Ciudad Juárez- Lleva por nombre César Soto Esquivel, pero el fino mundo del pugilismo le dice “La Cobrita”. El acta de nacimiento dice Lerdo Durango, pero Jimmy Lennon Jr lo presentaba como de “Juárez México”. Del grupo selecto de campeones del mundo fronterizos y de los puños más pesados que han conocido estas tierras.
Llegó a Ciudad Juárez desde muy pequeño y se encontró el boxeo por “inquieto”, porque según cuenta le vino como anillo al dedo:
“Yo llegué a Juárez muy niño, de muy chavalo. El box a mi me gustó por que se me acomodó, siempre fui un niño muy inquieto, también fui muy peleonero, más en la calle que en la escuela. Era cosa de todos los días hasta que entré a secundaria, la misma naturaleza de mi condición me llevó al boxeo”, cuenta el boxeador.
La gran parte de su carrera transcurrió en las 125 libras del peso pluma, división de la que intentó ser campeón en cuatro ocasiones. No fue hasta la última cuando le arrebató el cetro del Consejo Mundial de Boxeo al filipino Luisito Espinosa. Todo en el “patio” de la que considera su casa: El Paso Texas, un 15 de mayo de 1999.
“Gané por decisión unánime y fue una sensación que es muy difícil de explicar. Ese día se cristalizaron todos los sueños que yo tenía, todos queremos ser campeones del mundo cuando empezamos a boxear. Además, yo ya tenía dos hijos en ese momento y yo quería ganar por ellos. Que fuera boxeador filipino también fue muy especial porque ya había tenido yo un combate en Manila donde yo sentí que me habían robado el título”, añade la Cobrita.
Para desgracia del fronterizo por adopción, el cinturón verde lo perdería cinco meses más tarde a manos del británico Naseem Hamed. Años más tarde, en el camino hacia el corto reinado mundial le daría una distinción perpetuamente particular: uno de los 100 mejores nocauts de la historia en la lista de la promotora Top Rank. El rival era Juan Polo Pérez, la contienda duró muy poco y el golpe fue por demás fulminante.
Tenía de frente Polo Pérez que ya la había aguantado un round con mucho esfuerzo y mucho apretar los puños. A la mitad del segundo asalto se pusieron a intercambiar cuero en el medio del ring: la Cobrita le aventó las manos y lo movía con todo y la guardia bien ceñida. No fue hasta que el fronterizo bajó la mano. Apuntó al hígado y dobló al colombiano para tirarlo y que este no se pudiera volver a levantar.
La última de sus peleas llegó en 2011 contra el toluqueño Héctor Javier Márquez. La perdió por decisión para sumar cuatro descalabros en sus últimos cinco pleitos. A pesar de esto, el que lleva apodo de serpiente señala que el tiempo fue exacto para colgar los guantes
“Yo creo que me retiré bien. Empecé bien y me fui en buen momento. Yo había dicho que hasta aquí iba a llegar y hasta ahí llegué. Creo que fue una carrera bonita, me da gusto que cuando la gente me ve en la calle me saluda, me piden fotos, los veo contentos. Eso me deja contento también a mí, por que quiere decir que uno sigue estando vigente, ya no como boxeador, pero como ser humano”, remata Soto.
La Cobrita fue inducida al Salón de la Fama del Deportista Juarense en 2018. Hoy en día, reparte su tiempo entre su natal Durango y la ciudad que lo recibió con los brazos abiertos.