Ciudad Juárez- Los Bravos de Ciudad Juárez terminaron por caer de último minuto ante las Águilas del América por marcador de 1-2 para ligar tres derrotas.

Los muertos si reviven

Era nublada la noche, había chispeado media hora y el graderío del Olímpico Benito Juárez estaba pintado de amarillo con el respetable dividido. Así arrancaban las hostilidades entre las Águilas del América y los Bravos de Ciudad Juárez.

No eran ni cinco minutos corridos y Richard Sánchez se equivocaba en la salida para dejarle la de gajos a Aitor García dentro de su propio tercio para que la mandara guardar. Así de muertos, así de cansados en lo físico, así ganaba Bravos en los albores del encuentro. 1-0.

Ya era un cuarto de hora en las tierras de Juan Gabriel y el respetable americanista estaba mudo. Los azulcremas de la cancha, por su parte, seguían ahogados por unos Bravos que presionaban alto y parecían consumir todo el resto físico que les quedaba.

Con 20 minutos en el cronómetro, todo era el mundo al revés, Juárez jalaba la marca con Jonathan González y con Diego Campillo. Todo esto hasta que la “visita” remató un córner de cabeza para el gol del empate. Empate que se quedaba en suspenso por que parecía fuera de lugar y el colegiado tardaba en decidir. Todo esto al grito de “VAR, VAR, VAR” proveniente del respetable. Después de cinco minutos de agónica revisión, la cosa era válida, la “Bomba” Martín empataba las hostilidades.

América la volvió a intentar minutos más tarde con todo el poderío ofensivo bien despierto, no obstante, para respiro de la localía, Sebastián Jurado metía las manos.

Nos quedaban 15 minutos antes del regaderazo y el ambiente era más tenso que la cuerda floja del circo con un medio campo más trabado que un tartamudo. Javairô le pegaba al cuero pero la mandaba con rumbo a la estrella de El Paso, Texas. Campillo repetía la cortesía, pero él mandaba la bola al vecino pueblo de Ahumada.

A cinco del entretiempo, los papeles ya estaban completamente invertidos. Jonathan Dos Santos y Richard Sánchez retenían el esférico para que Erick Sánchez se metiera en profundidad sin éxito alguno. Sin embargo, la presión de Coapa ya estaba a todo lo que da.

Así nos íbamos al descanso, con unas Águilas bien despiertas y un caballo que corría a base de pura adrenalina.

In extremis...

Arrancábamos la segunda mitad con la escuadra fosforescente queriendo bajarle el ritmo al partido para contener el balón. Dicha maniobra resultaba inútil porque Javairô era el primero en robar la número cinco e irse para enfrente. Moisés Mosquera se ponía las pilas y cortaba el avance en propia área.

Era muy diferente el asunto habiendo transcurrido 10 minutos de complemento. Juárez estaba muy tirado hacia atrás y no hacía más que esperar el ataque capitalino.

Jairo Torres respondía a la contra pero se topaba con los guantes de Malagón y con el grito de “Portero, portero” por parte del entarimado.

Era ya la hora de partido y el águila mandaba pelotazos al espacio y salía del fondo con gala como la de torero en la Plaza México. Bravos, por otro lado, quedaba desconectado, no hilaba tres pases seguidos y volvían a regalar la posesión por el poco cuidado.

Nos quedaban 20 minutos por disputar y el Juárez descosido se seguía deshilando. Moisés Mosquera hacía de las suyas: fallaba un cabezazo dentro de su rectángulo, dejaba botar la pelota y casi le servía el segundo gol a Henry Martin en bandeja de plata.

Con un cuarto de hora restante, los verdes ya no existían al ataque. Rifaban y controlan los americanistas por la banda de la izquierda y con las piernas de Álvaro Fidalgo. Para descontento de la visita, Juárez se hacía bolita y todo quedaba en buenas intenciones.

Al minuto 80, los fronterizos regresaban a los humores de semanas pasadas y se hacía bolas con la reconversión. Francisco Calvo sudaba la hora gorda sin poder alcanzar al yucateco Martín y toda la tarea recaí en las nalgas (sí, en las nalgas), de Jurado que paraba el tiro con las posaderas que Dios le dio.

Siete faltaban, nada más siete minutos y la emoción parecía más que extinguida. Juárez hacía el intento hacia el frente pero ya no quedaban piernas. América se lanzaba desbocado pero la muralla verde era por demás montonera.

Ya sobre el final, Jurado era otra vez protagonista resolviendo mejor que político en campaña y escupiendo el último remate azulcrema para mantener la igualdad en el tanteador.

Al 90 y poquito más, el jarocho Maximiliano Quintero iba a soñar el silbato cuando una salida en largo agarró dormida a la defensa fronteriza y el último zapatazo de Rodrigo Aguirre se le colaba a Jurado para el segundo gol. 2-1 y así se acababa todo.