* Han asestado las peores traiciones a los pobres. Sin otorgar la propiedad de la tierra, el reparto agrario cardenista, proletarizó a indígenas y campesinos, y les obligó a emigrar.

* Tras el salinazo agrario en 1992, la Procuraduría, el Registro y los Tribunales Agrarios, trafican con las tierras sociales de los ejidos y comunidades, y lucran con los conflictos.

Si alguien ha dañado a los pobres en México ha sido la partidocracia. En los últimos tiempos, lo ha hecho la “mafia del poder” del PRIAN. Desde antes lo hicieron sus cómplices de la izquierda.

Desde el triunfo de la Revolución Mexicana, el mismo esquema de joder al jodido ha seguido el supremo gobierno de la Federación contra las entidades federativas y éstas contra los municipios.

A la soberbia de los presidentes, representantes populares y servidores públicos, integrantes del supremo gobierno, se han sumado la irresponsable frivolidad y el criminal populismo iluminado.

La gama de quienes en mala hora han gobernado México va desde machos “garañones” hasta diversos, pasando por alcohólicos y adictos a las drogas, además de corruptos sin llenadera alguna.

Han asestado las peores traiciones a los pobres entre los pobres. Sin otorgar la propiedad de la tierra, el reparto agrario cardenista, proletarizó a indígenas y campesinos, y les obligó a emigrar.

Ahora, unos y otros, se rasgan hipócritamente las vestiduras y ponen el grito en el Cielo. Culpan al presidente Trump de Estados Unidos del abandono del campo, que obliga a millones a emigrar.

Denuncian permanentemente la violación de los derechos humanos contra los migrantes mexicanos. Sin embargo, peores violaciones se cometen en México contra los centroamericanos.

Tras el salinazo agrario en 1992, la Procuraduría y el Registro Agrario Nacional y los Tribunales Agrarios, trafican con las tierras sociales de los ejidos y comunidades, y lucran con los conflictos.

Lo peor de todo es que su escandalosa corrupción, a través de las complicidades con los representantes agrarios de ejidos y comunidades, incendian las diversas regiones de Oaxaca.

Traicionando la doctrina social de la Iglesia del PAN, los presidentes, servidores públicos y políticos panistas, se convirtieron en come santos, caga diablos, al resultar más corruptos que los priistas.

De ahí, que no falte razón al Secretario General de Gobierno (Segego), Héctor Anuar Mafud Mafud al responsabilizar al gobierno federal de no atender los conflictos agrarios en el estado de Oaxaca.

El funcionario exigió que el gobierno federal debe de hacer su trabajo en este tema, ya que es a quien compete resolver este tipo de problemas que ha generado diversos conflictos en Oaxaca.

La Segego coadyuva en la mediación con los pueblos, pero no está facultado para resolver los líos agrarios o de límites, por lo cual muchas comunidades se mantienen en alto riesgo de violencia.

A la fecha hay más de 360 conflictos agrarios latentes en Oaxaca, de los cuales 34 son álgidos o “focos rojos”, donde existe el riesgo de que en cualquier momento pueda desatarse la violencia.

Esta cruel y descarnada realidad nos ha llevado a insistir en alertar de manera más que machacona en qué comunidad de las Sierras Norte o Sur, la Mixteca o los Mixes, se dará la siguiente masacre.

La sangre de cientos de campesinos indígenas, comuneros o ejidatarios, clama por justicia divina y humana a Dios y a los gobiernos federal, estatal y municipales, pero persiste la impunidad.

En entrevista, el Secretario General de Gobierno, Héctor Anuar Mafud reiteró el llamado a las instancias federales a realizar su trabajo y atender los conflictos agrarios en la entidad.

Aclaró que en el caso de su dependencia seguirá coadyuvando para que no desate la violencia y se sigan observando enfrentamientos y asesinatos entre una comunidad y otra en Oaxaca.

Izquierda y derecha, cumplen las consignas del imperialismo yanqui: joder al jodido. Irónicamente el imperio, se apoya en la divisa marxista-leninista que busca agudizar las contradicciones sociales.

Ciertamente, no es nada nuevo, el imperio norteamericano financió y proporcionó armas a Francisco I. Madero y Venustiano Carranza, para estallar la Revolución Mexicana en 1910.

Los presidentes de la república mexicana han sido lacayos del imperio norteamericano. Lázaro Cárdenas del Río abrió las puertas al Caballo de Troya del Instituto Lingüístico de Verano (ILV).

La dependencia con Estados Unidos ha llegado al incalificable extremo que los presidentes han sido agentes de la CIA, desde Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.

Desde el gobierno populista del echeverrismo, se alentó en las universidades públicas la formación de grupos y organizaciones marxista-leninistas, para invadir tierras y destruir al campo mexicano.

El fanatismo fundamentalista les convirtió en “idiotas útiles” y “compañeros de viaje” del imperialismo yanqui. Cegados por su mesianismo destruyeron la autosuficiencia alimentaria.

Ahí están abandonadas y enmontadas las otrora tierras productivas en los Valles Centrales, particularmente en el Valle de Zimatlán. La bandera fue combatir a los supuestos latifundistas.

La mayor culpa histórica recae sobre los gobernadores de los 60, 70 y 80. Víctor Bravo Ahuja y Fernando Gómez Sandoval, y Heladio Ramírez, destruyeron la educación y producción alimentaria.

Utilizaron a la Coalición Obrero, Campesino, Estudiantil de Oaxaca (COCEO) y a la Coalición Obrero, Campesino, Estudiantil del Istmo (COCEI), para invadir las mejores tierras altamente productivas.

Lo mismo hicieron con la Unión General, Obrero, Campesino y Popular (UGOCP) para invadir tierras de supuestos latifundios y tomar por asalto ranchos ganaderos, con Margarito Montes.

Genialmente perversos, crearon las condiciones propicias para dar la estocada final. La Reforma de la Ley Agraria por Carlos Salinas, en 1992, fue la puntilla contra el campo y los campesinos.

Despojó a ejidos y comunidades de sus tierras. Abrió las puertas al capital extranjero para apoderarse de sus vastos recursos naturales. Bosques, minerales y hasta el aire, en el Istmo.

La perversa maniobra es estallar la revolución y enfrentar a los mexicanos en una guerra fratricida. Con menos mexicanos, el objetivo último, es apoderarse de los vastos recursos naturales del país.

El plan de conquista de México en la globalización comprende establecer, previamente una dictadura socialista de corte populista, como lo pretende hacer Manuel Andrés López Obrador.

Detrás de la noticia

Alfredo Martínez de Aguilar

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@efektoaguila

Las opiniones emitidas en esta columna son responsabilidad de quien la escribe y no reflejan necesariamente la línea editorial de este medio.

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