Se dice comúnmente que algo o alguien se desplaza como un cangrejo, cuando en vez de hacerlo como la gran mayoría de los seres vivos que avanzan hacia el frente, lo hace, justamente como los cangrejos, que en la tierra o en el agua lo hacen hacia atrás.

En el siglo XIX, cuando no se habían inventado los automóviles, se trazaban calles estrechas. No necesitaban más espacio los caballos o las diligencias para deambular por una ciudad. Eso lo puede observar en los centros históricos de tantas ciudades de nuestro país que, incluso, muchos son patrimonio histórico de la humanidad.

Pero si se fija un poco más, puede descubrir las reminiscencias de cortesía de aquellos abarroteros, comerciantes o cantineros que siempre ofrecían un gancho o un travesaño para que sus clientes ataran sus cabalgaduras o estacionaran sus vehículos de tracción animal.

Con la llegada del siglo XX y la explosión del automóvil como medio de transporte por antonomasia, las calles se ampliaron y se incorporó como un elemento indispensable de la planeación urbana los estacionamientos vehiculares, a tal grado que hasta las viviendas más modestas se diseñan con un área para un auto, cuando menos.

Se actualizaron las leyes y los reglamentos, y la medida se convirtió en norma, que es una disposición de observancia obligatoria para todos. Y del norte llegaron los Mall’s, como una evolución de los viejos mercados, con impresionantes explanadas para que los clientes no batallaran para dejar sus autos.

Pero cuando la ambición, y no el espíritu de servicio, guían las acciones de los comerciantes, entonces tratan de sacar provecho hasta de sus propias obligaciones, las que por ley tienen que otorgar y vemos a los prósperos empresarios convertirse en simples parqueros.

Han pretendido justificar la esquilma de los clientes, argumentando ofrecer más seguridad a los visitantes en su persona y sus bienes, cosa que de antemano sabemos que no está en sus manos ni en su capacidad.

Como para corroborar lo anterior este fin de semana un hecho violento se suscito en la única plaza comercial que contra viento y marea empezó a cobrar en su estacionamiento al iniciar el año. En los hechos un hombre perdió la vida y otra persona resultó lesionada.

Ojala y pronto volvamos a ver a Ciudad Juárez avanzar hacia el frente y no hacia atrás como los cangrejos.

Por Humberto Leal Valenzuela.

Compartir:
Publicidad
Enlaces patrocinados