Con la llegada de la tarde en el fin de semana, la jornada de trabajo para Víctor René Martínez Ortega está por concluir en medio de la oportunidad de terminar los billetes de lotería que, a riesgo, dejó para venderlos antes de que él reloj marque las 7 de la tarde.

Previo a esto, Martinez ya dejó en las oficinas de la Lotería Nacional en Chihuahua otro tanto de billetes que regresó y que no se alcanzan a vender en las siguientes horas, mientras recorre sus últimos puntos de distribución donde ya tiene clientes asiduos a la cita con la fortuna.

La coincidencia con este caballero del juego de azar emblemático de México, con 69 años, se da en la gloriosa esquina de Mina y 12, lugar donde se erige la Antigua Paz ,100 años atrás, y ahí es donde, alrededor de las cinco de la tarde, Don René hace una parada de no más de 20 minutos para entregar los encargos del día.

De paso aprovecha para grillar con la mesa de periodistas del viernes que se ubica por costumbre a las puertas de la cocina, y en medio de quesadillas con machaca y hamburguesas con betabel, nuestro entrevistado se refresca con un vaso de agua fría, además de ponerse al día y compartir en la mesa de comunicadores su opinión sobre los sucesos relevantes de la semana que concluye.

Siempre es invitado a poner sobre la mesa su comentario para así desmenuzarlo en el momento o dejarlo ahí para seguir analizando cuando se retire, porque aún hay oportunidad de acomodar otros billetes en cantinas más adelante.

A pesar de que este señor no es el único vendedor de su giro que visita el lugar donde lo encontramos, sí es el más solicitado por los parroquianos para comprar su posibilidad de ser millonario, como lo hiciera años atrás un empleado de excursiones de Chihuahua con un premio de 800 mil pesos, quien aunque no se llevó toda la serie, sí le correspondió un pedazo del pastel.

En esta temporada de calor, Don René lleva su inseparable sombrero de paja que lo ayuda a aminorar el calor en los trayectos a pie que realiza para ofrecer su producto, en un negocio que ya tiene dominado después de 28 años dedicándose a él y, con la reserva de no comentarnos a qué se dedicaba anteriormente, nuestro "vendedor de suerte" asegura que su mercado no está soportado en ventas a políticos y menos ahora que las situaciones cambiaron.
"Mis clientes son venderos de seguros, taxistas y hasta empleados de refaccionarias", dice, y son quienes lo esperan cada semana para conocer la estadística y mantener su número "de siempre" o confiar en su distribuidor de lotería.

Mientras concluimos la charla, se acercan fuera de la Antigua dos hombres de buena presentación y hacemos una pausa en nuestro diálogo para que la casa no pierda y pueda seguirse vendiendo la fortuna a través de los billetes que uno a uno revisan quienes están próximos a entrar a la cantina, con la posibilidad de obtener más dinero del invertido en los cachitos que se llevaron a la bolsa de su camisa.

En la actualidad Don Víctor se hace cargo solo de las necesidades de su esposa, porque sus hijos ya son grandes y han formado una familia, dándole también ahora la oportunidad de disfrutar de la bendición de sus tres nietos, con quienes comparte la tarde tras de concluir la jornada, donde él solo piensa en descansar.

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