Estamos viendo las consecuencias de no seguir el reglamento vial, pues el número de accidentes automovilísticos últimamente se está incrementando de forma preocupante y lo más lamentable es que derivado de ello, los resultados no solo se traducen en daños materiales, mismos que como quiera se recuperan, sino que en muchos casos esos accidentes terminan con la vida de conductores y acompañantes, pero también peatones y ciclistas.

Por su parte la autoridad está realizando intensas campañas de educación vial para tratar de bajar la incidencia de accidentes, pues en muchas ocasiones aunque no resulten victimas mortales, las secuelas después de un accidente, son también muy lamentables, ya que dejan postrados en una silla de ruedas a personas de cualquier edad, lo que le perjudica enormemente en su calidad de vida, mientras que en otros casos la movilidad queda dañada y ya no es lo mismo, independientemente de que la víctima reciba toda la atención médica y que incluso se le indemnice, nada puede reponer la satisfacción de no depender de nadie para desplazarse por donde se desee o simplemente para llevar a cabo actividades de lo más cotidianas, incluidas las que son muy íntimas y personales y que por lo mismo, lo ideal es hacerlas sin ayuda de nadie.

Y es que parece que no entendemos que lo que más nos conviene, tanto a conductores como a peatones, es apegarnos al reglamento vial, pues si así lo hacemos, el porcentaje de incidentes de transito se reduciría de forma monumental, ya que esta visto y lo he mencionado en otras ocasiones, los accidentes de vialidad en realidad no son accidentes, pues se trata de omisiones que en muchas ocasiones las cometemos de forma completamente consientes, tanto así que hasta nos cuidamos de que no esté cerca algún elemento de tránsito para poder llevarlas a cabo sin arriesgarnos a una multa, lo malo es que, si nos falla el cálculo, sobrevienen las consecuencias, ya que para eso es que se crearon las reglas, mismas que la mayoría conocemos las más elementales y de todas formas no las respetamos.

Por lo anterior es mucho más fácil que se presente un accidente si se excede el límite de velocidad, ya que el vehículo no se va a detener tan rápido como si se fuera a la velocidad permitida y por ende las consecuencias de un choque son muchos más desastrosas, también quien se pasa un alto o semáforo en rojo, eleva de forma considerable la posibilidad de un impacto de consecuencias fatales; en el caso de no portar el cinturón de seguridad, el que las luces de nuestro vehículo no funcionen bien, invadir carril, meterse en sentido contrario, etc. Todas esas violaciones al reglamento obvio que multiplican la posibilidad de accidentes.

Mientras que los peatones están igual, pues si cruzan la calle por en medio, en caso de un accidente, tendrán toda la responsabilidad, incluso de pagar los daños del vehículo y no importa que el caminante haya quedado muy lastimado, ya que omitió el reglamento y lo malo es que no entendemos. Ha sido necesario que los elementos de tránsito se aposten en las vialidades por donde más la gente se cruza como le da su gana, para enseñarles algo que ya saben, pero que omiten deliberadamente y en muchas ocasiones por no perder tiempo, lo malo es que en caso de un percance no van a perder minutos, sino todo el día y quizás semanas, pues como le mencioné, las secuelas derivadas de un accidente quedarán para siempre, por más bien reconstruido que quede el afectado; las placas de titanio, tornillos y clavos que le pongan le provocarán dolores intensos en lugares fríos y a la larga destruirán parte de su estructura ósea.

Así que no se trata de que se rompan las reglas de tránsito, hasta por el placer de retar a las autoridades, sino reconocer que nos conviene, por propia salud física, apegarnos a ese reglamento que todos conocemos, pero que decidimos ignorar en abierto reto a la suerte, que no siempre va a estar de nuestro lado y esa no es la idea…

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