El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho en repetidas ocasiones que ya en el gobierno va a realizar con frecuencia consultas, para que sea el “pueblo” quien decida sobre los temas que él, no la sociedad, elija.

En los últimos días ha dicho también que debemos “acostumbrarnos” a eso. Afirma, es ya un mantra, que la forma de gobernar cambió y con él se instala una nueva manera de gestionar el poder.

La consulta de la semana no fue tal. Para que éstas se puedan dar, es necesario de leyes y reglas, de órganos autónomos que las organicen, de saber cuál es el número de participantes requerido para que sea válida y todavía muchas cosas más.

En la legislación se establece también quiénes las pueden citar y bajo qué condiciones. En unos casos puede ser la autoridad y en otras la ciudadanía, pero siempre en el marco de reglas previamente establecidas.

Cuando López Obrador era Jefe de gobierno de la Ciudad de México estuvo en contra de que se hiciera el nuevo aeropuerto propuesto en el gobierno del presidente Vicente Fox que finalmente no se hizo.

A lo largo de la campaña por la presidencia siempre se manifestó por la suspensión de las obras del nuevo aeropuerto y a favor de que se abrieran otras en la Base Militar de Santa Lucía.

La decisión de López Obrador estaba tomada hace mucho tiempo, desde hace años, y lo que ocurrió la semana pasada sólo fue una farsa política, por cierto, mal hecha, para “legitimar” una decisión que ya tenía.

Para ello no se recurrió a una consulta sino a la movilización de las estructuras de MORENA, para organizar un evento, donde tenían todo el control, que se propuso como objetivo llevar a militantes y simpatizantes a manifestarse.

En el futuro no habrá consultas sino eventos muy semejantes al que acaba de pasar, tal vez mejor realizados, la práctica enseña, para “legitimar” decisiones ya tomadas por el presidente López Obrador.

El propósito fundamental es movilizar a su base social y hacerla sentir, con eventos circenses como el que acabamos de ver, que ellos son los que gobiernan. Él sólo obedece el mandato del “pueblo”.

Existen sospechas fundadas de que los votos a favor de Texcoco fueron colocados por los mismos organizadores, para dar “credibilidad” al “ejercicio democrático”.

Toda la operación del evento de la semana pasada es francamente burda y su resultado no tiene más valor que acompañar una decisión ya tomada. Para eso se hizo.

La sociedad debe estar consciente de que el presidente López Obrador en su gobierno va a utilizar este circo político cada vez que considere lo necesita. Nunca va a organizar una verdadera consulta, porque sabe que la puede perder.

Él no está dispuesto a sujetarse a la opinión de la ciudadanía sino solo a que ésta convalide sus decisiones. Eso exige la manipulación de los suyos. Él la sabe hacer muy bien. En los próximos años de eso vamos a ver mucho.

Rubén Aguilar Valenzuela

Twitter: @RubenAguilar

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