* Previo entendimiento, tácito o expreso, con el gobierno norteamericano, al parecer el gobierno de López Obrador contribuirá a frenar la migración centroamericana hacia Estados Unidos.

* Sin supercarreteras, no habrá desarrollo de Oaxaca, pero a AMLO no interesan las supercarreteras al Istmo y a la Costa. Tampoco interesa detonar el turismo, pese a su potencial.

Con las debidas reservas, hay signos ominosos para Oaxaca en el futuro inmediato. Andrés Manuel López Obrador ha revelado en el interregno de la vacación presidencial, que solo le interesa el Istmo de Tehuantepec.

Al renunciar el presidente Enrique Peña Nieto del ejercicio pleno del poder, el vacío de inmediato fue ocupado por AMLO durante el lapso de cinco meses entre la elección presidencial y la asunción a la presidencia.

No de otra manera puede interpretarse el anuncio del segundo de sus siete proyectos de infraestructura que considera prioritarios para su administración, que arrancará el próximo 1 de diciembre.

Antes de la declaratoria oficial del Instituto Nacional Electoral (INE), el virtual presidente electo, informó que su segunda prioridad nacional es el desarrollo del Corredor Transoceánico del Istmo de Tehuantepec.

El proyecto comprende la construcción de un tren de carga que conecte el Océano Pacífico con el Golfo de México, para comunicar a los países de Asia con la costa Este de los Estados Unidos de América.

Asimismo, el gobierno de López Obrador buscará, también, que se instalen empresas y fábricas para que se active el empleo en localidades del Corredor Transístmico Salina Cruz-Coatzacoalcos.

Ya como presidente electo, Andrés Manuel, se reunió con 10 embajadores de países de la región Asia Pacífico, quienes le mostraron interés en el proyecto de la zona del Istmo de Tehuantepec.

El objetivo fundamental planteado en la reunión en la casa de transición, es muy claro: convertir la región ístmica en un corredor comercial que conecte el Pacífico con la costa este de Estados Unidos de América.

El proyecto rebasará con mucho la declaratoria de la Zona Económica Especial de Salina Cruz. No se ha dicho hasta ahora que, en realidad, se establecerá una amplia zona franca, totalmente libre de impuestos.

Entre líneas los mensajes de López Obrador tienen una lectura estratégica geopolítica global en la codiciada cintura del continente americano. No hay que olvidar las lecciones de la historia que ponen de manifiesto la ambición de los imperios por el Istmo de Tehuantepec.

El Tratado McLane-Ocampo, formalmente Tratado de Tránsito y Comercio, fue un acuerdo entre los Estados Unidos y el gobierno liberal de México, encabezado por Benito Juárez, firmado en el puerto de Veracruz en México, el 14 de diciembre de 1859.

El tratado habría vendido a perpetuidad el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec a los Estados Unidos, por un pago de cuatro millones de dólares, desde el puerto de Salina Cruz en el sur, hasta Coatzacoalcos en el Golfo de México.

México tendría la responsabilidad de emplear fuerzas militares para la seguridad de las personas que transitasen; ceder a perpetuidad el derecho de tránsito a favor del vecino país del norte, desde la ciudad de Guaymas hasta el Rancho de Nogales u otro punto conveniente de la frontera entre la República de México y los Estados Unidos.

Asimismo, ceder a perpetuidad el derecho de tránsito a la Unión Americana, desde cualquier punto entre Camargo y Matamoros, u otro punto conveniente de la frontera de Tamaulipas, vía Monterrey, hasta Mazatlán.

Al hacerse realidad el objetivo del Tratado McLane-Ocampo dos siglos después, como es lógico y natural, para garantizar las inversiones extranjeras la región será blindada militar y policialmente por razones seguridad nacional a lo largo del territorio oaxaqueño y veracruzano.

Después de Tapachula, el Corredor Transoceánico, se convertirá, a querer o no, en una segunda frontera con Centroamérica. En otras palabras, será un poderoso filtro antimigración, difícil de franquear por los centroamericanos.

Previo entendimiento tácito o expreso con el gobierno norteamericano, al parecer el gobierno de López Obrador contribuirá a frenar la migración centroamericana hacia Estados Unidos en una especie de muro de Donald Trump en la zona del Istmo.

El gobierno norteamericano encabezado por el presidente demócrata Donald Trump está sumamente preocupado porque empresarios chinos se metieron ya a su patio trasero al construir en Nicaragua el nuevo canal interoceánico.

El mayor problema es que a AMLO no le interesa ni la supercarretera al Istmo de Tehuantepec ni mucho menos la supercarretera a la región de la Costa. No le interesa, en consecuencia, detonar la afluencia del turismo, a pesar de su enorme potencial.

Si en un momento dado, llegan a interesarle al presidente Andrés Manuel López Obrador ambos renglones económicos el mayor beneficiario será su amigo Carlos Slim como ocurrió en el ex Distrito Federal al entregarle edificios colonias del Centro Histórico.

No hay que olvidar que Carlos Slim Helú, es concesionario mayoritario del Ferrocarril del Sureste (Ferrosur), con operaciones entre la Ciudad de México y los puertos de Veracruz y Coatzacoalcos.

Pero también el hombre más rico de México y el séptimo más rico del mundo, es concesionario de la estratégica supercarretera al Istmo de Tehuantepec, a través del poderoso Grupo Carso.

En febrero, el gobierno federal unió el ramal Chiapas-Mayab con la línea del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec. Ello explica la presencia de Alfredo Harp, primo de Slim, en el templete durante el acto realizado en Ciudad Ixtepec en la reciente gira de agradecimiento de AMLO.

Nuevamente como todos los sexenios, el panorama es sumamente negro o por lo menos sombrío para Oaxaca. Sin la terminación de las supercarreteras, no habrá desarrollo ni crecimiento integral de la mayoría de las regiones del estado.

En el horizonte se vislumbra, lamentable y dolorosamente, la balcanización de Oaxaca con el desarrollo exclusivo de la región del Istmo de Tehuantepec. Iniciará así el proceso de mayor fragmentación, división y enfrentamiento de los oaxaqueños.

Tras el abandono de las siete regiones físicas y ocho socioeconómicas del Estado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es previsible que se detone la migración interna hacia la zona del Istmo de Tehuantepec.

En tales condiciones, el éxodo de miles habitantes de las diversas regiones de Oaxaca rumbo al Istmo de Tehuantepec en busca de trabajo y mejores condiciones de vida, provocará graves problemas sociales ante la falta de vivienda y servicios públicos.

Detrás de la noticia

Alfredo Martínez de Aguilar

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@efektoaguila

Las opiniones emitidas en esta columna son responsabilidad de quien la escribe y no reflejan necesariamente la línea editorial de este medio.

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