Ciudad de México- Los Bravos de Ciudad Juárez hilaron su segunda derrota consecutiva la noche de este miércoles cayendo goleados por la Máquina Celeste del Cruz Azul con marcador de 4-0.

Ni las manos

La noche era cálida en la capital del país, el aire ya olía a llanta de carro de carreras y el respetable le regalaba un minuto de aplausos a la memoria de Fernando Valenzuela. Así arrancaban las hostilidades entre la Máquina Celeste de la Cruz Azul y los Bravos de Ciudad Juárez.

Corrían apenas cinco minutos de primer tiempo y la cosa ya pintaba más que complicada para Juárez. Cruz Azul dominaba la pelota con Gonzalo Piovi, Erick Lira y Jorge Sánchez. Tres minutos más tarde Lorenzo Faravelli se encontraba un balón suelto en el interior del área, le pegaba de primera intención y la mandaba guardar. 1-0 los locales.

Al cuarto de hora no había como. Bravos estaba metido en propio terreno, no cómodo pero si resignado: era lo que había y con eso se iban a morir. Eso sí, Carlos Salcedo y José García Manríquez sudaban la gota gorda.

Para fortuna de los fronterizos Giorgos Giakoumakisse trompicaba a propósito con Benny Díaz. El griego ya estaba tocado, ya le dolía el cuerpecito que dios le dio y el último golpe fue la gota que derramó el vaso. Salía el extranjero, entraba Ángel “El cuate” Sepúlveda.

El asunto se volcaba por completo exactamente al minuto 26. Todo por a José Juan García Manríquez se le ocurría salir desde propia área, muy encimado y con un balonazo. La pedrada le cayó a Luis Romo que ponía un centro casi como pintado para que el Cuate la dejara en fondo de la red. 2-0, la visita ni sus luces.

Quedaban 10 minutos para el regaderazo, olía más al tercer tanto cementero que al primero fronterizo. Del otro lado de la cancha, José Abella puso un balón en busca de Jairo Torres y este no hacía ni el esfuerzo de correr la bola. Una cáscara el asunto.

Antes del descanso Benny Díaz salvaba la goleada metiéndole las manos a un riflazo de Piovi. Faravelli por su parte se topaba con la pierna milagrosa de Manríquez que ahora sí hacía bien el jale. Ardía el rancho y urgía el silbatazo del señor cantante.

Así nos íbamos al entretiempo: 2-0 a favor la Máquina.

Dieron lo que tenían quedar (No, no nos referimos al esfuerzo físico)

El segundo tiempo arrancaba del mismo modo. Tan del mismo modo que cayó la tercera diana de los capitalinos al minuto cinco. Otra pared, otro toque sencillito de Alexis Rodríguez y otra vez el Cuate Sepúlveda la dejaba abajo y rasa para el 3-0.

A la marca de la hora los de la cooperativa no quitaban el pie del acelerador y a Bravos no le salía ni la pelota parada que tanto había presumido. Guillermo Castillo (Que no se llama así, pero así nos dijo que le dijéramos) pasan un tiro libre muy por arriba del marco que defendía Kevin Mier que ni trabajo había tenido.

Cerca del 70 Benny Díaz volvía a meter la mano y a sacar la honra por un equipo igual de inoperante que un pianista manco. El disparo de Amaury Morales no iba a ningún lado y el gol no entraba. El que si entraba era el ex Bravo, Gabriel “El Toro” Fernández.

Por si faltara más, el propio Toro regresaba de su lesión clavándole el cuarto gol con una pinturita ayudada por el desvío de Carlos Salcedo al 72. 4-0, Fernández festejaba, Mauricio Barbieri se enojaba y Juárez ya no sentía lo duro sino lo tupido.

El caballo ya estaba la autopsia veterinaria y fuera de la cancha el mandamás brasileño le reclamaba al silbante como si alguna decisión arbitral pudiera haber revertido el bodrio en la Ciudad de los Deportes.

De cara al minuto 90 Juárez se volvía un espejismo con el espacio que le regaló la máquina. Tiraron cuatro veces sin despeinar a Mier. Acto seguido, el nayarita Vicente Jassiel Reynoso Arce hacía sonar el silbato para ponerle fin al duplico de los Bravos.

4-0 el marcador final.