Nueva York.- El doctor en psicología Matthew A. Killingsworth ha publicado un estudio titulado “Money and Happiness: Extended Evidence Against Satiation”, que presenta pruebas de que la felicidad aumenta junto con la riqueza.

La investigación, que incluyó a más de 33 mil estadounidenses, entre ellos 2 mil 200 ultrarricos, sugiere una fuerte correlación entre los ingresos y el bienestar personal. Estos hallazgos desafían la teoría de la “meseta de la felicidad”, propuesta en estudios anteriores de la Universidad de Purdue, que afirmaba que la felicidad alcanzaba su punto máximo con ingresos de alrededor de 75 mil dólares anuales y luego se estabilizaba.

Sin embargo, Killingsworth argumenta que esta meseta no existe y que la felicidad continúa incrementándose con ingresos más altos.

Uno de los hallazgos del estudio es la diferencia de felicidad entre los ultrarricos y las personas de ingresos medios. El doctor en psicología observa que esta brecha es mucho más significativa que la existente entre las personas de ingresos bajos y aquellos con ingresos medios. Esto sugiere que, aunque los beneficios económicos de estar en la clase media son considerables, la sensación de bienestar psicológico sigue aumentando con el incremento de los ingresos.

"Money and Happiness: Extended Evidence Against Satiation" subraya que no es solo la capacidad de adquirir bienes lo que aumenta la felicidad, sino la sensación de control sobre la propia vida. Esta sensación de control puede explicar el 75 por ciento de la relación entre dinero y felicidad.

Tener más dinero otorga mayor libertad para tomar decisiones y vivir de acuerdo con los propios términos, lo que a su vez genera una mayor satisfacción personal y bienestar.

Pertenecer a la clase media trae consigo una serie de ventajas que contribuyen al bienestar personal. A diferencia de las clases más bajas, las personas de ingresos medios suelen tener acceso a mejores servicios de salud, educación de calidad y una mayor seguridad financiera. Esta estabilidad económica proporciona una sensación de seguridad y control, lo que refuerza el bienestar emocional y psicológico.

La clase media también tiene acceso a oportunidades que permiten el crecimiento personal y profesional. Disponer de recursos para invertir en educación, viajes o experiencias culturales no solo amplía los horizontes, sino que también contribuye a una mayor satisfacción en la vida.

Aunque la investigación indica que la felicidad sigue creciendo con más riqueza, es innegable que la clase media ya disfruta de una calidad de vida que favorece el bienestar general.

El dinero, según "Money and Happiness: Extended Evidence Against Satiation", sí tiene un impacto significativo en la felicidad, especialmente cuando se considera su relación con la libertad y el control sobre la propia vida.

Aunque la brecha de felicidad entre los ultrarricos y la clase media es considerable, los beneficios de pertenecer a esta última siguen siendo palpables y valiosos para el bienestar general.