Ciudad de México.- Es medianoche en las afueras de Ciudad de México, y el Panteón San Gregorio no solo está vivo, sino vibrante.
La música de los mariachis resuena sobre las familias que adornan las tumbas de sus fallecidos con filas de velas, flores de cempasúchil de color naranja y sus golosinas favoritas, que van desde el pan de muerto hasta botellas de Coca-Cola.
Cada año por estas fechas, México estalla en celebraciones del Día de Muertos. Las familias se reúnen en los cementerios de todo el país para reconectar con sus muertos, tal como lo han hecho sus ancestros durante siglos.
Para muchos más, en pequeñas comunidades como esta, también se trata de preservar el núcleo de sus tradiciones, ya que las celebraciones en lugares más grandes han estado cada vez más marcadas por el turismo masivo.
“Es seguir conservando esta tradición, que fue parte de la herencia”, dijo Antonio Meléndez, de 58 años. “No podemos dejar que se pierda”.
Meléndez formaba parte de la multitud de personas reunidas en el cementerio, escondido entre el laberinto de canales y edificios de ladrillo de Xochimilco, una alcaldía al sur de Ciudad de México que ha mantenido tradiciones que han desaparecido en otras partes del país.
Se reunió con sus dos hijas alrededor de la tumba de su madre, marcada con pétalos de flores color naranja, dispuestos en forma de cruz, y ramos de flores rosas, el color favorito de su madre.
Meléndez dijo que ella murió el año pasado, y la pérdida aún era reciente, por lo que intentaba recordarla siguiendo con los mismos rituales que la observó llevar a cabo mientras él crecía, esta vez con sus hijas. Comenzó a prepararse para la celebración cuatro días antes, haciendo tamales y construyendo un pequeño altar para ella en su casa.
El Día de Muertos se remonta a siglos atrás, hasta las antiguas civilizaciones indígenas, que organizaban fiestas cuando alguien moría para guiarlo hacia la otra vida, y colocaban comida en altares para nutrirlos en sus viajes, según el gobierno mexicano.
“En esta celebración de Día de Muertos, la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido”, se lee en su sitio web.
Cuando los colonizadores españoles llegaron y comenzaron a imponer el catolicismo a las comunidades indígenas, mezclaron las tradiciones de éstas con las festividades católicas. Entonces, las celebraciones de los muertos se sincronizaron con el Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, terminando el 2 de noviembre.
A medida que las celebraciones comienzan a intensificarse a finales de octubre, la tradición mexicana dice que en esa noche sus difuntos están más cerca del mundo de los vivos, y la gente espera hacerles compañía, aunque cada familia celebra de diferentes maneras.
En el Panteón San Gregorio, mujeres mayores llevan enormes fardos de flores naranjas, la icónica flor de muertos. Algunas familias se abrazan y lloran. Otros se sientan solos y en silencio, junto a las tumbas de sus seres queridos. Muchos más beben mezcal y cuentan historias de sus familiares.
Reunida con su hija y nieta, Beatriz Chávez, de 60 años, se arrodilla en las tumbas de su hijo, su sobrino y su padre, encendiendo velas en silencio.
“Es simplemente estar con ellos un año más. Aunque no los vemos, sentir que estamos cerca de ellos”, dijo Chávez, y señaló que planeaba dormir en el cementerio, como lo ha hecho cada año desde que su padre murió cuando ella tenía 10 años.
Con el paso de los años, la tradición llegó a convertirse en el tema principal de Coco, la película de Disney. Un desfile del Día de Muertos en Ciudad de México también apareció en una película de James Bond, a pesar de que tal desfile no existía en la realidad. Posteriormente, las celebraciones anuales adoptaron la idea del desfile de la película.
Ahora, personas de todo el mundo acuden a la nación latinoamericana, ansiosas por experimentar la rica tradición por sí mismas.
Pero las que alguna vez fueron pintorescas celebraciones en lugares característicos del Día de Muertos como Ciudad de México, Oaxaca y Michoacán, han comenzado a llenarse de turistas, que toman fotos de los dolientes. Asimismo, en años recientes, muchos mexicanos han comenzado a mezclar la celebración con Halloween, y han surgido nuevas tradiciones, como el desfile de James Bond.
A algunas personas, como Meléndez, les molestan los cambios.
“Aquí no somos de Halloween, somos de Dia de Muertos”, dijo. “Es triste, porque sí se va distorsionando, se va perdiendo la esencia de lo que somos. Esto fue un parte de nosotros, esto fue nuestra raíz”.
Para Meléndez, esto añade un nivel de importancia adicional a la celebración en su pequeño cementerio que, según él y otras personas, se ha mantenido fiel a las tradiciones centenarias.
Esto coincide con una conversación más amplia que se desarrolla en todo México en medio de un flujo de “expatriados” y turistas estadounidenses. A medida que más personas se mudan o viajan a Ciudad de México, los alquileres han subido tanto que muchos mexicanos han sido expulsados de áreas donde han vivido gran parte de sus vidas, causando mucha frustración en gran parte de la ciudad.
Aquellos que deambulan por las tumbas y venden flores y comida en las calles, ven los cambios menos como una pérdida de tradición, y más como una evolución, una forma de que las generaciones más jóvenes continúen transmitiendo su herencia a su manera y compartiéndola con nuevas audiencias.
Ese fue el caso de la doliente Chávez, que celebró con su hija y nieta. Ellas usaban las luces de sus iPhones para ayudar a su abuela a colocar flores.
“Yo creo que es bonito porque estamos hablando de otros lugares que se están interesando en nuestra cultura, y creo que transmitir nuestro amor a nuestros muertos, el festejo a la muerte, es importante, importante que sepan de nuestras raíces, tradiciones generación tras generación”, dijo su hija, Ana Laura Anell Chávez, de 36 años.