó del hallazgo de los restos de un adulto en el lóculo T1, mientras que en el K1 se encontró a un infante y un individuo neonatal.
La iniciativa es impulsada con el fin de investigar la identidad de los restos resguardados en el lugar, así como formar a los alumnos del CEA, con la guía de especialistas de la ENAH, quienes apoyaron en la apertura de lóculos y el registro, además de asesorarlos en el trabajo de campo.