Los panameños votaron el domingo en elecciones generales por un nuevo presidente para los próximos cinco años, en una jornada de gran afluencia de electores en la que los reflectores se centraron en el delfín del expresidente Ricardo Martinelli, que no pudo postularse al estar condenado, y las voces que piden un cambio ante la política tradicional en el país.

La afluencia de votantes creció en las horas finales de la jornada electoral que, de manera general se desarrolló con relativa tranquilidad y solo con reportes de algunos incidentes menores entre electores de partidos contrarios.

José Raúl Mulino lideraba las preferencias de una parte de la población que aún respalda a Martinelli y veía en su postulación una esperanza de que vuelva el esplendor al país ante su ralentización económica.

Mientras sus tres rivales más directos —el expresidente Martín Torrijos y dos candidatos que participaron en las pasadas elecciones de 2019, Ricardo Lombana, del Movimiento Otro Camino, y Rómulo Roux, de Cambio Democrático— buscaban evitar el regreso del “martinellismo” al poder con un recordatorio constante a los escándalos de corrupción.

El ganador de estos comicios, cuyo tramo final estuvo rodeado por la incertidumbre en torno a la constitucionalidad de la candidatura de Mulino, conducirá al país por los próximos años con fuertes desafíos en economía —por la desaceleración esperada tras el cierre de una mina de cobre y la sequía que restringió el tránsito en el Canal de Panamá— y en migración, ante el incesante cruce de personas por la jungla del Darién.

“Creemos que Mulino puede hacer un buen papel”, dijo Yanela Ríos, una ama de casa de 58 años que sufragó temprano en Boca la Caja, un barrio marginal de casas de concreto y techo de zinc que está incrustado en medio de rascacielos residenciales lujosos en Ciudad de Panamá. “Si, en realidad, él tiene otra mentalidad en ayudar al pueblo y al que lo puso en ese puesto (Martinelli), será bueno para el país”.

Por su parte, Judith Wald, de 48 años y quien asegura no tiene un trabajo fijo, dijo que en el pasado votó por Martinelli, pero que esta vez no fue así. “Lombana lo vemos como otra opción, creo que Panamá necesita un cambio, siempre es lo mismo”.

En una entrada al barrio, una anciana colocó una bandera con las letras RM (Realizando Metas) fuera de su casa, donde tendía su ropa lavada y una pancarta que decía “Ayuden al loco”, en referencia a Martinelli.

El exmandatario, condenado por lavado de activos a más de 10 años de prisión está inhabilitado políticamente y refugiado en la embajada de Nicaragua desde febrero en la embajada de Nicaragua tras recibir asilo político, apoyó intensamente la campaña de su correligionario y hombre de confianza.

Mulino, que votó pasadas las 9.00 de la mañana tras ser recibido en el centro de convenciones ATLAPA al grito de “se siente, se siente, Mulino presidente”, reemplazó a Martinelli en la nómina de los partidos Realizando Metas y Alianza. Estuvo a punto de quedarse fuera de la pugna electoral por una demanda que buscaba declarar su postulación como inconstitucional y no fue hasta el viernes en la madrugada que la Corte Suprema se pronunció para mantener a Mulino en la pugna presidencial.

Después de sufragar, el candidato visitó a Martinelli en la embajada. “Hermano”, le dijo, antes de estrecharse en un abrazo en la sede diplomática. El gobierno de Panamá ha protestado con anterioridad ante el de Nicaragua por permitir al exmandatario realizar actividades políticas.

“Todo el mundo decía si (Martinelli) corre, gana”, dijo en entrevista con The Associated Press Ragnhild Melzi, vicepresidenta de Programas Públicos y Relaciones Corporativas de Americas Society/Council of the Americas en Nueva York. “Mulino es el sucesor y creo que se beneficia de lo que tenía Martinelli, de lo positivo que una parte muy grande del pueblo panameño le veía. El dinamismo que hubo”.

Carmen González, una ama de casa de 56 años que llegó a votar con su madre Manuela, de 81 años, reclamó que hay “problemas con la economía, trabajo y la salud que nos ha llevado a un momento de crisis”. Y pidió al próximo presidente que "haga las cosas bien, que cumpla cada una de las promesas”. Su apoyo fue para Lombana, uno de los tres que va detrás de Mulino y el primero de los candidatos que acudió a votar el domingo también en ATLAPA.

De acuerdo con los analistas esta elección en Panamá es una de las más complejas de su historia moderna.

"La votación está marcada por una mayor fragmentación política y descontento social bajo el presidente saliente Laurentino Cortizo”, indicó Arantza Alonso, analista senior para América de la firma de consultoría estratégica y riesgo Verisk Maplecroft con sede en Bath, Inglaterra. En un análisis enviado a AP refirió que una encuesta de principios de abril mostró que casi una cuarta parte (23%) de los ciudadanos estaban indecisos o poco inclinados hacia alguno de los aspirantes, lo que indica “los bajos niveles de satisfacción de los panameños con los candidatos ofrecidos”.

Mulino ofreció marcar el comienzo de una economía próspera como la que se vio durante el gobierno de Martinelli (2009-2014) y detener la migración a través del Tapón del Darién, las peligrosas selvas que unen Colombia y Panamá y que fueron atravesadas por medio millón de migrantes el año pasado.

En tanto que Torrijos, Lombana y Roux propusieron cambiar el país, con reformas a la Constitución para desmantelar, según ellos, las estructuras que permiten la corrupción y la impunidad. Los tres enfilaron sus dardos en la recta final de la campaña contra Mulino.

“Estamos tranquilos, contentos de estar aquí, con mucha esperanza; hoy gana Panamá, la juventud”, dijo Lombana al llegar a votar.

El abogado de 50 años, quien recibió un fuerte apoyo del voto joven en los pasados comicios, ha sido incisivo en que luchará contra la corrupción y repitió una frase escuchada al presidente salvadoreño Nayib Bukele sobre que “la plata alcanza cuando nadie se la roba”. Él también promete reformar la Constitución para reducir la Asamblea Nacional, el órgano más cuestionado del país, y desmantelar las estructuras que permiten la corrupción y la impunidad.